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5 cosas por las que miramos mal a los ponceños

Por: La Karla Figueroa

Soy de Carolina. Una tierra gigantes. Nuestro rey es Falo. El aeropuerto está en nuestro territorio (aunque no lo quieran aceptar). Tenemos playa y campo. ¿Usted vive en Isla Verde? Ah, pues usted vive en Carolina. Julia De ’’ Burgos y Roberto Clemente son parte de la lista de los ilustres carolinenses. Yo competí casi 10 años con el uniforme violeta y amarillo de la Escuela de los Deportes de Carolina y soy producto de María Auxiliadora (por lo que podía caminar a Plaza Carolina, el mejor mall de la isla).
 

Entonces, ¿usted entiende lo difícil que puede ser para mí trabajar con un ponceño? Desde que comenzó este año, Alexis Zárraga (uno de los hombres más odiados en las redes sociales) se sienta cerquita de mí. Macetaminofén no se mueve de su silla. Está todo el día con los audífonos puestos buscando cómo destruirle el día a dos o tres. Ah, pero no mencionen a Ponce. Ese muchacho escucha el nombre de su pueblo y se levanta de ese asiento más rápido que Tego cuando se fue de Los Seis De La Tarde. Es por eso que hoy siento la necesidad de tomar un segundo para explicarle las cinco cosas que he notado trabajando con un ponceño.

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1. “Soy de Ponce” es su apellido

Si hay algo que tienen en común las personas de Ponce y las que practican crossfit es que viven obsesionados con que el resto del mundo sepa estos datos. Te dicen su nombre y acto seguido van a encontrar la manera de meter en la conversación que son de ese pueblo que Dios ha decidido ignorar. ¿Usted ha visto a alguien de Hatillo diciendo de dónde es? No, eso no pasa. Pero los ponceños no pueden pasar por un lugar sin dar a conocer que son de “La ciudad de las quenepas”.
 

2. Si es de Ponce, es un orgullo

El orgullo debe tener sus límites. Por ejemplo, Tito “El Bambino” es de Carolina y a mí no me enorgullece eso. Si me preguntan digo que es de Jayuya o algo así. Sin embargo, los ponceños no tienen ese límite. Estos seres celebran las cualidades de Maripily y Tempo… Ya nadie los recuerda por Juan Morell Campos. No, dicen con orgullo que nacieron en el mismo lugar que Milly Cangiano y Pedro Juan Figueroa.
 

3. Reclutan personas de otro pueblos

Reclutar a personas de pueblos limítrofes es uno de los talentos de los ponceños (o al menos del que trabaja conmigo). Por ejemplo, si necesita ganar una discusión, él fija la vista en nuestro compañero de Guayanilla (pero que reside en Carolina) y le dice, como si fuera un padre orgulloso: “Tú sabes que ya Ponce te adoptó”… Y así, poco a poco, forman un clan peor que el que tenía Barceló en sus tiempos. Logran formar una ganga y, un mes después, aunque ellos están en tu territorio, te sientes como minoría.
 

4. Ponce es “la hostia”, pero viven en el área Metro (usualmente, en Carolina)

Esta es una de mis cosas favoritas. Los ponceños hablan de “La perla del Sur” como si fuera el Edén. Dicen que el mejor chinchorreo es allá. Que no hay un roadtrip mejor que ir a su pueblo. ¿Los mejores mantecados? Ponce. ¿La felicidad? En el pueblo de Luis Raúl… Ah, pero viven en el parking. Es más, viven en mi Carolina hermosa y disfrutan de las tripletas del Churry después de darse tres palos en alguna barra en la avenida Monserrate.
 

5. Metérse con un ponceño es aterrador

Yo soy de Carolina, pero no soy muy calle (como les he dicho en escritos anteriores, yo era una pobre que pensaba que era rica). Así que siento un poco de miedo al confesarle las cosas que he notado trabajando con un hijo de “La ciudad de los leones”. A lo mejor usted pensará: “¿Miedo? ¿Por qué?” La verdad es que pienso que en ese pueblo todo el mundo puede regar puños, hasta Mayita se ve que zumba una galleta a su estilista si no le hace los mechones del pelo del rubio perfecto. A la hora de defender su pueblo, esos seres se descontrolan como Manny cuando bebe.
 

Así que, como les tengo miedo, no me odien por este escrito, la verdad es hija de Dios y yo solo les estoy compartiendo las cosas que he aprendido pasando horas y horas con un ponceño. Es más, (aunque no quieran aceptar que le tienen que pedir la bendición a Carolina) parte de mí respeta ese orgullo que tienen los compueblanos de Ednita Nazario.

Ah, pero no me quiero ir sin recordarles que Churumba nació en Ponce, pero murió en San Juan (cerquita de Carolina).

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