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Carlitos Colón es el peor villano de todos los tiempos: 7 razones que lo demuestran

Todos en Puerto Rico conocen a Carlos Edwin Colón González. A lo largo de los años, hemos visto cómo este gladiador con limitadas destrezas atléticas se convirtió en una leyenda de los juegos de mano. Con un leotardo que dejaba al descubierto una de sus pronunciadas tetillas color ciruela, el señor Colón comenzó a luchar en Estados Unidos bajo el nombre Prince Kahulia, y personificada a un jamaiquino o a un títere del barrio Jauca su natal Santa Isabel. Nunca se supo bien de qué era su gimmick en aquel entonces.

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Luego de coger pelas de todos los luchadores a los que se enfrentó y de cambiar más de nombre que de lycras (Chief Black Eagle, Carlos Belafonte, Wilfredo La Pantera, El Corsario Marcelino, etcétera), decide regresar a Puerto Rico en el 1973, y junto al hombre que nunca aprendió a hablar español, Víctor Jovica, crearon la Capitol Sport Promotion. Desde entonces, la historia está escrita. Un engreído, adicto a la adulación y déspota Carlos Colón se ha mantenido como la cara de la empresa, aunque ahora mismo no intimida ni haciendo de cuco para los nenes de un kinder.

A mí siempre me ha estado bastante curioso el que los boricuas tengan a Carlos Edwin como “el gran bonachón” de la lucha libre, cuando durante décadas ha demostrado ser de los peorcito, y hoy vamos a decir algunas razones.

7. Carlos Edwin estaba enfermo de poder

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El señor Carlos siempre quería tener el poder de su compañía, ¿pero para qué? Por muchos años vimos que este quería ser la cara de la lucha libre para que nadie más pudiera progresar en el deporte de las patadas voladoras. Si Carlos no hubiese sido el dueño de la empresa, ¿hubiese lucido bien ante verdaderos guerreros como Hércules Ayala, Sadistic Steve Strong o el karateka-ninja TNT? Por amor a Diosito, todos sabemos que Carlos ni siquiera podía hacer más de tres llaves de lucha. Carlos era un envidioso de siete pares que adoraba el protagonismo.

6. Era un pésimo líder

Carlitos es un líder mongo que nunca pudo probar que era de armas tomar. El liderato del señor Colón era sumamente débil y por eso escogía gente en su bando que no pudiera retarlo. Siempre vimos como relevó al valeroso Invader #1 a un segundo lugar, pero nunca le dio la oportunidad para que este fuera la cara de la empresa. Carlos Edwin sabía que El Invader era un hombre desajustado que solo disfrutaba la pelea, pero no estaba pendiente al oro del campeonato. Todo lo que representaba un cambio en el bando técnico, Carlos lo criminalizaba y lograba su expulsión de la cuadrilla justiciera.

No solo eso, sino que muchas veces formó guerra con “Los rudos” solo para saciar su sed de sangre, aunque sus fieles súbditos se vieran lesionados en el encuentro, pues era harto conocido que Carlos dejaba a su gente coger pelas, para luego él llegar como un héroe y “salvarlos”. El liderato de Carlos no servía pa&#39 na&#39 ni como capitán del ejército ni como gerente de la empresa; incluso, algunos luchadores lo acusaron de encubrir el asesinato de Bruiser Brody a manos del Invader en las duchas del Juan Ramón Loubriel de Bayamón.

5. Carlos era xenófobo

Canadienses, mexicanos, dominicanos, enanitos (que todos sabemos que los de esa raza solo viven en la Cordillera Central) y criaturas de las Islas Samoa, todos fueron víctimas de los abusos de Carlos Colón. Este caballero de la maldad disfrutaba invitar estrellas consolidadas en otros países, para hacerlos pasar el bochorno de ponerlos a pelear a en una lucha de cabellera versus deportación. A pesar de que Carlos tenía el pelo malo, nunca lo vimos perder su melena, sino que ganó luchas hasta con trampa para poner al público a corearle a su contrario “vete pa’ tu casa, indígena”.

Carlos es tan truhán que en una ocasión editó con suma maldad un video de El Bronco en el que este supuestamente decía “Loíza es la pequeña Haití”, lo que provocó que le quemaran el vehículo al luchador dominicano y este ahora no puede pisar Piñones.

4. Abusador de animales

En una ocasión, Carlos trajo un oso para ponerlo a luchar. No, no me refiero a Miguelito Pérez, quien era conocido por ser el combatiente que parecía un zafacón de barbería, sino actually a un inocente oso que sacó sabrá Dios de dónde. Carlos no solo encadenó al mamífero y le dio lechuga y habichuelas tiernas antes de la pelea para ponerlo flojo, sino que le metió con la mano abierta en la misma cara del pobre animal. Luego que dio un espectáculo tipo circo romano en Cataño, se comió al animal en pinchos junto su compadre Abdullah The Butcher, pues no sabían qué hacer con él.

3. Nepotismo en la Capitol

Era harto conocido que para triunfar en el mundo de la lucha libre, había que renunciar a la Capitol. Savio Vega (TNT), Miguelito Pérez y Huracán Castillo son algunos de los luchadores que recogieron motetes y hasta llegaron a la WWF. Por su parte, Ray González decidió serle leal a Carlos y lo único que pudo crecer fue su abultada pipa. Sin embargo, cuando los hijos de Carlos entran al mundo luchístico, llegaron rápidamente a la cima.

Mientras los otros luchadores cobraban una Coca Cola con una combinación de arroz chino, Carli Y Eddie tenían suficiente dinero para comprarse los anabólicos que exige el cuerpo de todo gladiador profesional. ¿Por qué mientras el resto de los luchadores estaban pipones y con las carnes flácidas, los hijos de Carlitos lucían pectorales de cemento armado? Luego de esto, los hijos de Carlos llegaron a la WWE, mientras luchadores de la calaña del Chicano se tuvieron que dedicar al reguetón para poder comer.

2. No soportaba que le robarán la atención

Carlos detestaba cuando la atención se volcaba hacia otras luchadores, y aunque las tetillas de Carlos le rozaban los tobillos, este seguía arreglando los libretos para seguir siendo campeón universal. Miren si la sed de protagonismo de Carlos era tanta, que cuando Antulio “Kobbo” Santarrosa se convirtió en el villano más temido de Puerto Rico, decidió invitarlo a luchar para hacerle daño a las piernas de Antulio aplicándole la temida “figura 4”.

Observen a este abusador haciéndole daño a Kobbo.


1. Fue un mal ejemplo

El señor Colón le tomó el pelo a toda una generación haciéndose llamar “acróbata”, cuando apenas hacía una penosa voltereta que no llegaba ni a estrella. Por su culpa, muchos jóvenes pensaron que tenían madera para ser gimnastas, provocando frustraciones que eventualmente desencadenaron en adicciones a drogas y alcoholismo. Carlos Colón es muchas cosas, pero no puede ser llamado un “ejemplo” para la juventud.

Gracias por nada, Carlos Colón.

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