No todos los días se presenta la oportunidad de manejar un auto de legendaria trayectoria, pero recientemente surgió una de esas ocasiones. Desde sus orígenes en 1970, el Z o Fairlady Z como se le conoce en Japón ha sido un modelo influyente en la cultura de los autos, arraigando consigo una fiel fanaticada. Aún recuerdo leer revistas a mediados de los 90 ‘s que hablaban de cómo el 300ZX Z32 podía mirar de “tú a tú” a los Porsche 911 y Corvette de esa época.
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Volviendo al presente, después de haberle dado un largo ciclo de once años al 370Z, tras quedar descontinuado en el 2020, finalmente Nissan nos trae un nuevo Z. Éste desecha la nomenclatura alfanumérica de todos sus predecesores, pero obtiene el diseño retrofuturista y la tecnología moderna que estuvieron ausentes hasta ahora. Algunos habrán notado que utilicé el término “nuevo”, en lugar de “totalmente nuevo”, y es que en realidad la marca creó este modelo de partes ya existentes como el motor V6 twin turbo de 3.0 litros que viene del Infiniti Q50/Q60 Red Sport, la plataforma FM “Front Midship” que se ha utilizado por los pasados 20 años desde el 350Z hasta el presente y la pantalla táctil de infoentretenimiento que es la misma que encuentras en casi cualquier otro producto Nissan. Aun así, lo más increíble es que, detrás del volante, el Z sí se siente como un modelo totalmente nuevo.
Visualmente no hay mucho que decir, el nuevo Z se ve simplemente espectacular y fue el centro de atención en todos los lugares a los que asistí. En una práctica que es poco usual, el diseño final resultó casi idéntico al concepto Z PROTO, ya que normalmente la versión de producción resulta ser bastante diferente al concepto. No todo el mundo es fanático de la parte delantera, especialmente el área de la parrilla y, aunque admito que es mi aspecto menos favorito del exterior, Nissan hizo un buen trabajo adaptando el frente del 240Z original a un auto seis décadas más moderno. Cabe señalar que los estándares para pruebas de seguridad en los años 70′s no eran remotamente tan estrictas como al presente, además ahora hay que incluir sensores y otros componentes que para aquellos tiempos no existían. Por otro lado, la parte trasera le rinde homenaje al 300ZX Z32, mientras que unos emblemas retro terminan de adornar el exterior. El resultado es un carro que luce bien en todos sus ángulos.
Esta generación del Z marca la primera vez en 25 años en que el modelo utiliza un motor inducción forzada y la primera vez en 20 años en que no tiene un motor de la familia VQ. El VR30DDTT es un derivado del V6 twin turbo de 3.8 litros del GT-R y, si bien era inevitable que llegará al Z en algún momento, sorprende que haya tardado tanto. Este motor no es tan vocal como los VQ, pero los supera ampliamente con 400 caballos de fuerza y 350 libras de torque desde las 1,600 rpm, números serios que no estaban fuera de lugar en un Corvette no hace mucho tiempo atrás. La prominente pegada necesita cada centímetro de las gomas Bridgestone S007 y del diferencial de deslizamiento limitado para poder aplicarla efectivamente en el pavimento, aún así en los primeros dos cambios es fácil sobrecargar las ruedas traseras. Afortunadamente, los frenos Nissan Performance (los pads delanteros son Akebono) están a la altura del tren motriz y paran consistentemente al Z. Creo fielmente que los frenos y el diferencial son razones suficientes para justificar la diferencia en precio del modelo Performance sobre el Sport base. Además, dejando claro que recomendaría elegir la transmisión manual de seis velocidades, la automática de nueve se desempeña muy bien y no se siente fuera de lugar en un deportivo. Como “ñapa” trae paddle shifters en aluminio inspirados en el GT-R y un sistema de escape más sonoro al no estar restringido por regulaciones de ruido que aplican al manual. En la transición, el Z ganó unas 150 libras de masa principalmente por los refuerzos adicionales al chasis y los componentes adicionales que acompañan a los motores turbo, pero es difícil percibirlas al manejarlo. Aun el modelo Performance no está equipado con suspensión adaptativa, sin embargo, Nissan logró encontrar un happy medium en la suspensión haciéndola firme, pero lo suficientemente cómoda para ser un auto de uso diario.
Por dentro hay algunas partes familiares, al igual que novedades importantes. El Z ahora tiene tecnología contemporánea como una pantalla táctil de 9 pulgadas con conexión a Apple CarPlay y Android; ambas llegan por primera vez al modelo. La cámara de reversa ahora se proyecta en la pantalla del radio en lugar del espejo retrovisor como antes. Los tres clásicos medidores en la parte central superior del dash dan información como voltaje, libras de boost y, el más curioso de todo, un tacómetro para las turbinas. Un panel de instrumentos digital configurable eleva la cabina que en general es muy superior a la del 370Z.
En general, el nuevo Z es un digno sucesor y mantiene intacto su clásico linaje. Es un deportivo que no te castiga con una suspensión dura y no te obliga a sacrificar comodidades modernas, lo puedes usar todos los días si así lo quisieras. Nissan está dirigiendo la mayoría de sus recursos hacia unas ambiciosas metas de electrificación por lo cual es entendible que no hayan desarrollado una nueva plataforma para el Z y, aun así, lograron crear algo que se siente especial. La electrificación llegará al Z en un futuro a mediano o largo plazo, por lo que existe gran probabilidad de que este sea el último con motor de combustión. De esto resultar así, no pudo haber sido despedido de mejor manera. El Nissan Z no es sólo un triunfo para los fanáticos del modelo sino para todos los entusiastas en general.
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