Todos los años esperamos con mucha emoción la llegada de las navidades pa’ poder meternos en fiesta como Dios manda, sacarle chispa al guiro, beber ron todos los días sin bañarte y mojar nuestros pasteles de yuca en esa mágica salsa llamada ketchup. Cuando acaba el Día de Reyes, el bori entra en negación porque se asoma la rutina y hasta se inventó algo llamado “las octavitas” para seguir dándole castigo al hígado. No lo nieguen, ya las navidades acabaron y ahora vamos de cara a un 2019 lleno de aventuras, politiquería y papelones.
PUBLICIDAD
Hablemos un ratito de lo que ocurre cada año al llegar las primeras semanas de enero.
5. Desmontar la decoración navideña
Si hay algo doloroso en esta vida, lo es desmontar la decoración navideña. Con los ojos agua’os, balbuceas “y por eso es rojoooo, y es por eso es rojo el cardenalito”, y colocar en la caja las bolitas del árbol. ¿Se rompieron dos bolitas? No importa, ahora mismo nada te importa y solo quieres que vuelva a ser el 24 de diciembre donde todo era petardos, ropita nueva y las tías cantando borrachas.
Cuando vas a la parte de afuera de tu hogar, observas las luces, te preguntas cómo diablos pudiste ponerlas, das lo mejor de ti intentando quitarlas porque tienen tape ultra resistente y pega caliente, y al final vencido decides dejarlas ahí porque ya mismo es diciembre otra vez. Total, esa es tu casa, y ahí mandas tú.
4. El fucking tapón a todas horas
PUBLICIDAD
Si vives en Morovis, no tendrás problemas con los tapones, pues allí ese problema solo es causado por las cabalgatas; pero si resides o trabajas en la zona metropolitana, tendrás un infierno todos los días porque a todas horas hay un bendito suceso que causa el tapón.
En cualquier país del mundo, una goma explotá es algo que se resuelve en solo minutos, pero si eso ocurre en el expreso #52 de camino a San Juan, forma un tapón que llega a Caguas y afecta a Cayey. Estas horas en soledad en tu carro sirven para reflexionar sobre tu propósito en la vida, odiar a la humanidad, pensar en abandonar la isla o hasta te da con hacer discusiones en tu mente contigo mismo. Te recomendamos que no prendas el radio en AM porque te vas a querer morir, mejor pon uno de los programas de #PodcastCity y pásala chuchupán en el tapón… bueno, al menos te vas a entretener.
3. La dieta
Te fuiste esbocao las navidades comiendo como un lechón y metiéndote arroz con gandules hasta en el desayuno. Tú pensabas que enero era algo bien lejano, y ahora tienes que huirle a los espejos porque el reflejo te hace llorar. A veces estás sentan’o, te tocas el chicho llamado “noche buena”, y tu respiración es pesada y caliente como la de Jay Fonseca, debido al exceso de libras.
Entras en negación, te mientes repitiendo que el lunes empiezas la dieta, y una lágrima baja por tu mejilla… misma lágrima que se tarda varias horas en terminar su tramo por el cachete porque el arroz con dulce te puso las mejillas con las mismas dimensiones que el Cerro ‘e Nandy. Piensas que se acerca el verano, solo te quedan varias semanas para lograr esos abdominales de ensueño… y te resignas a que será otro año sin tener un beach body.
2. El bill de la luz
Te llegó el email del bill de la luz, y ahí mismo comienzas a sudar porque le metiste un venado con luces con la cabeza que gira hasta dentro del baño. Tu casa era el fucking Bosque Mágico, pero eso a ti no te importaba porque todo era felicidad, paz y excesos.
Abres el email, el corazón está con más velocidad que abriendo una prueba del SIDA, y al ver el total que tienes que pagar, sientes una puñalá por detrás. ¿Sabes qué es lo peor? Todavía no te ha llegado el bill de la tarjeta de crédito. ¡Zuuuuuumba!
1. Busca un calendario… ¡ya se acercan las planillas!
Sí, estás pelao, triste y bañado en lágrimas, y cuando crees que nada puede ser peor, recuerdas que ya mismo te dan la W2 para que vayas a tu contable favorito a llenar las planillas.
Si trabajas por servicios profesionales, recuerda que la retención de tu cheque este nuevo año pasó del 7% al sabroso 10%, y que cuando llenes la planilla tendrás que decir que hasta tu gato es parte de tu trabajo para poder rendirle la comida que le das. Pensándolo bien: quizás para el verano sí estés flaco, no solo por el estrés, sino porque tu dieta cambiará cuando Hacienda te dé el clavete.
¡La ñapa! ¡Llegaron las Fiestas de la SanSe, puñ**a!
¡Olvídate de los problemas, vamo’ a seguir bebiendo y bailando. Resolvemos eso en febrero. ¡Voy subiendo, voy bajando!