Jarana

El Puente Rosado de Cataño no cruza a ningún lao' pero se augura gozo

Esto va a ser un palo, Cano. Pal de quiosquitos de guarapo, uno que otro food truck con lechón pa los guaynabitos, pal de pincheros y un trío cantando boleritos los domingos... hasta un dominito sale aquí. Canito, dile también a ornato que esté atento pa' recoger las changas de los filis, que el amor es extraño y descontrolado.

rosa

Desde que al Amolao’ se le quedó la cabeza del Colón ruso encerrá en un almacén de Cucharillas tras una gienda de Palmolive no se veía algo tan sublime en Cataño.

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Esto augura más gozo que un jonrón de Puchungo en un utópico juego de playoff de los Lancheros con Kendo Kaponi vitoreando junto a Igor en las gradas.

No es el Golden Gate, tampoco el Brooklyn Bridge. Esto no es el Sydney Harbour. El Puente Rosado de Cataño es otra cosa. Magia, pasión, ilusión… por ahí es que va el sueño cumplido del Cano.

Los envidiosos, por supuesto, rápido salen a comparar esta joya única con el London Bridge y el Hangzhou Bay. Pero no, no hay comparación alguna. Este puente no es para cruzar de un lado al otro, sino para penetrar el alma de los amantes, pues todos sabemos que en numerosas ocasiones los viajeros en Yelp han comparado la Bahía de Cataño con las más románticas locaciones que puedan ofrecer ciudades como Verona, Sintra, Udaispur y hasta Aspen.  Si no fuese por la mano dura del Cano con la criminalidad, las lujurias en Cataño alcanzarían proporciones bíblicas, una Gomorra moderna con olor a cuchifrito y goma quemá’ le llamaríamos.

De inmediato, vinieron los múltiples SABELOTODOS de Twitter a echarle meaíto apestoso cibernético a la gran fiesta rosada del Cano, quien, según los rumores, ya habló con Lou Briel y Zeny y Zory para que le bauticen el puente con coplas dedicadas al amor.

Nada, veamos esta nueva sensación catañés a continuación:

 

Cataño, el Monte Carlo boricano….

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