Jarana

Cinco razones para amar a Arte Carde

Sobrinos, guarden las crayolas y saquen la libreta que la clase acaba de empezar

Macetaminofén, el mismo que tiene tantos dotes de persuasión que hace que las congueras feministas compren Manscaped para acicalar sus velludos cuerpos, nuevamente llega a El Calce, esta vez para hablar de arte. Sobrinitos, como ustedes saben, esta es la clase que más pitchean en la escuela, ya que en nuestro jodido sistema de educación las diferentes disciplinas del arte son más ignoradas que un grupo de mujeres en gistro perreando frente a Manny Manuel.

Grandes pintores como Francisco Oller, Antonio Martorell y Wichie Torres han dejado un legado en la historia de nuestra cultura boricua, pero también en estos tiempos tenemos artistas que poco a poco van formando su camino; uno de ellos es Alberto Cardé, mejor conocido como Arte Cardé.

Cardé es un chico de San Sebastián del Pepino, que se crió como cualquier otro chico del campo: poniendo lagartijos en sus orejas para lucirlos como prendas, nadando desnudo con los amiguitos en la charca, y tomando los mangós de abajo, pues los de arriba no se pueden coger porque se caen, según el Evangelio de San Wisin. Poco se sabe de su historia, más allá de que repitió el primer grado dos veces y que se comía las crayolas rojas pensando que sabían a cherry, pero hoy venimos a hablar de su notoria obra.

A diferencia de muchos obreros de la pintura que se pierden en el anonimato, Cardé es bastante popular, y no solo en Puerto Rico, pues su trabajo es conocido por los fanáticos del reggaetón en toda Latinoamérica, ya que estas personas de tez humilde ven a los exponentes del género como “dioses”, y el noventa y siete por ciento de las piezas del pepiniano son sobre los artistas urbanos. De hecho, algo que maravilla a todos los seguidores de Cardé es que -al igual que Tito El Bambino- cuando se tira fotos con los reggaetoneros nunca ha podido cerrar la boca.

Analizar la mente de Cardé no es tarea sencilla, incluso, es más fácil tener una conversación coherente con todas las personalidades de Almighty o hacer entrar en razón a Jovani Vázquez un sábado en la madrugada. Los artistas como Bryant Myers y Cardé tienen una mente que vuela a una velocidad diferente, es por eso que cuando les preguntas cuánto es cien por cero, sonríen porque saben que la pregunta es un truco, ya que las manos no tienen tantos dedos para sumar el resultado. Todos queremos a Cardé, y si vives en un lugar tan desolado como Threads y desconoces de su trabajo, te voy a enumerar las razones para que te conviertas en fanático de este artista.

Está obsesionado con la muerte

Un tema recurrente en las obras de Cardé es la defunción. Ni El Undertaker estaba tan empecinado en el tema de la muerte. Yo creo que han sido tantas las piezas creadas por Cardé de alguien que se murió que hasta se le puede atribuir el nacimiento de un estilo -el arte fúnebre-, que nada tiene que envidiarle a las pinturas de bebés Jesús con cara de adulto que predominaban en el arte medieval. En Pe Erre le tienen menos miedo a los tiroteos de carro a carro, que a fallecer y que Cardé te haga una pieza con Jesucristo abrazándote por la espalda flow Pedro Julio con ojos de sádico.

Si uno hace el resumen anual de las obras de Cardé -quien es tan marginal que tiene los calzoncillos más transparentes que un velo de novia- te darás cuenta que es una recopilación de esquelas dibujadas. Hay gente rara, como “De la nada” que colecciona palomas, pero no dudo que Cardé suba la vara y tenga murciélagos como mascotas porque el cabrón es bien dark.

No teme en mentir para llevar un mensaje que nos una como pueblo

Este dibujante tiene una mente peculiar, y aunque sus neuronas aún se confunden al intentar diferenciar la avena del arroz con dulce, hay que destacar que hará lo posible para dejarse sentir. Recuerdo que hace un tiempo atrás el tema del momento era el de los gringos en Rincón. Ustedes saben que cuando algo se vuelve ‘trending’ rápidamente sale medio mundo a agarrarse de eso para saciar la sed de likes; by the way, eso de pertenecer al ‘happening’ no es nuevo, pues recuerdo que hace muchos años atrás las portadas de periódicos eran de unos supuestos ataques de jaurías por toda la isla, y ni hablar del Chupacabras.

La cosa es que Cardé no podía quedarse atrás y se inventó una historia en que un estadounidense lo agarró por el cuello en una barra cuando el pintor le dijo “you want a bear?” en vez de decir “beer”, y el dueño del negocio defendió al gringo ante la sorprendida cara del artista, que tiene menos expresión facial que el títere Macario. El cuento cerraba con “tenemos que despertar”, las mismas palabras que le gritaron los amigos luego de la nota que cogió con pepas y Jagger, y que fue la musa de su post.

Realiza labores filantrópicas y solo cobra con una orden de arroz chino

Cardé es un chamaco sencillo, de esos que su pasatiempo favorito es sentarse a comer un racimo de guineos en el sofá, y antes de engullir la amarilla fruta la moja en un vaso de leche como si fueran galletas Oreo. Al igual que muchos de nosotros, Berto se crió en la cancha de basket del barrio, es por eso que cuando Benny Benni -el hombre que nunca podrá pronunciar la palabra “ferrocarrilero”- le expresó su idea de hacer algo por las comunidades menos privilegiadas, no lo pensó dos veces.

El artista pepiniano -que se pasa en chancletas con medias porque nunca aprendió a amarrarse los gabetes por la complejidad de esa ejecución- solo le pidió a Benny la suma de una orden de arroz chino con pepper pollo y tostones al ajillo por cancha pintada, sellando así el mejor contrato que ha tenido en su vida. Recordemos que Cardé inició su carrera regalando sus famosas evoluciones, y cuyas únicas ganancias era tomarse fotos con los reggaetoneros para ser la envidia de sus amigos en el barrio. Honestamente, admiro mucho esta labor de Cardé junto a La Jodien, dejando claro que no importa si te comías la pega en la escuela como si fuera pudding de vainilla, en tu vida adulta puedes lograr grandes cosas por la gente.

No es materialista, pues la pauta es más importante que el dinero

Al igual que la mayoría de los influencer boricuas, Cardé no le teme al Departamento de Hacienda, ya que su sueldo por el contenido generado son los likes, comments y shares. Hace muchos años, Cardé prometió vivir por amor al arte… y sin duda alguna ha cumplido su promesa. Yo sé que ustedes se preguntarán cómo puede pagar todas sus deudas -que incluyen la luz, el teléfono prepagado y los tenis pirateados que compra con pagos a plazos-, pero deben comprender que este chico viene de San Sebastián y su forma de ver el mundo es otra; incluso, cuando Cardé se baja de la AMA en el área de Bayamón comienza a aplaudir como si fuera un boricua bajando del avión, pues para los jíbaros cada trilla es una aventura que le regaló Dios.

Quizás Cardé carece de dinero, lujos, un buen credit score y vehículos caros, pero para el exalumno de Título I lo más importante es que se hable de él. Nunca entenderé esa mentalidad de escoger la atención sobre los chelitos, pero a mí me gusta tener las cuentas al día, y no todos tenemos el mismo norte. Cardé siempre hará lo que tenga que hacer para mantener su nombre corriendo en las redes, pero nunca lo verás sacando una paca de billetes cuando compra comida pa’ los conejos en un agrocentro del oeste, pues siempre tiene los chavos conta’os. Este muchacho cree que “la pauta” le pertenece, sin saber que poco a poco se volvió esclavo de ella.

Es la víctima de su propia novela

Además de “la pauta” Cardé es adicto a la tragedia y las desgracias, y el génesis de ese drama eterno se remonta a cuando le intentaron enseñar la tabla de multiplicar del cinco -donde todos los resultados terminaban en cinco o en cero-, pero él no pudo resistirlo y se fue en blanco, dando paso a un derrame cerebral que se conoció como “el espuma party” en la Escuela Perchas Rabel I. Al sol de hoy, aún hablan de aquel chico babeándose en el pupitre buscando la solución al sencillo problema matemático. Cardé es un tipo histérico, y recuerdo que en una ocasión fue a un podcast a decir que pensó en la muerte cuando le cerraron su cuenta de Instagram por apenas unas horas. Jajajajajajajaja. En la cabeza de Cardé siempre hay gente conspirando en su contra, y la realidad es que yo no había visto a alguien peleando con tantos monstruos imaginarios y con fantasmas en su cabeza como Molusco en el 2024 Kendo en el 2010, pero el pintor lo superó.

En las últimas semanas, este chico con pupilas vacías comenzó una carnicería de personajes en sus artes, paL de esas piezas provocaron a muchas personas que los consideraban “violentos”, lo que “provocó” que le borraran algunos de ellos… o eso pensábamos, pues rápidamente varias personas -incluyendo su némesis Arte Cafre y el señor Jay No Falla- lo desmintieron: Cardé estaba fabricando el drama.

Algo que me maravilla es que cuando visitó el podcast de Vicente Enid Ydrach -quien es más fácil de engañar que un niño ciego en un torneo de briscas- no dejó de meter embustes (pues es un mentiroso patológico), mientras miraba al comediante a los ojos y sin parpadear, ya que todos los movimientos faciales de Cardé son como los del fallecido Alex Murphy, mejor conocido como Robocop. En la entrevista, Cardé -que usa a los podcasteros como si fueran terapistas- en un momento dado hizo una referencia a este servidor sin mencionarme, porque los subnormales creen que si no dices mi nombre los demás no van a conocerme… pero tengo que decirte algo: yo no estoy pega’o, yo le gusto a la gente. En su sed de “víctima de bullying” dijo que “yo estaba conspirando undeLwateL contra él” como si mi misión fuera robarle todas sus témperas, pinceles y pastillas recetadas.

Ah, déjenme decirle algo más: Cardé cree que yo soy Arte Cafre, un artista que parodia el trabajo del pepiniano… de hecho, muchos creen esta teoría y ya ni me preocupa desmentirlo, porque me encanta verlos confundidos. En la comedia hemos visto a Raymond Arrieta hacer muchas imitaciones de diferentes personalidades pues en el arte eso es más que permitido, pero en la mente de Alberto es motivo para una guerra en donde “todos lo quieren ver caer” como si él se hubiese inventado la rueda. Hermano, usted tiene delirios de persecución, y le recomiendo que busque ayuda.

Oye, y te contesto porque me pareció tierna tu expresión cuando le dijiste a Chente “no lo menciones” como si todos padeciéramos el mismo mal que tú: la eterna necesidad de atención. Cardé, mi nombre es LEYENDA. Yo no tengo miedo a mencionarlos con to’ y apellido, pues solamente los mediocres y cobardes creen que decir el nombre de alguien es “darlo a conocer en donde no lo conocen”. Atiéndeme bien, homo erectus: todos saben que el nombre de MACETAMINOFÉN no lo dicen porque me tienen MIEDO.

Mírame bien, mono feo, yo soy el proxeneta de las musas, esta liga es superior a lo que los tres mimes que viven en tu cabeza -y que están sentados como Ankhal- pueden producir… aunque no vas a entender esa línea porque tu chola es como el infantil juego India, mientras que yo soy ajedrez.

Cardé, tú eres tendencia en las redes… pero no tienes lo que a mí me sobra con la gente: RESPETO. Hay algunos que viven adictos a los likes y la pauta, pero cuando se tiene talento no hay que estar pendiente a na’ de esa mierda porque con trabajo las cosas llegan eventualmente. Y no es personal contra ti, indígena con “Yeezy Slides” de Shein, pues esto también le pasa a algunos de mis colegas que tiemblan al tener que hablar de Copito de Nieve, el gorila jabao que apuñala con el lápiz.

Cardé, voy a meterme en tu mente para susurrarte algo bien importante: tú no estás ni cerca de entrar al Top 20 de los pintores más duros de la isla -en esta vida ni en la otra-, así que no vuelvas a ningunear a Tío, EL MEJOR ESCRITOR que ha parido Pe Erre. Esta vez me fui a medio pocillo con el teclado porque sé que tienes muchas limitaciones y te di acomodo razonable, pero la próxima vez te mando pa’ Capestrano sin misericordia. Bobolón.

Tráiganme a la próxima víctima. 🦍✏️ Mera, y recuerden que esta es la última semana en que vamos a tener “El odio en los tiempos de la cuarentena”. Chequea esto: un padre y su hijo adulto se ven forzados a compartir la casa durante una extensa cuarentena. El desprecio que comparten causará una serie de situaciones que escalan sin control. Pronto estarán lidiando con un criminal demente, policías exhibicionistas, una chica de muslos gordos, un gato perdido, un instrumento místico, cirugías caseras, duelos de armas, una vecina china con mal temperamento, un artista confundido por matón, cursos sexuales, violencia, sangre, y todas esas cosas que hacen la vida tan maravillosa. Esto es un “experimento literario”, en el cual los escritores fueron turnándose los capítulos sin nunca haber acordado cuál sería la historia. El producto final es la novela corta más descabellada que se pueda imaginar. 🤜🤛 #PatoElQueLoLea

PD: dentro de todo este análisis de los problemas mentales del país, fui anotando unos puntos sobre el comportamiento de muchos boricuas, y los recopilé para bautizar la teoría de “el Síndrome Héctor DePlaymaker”, pero de eso hablaremos en una próxima ocasión. 🫡

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