Jarana

Cosas que nunca hemos entendido de las telenovelas mexicanas

Las novelas mexicanas son un tema digno de una tesis… bueno, seguramente hay quienes ya han perdido el tiempo haciéndola. Claro, hay varias claves para poder entenderlas. Después de todo, estas historias de hijas de padres millonarios, los huérfanos que siempre ayudan y el cambio de bebés al nacer son recursos que los guionistas han explotado en casi todas las producciones.

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¿Quién inventó sus nombres compuestos?

Es decir, María Francisca, María Mercedes, Luis Fernando, Francisco José, Julio Armando… todos parecen salidos de un autor que tiene las intenciones de Alejandro Dumas, pero que también tiene dentro el buen gusto de Snooki. Es decir, sabemos que hay toda una tradición de nombres solemnes y compuestos que vienen desde la Colonia (no solo en México, en toda Latinoamérica). Pero es inconcebible que alguien, en pleno siglo XXI, tenga tres nombres seguidos que combinen flores, valles, y apodos de santas, a menos que sea de la realeza.

¿Por qué todas resultaban ser las hijas de un tipo rico?

Es en serio, ¿de cuando acá las mujeres de clase alta resultan de empleadas del servicio? ¿Cómo era socialmente eso posible?. Criadas por grupos marginales de la sociedad, por alguna rebuscada razón, estas pobres analfabetas terminaban siendo las hijas de Warren Buffett, o alguien parecido. Alguien debe explicar cómo un tipo que jamás en su vida irá a un barrio marginal resulta involucrado en un intercambio de recién nacidos con alguien a quien jamás volverá a ver en su vida.

¿Por qué todos hablan solos?

Lo más común en las novelas de Televisa es ver a los protagonistas hablando solos de sus planes, sea de espaldas o ante el espejo. ¿Nadie los oía? ¿Qué acaso no era mejor transmitir su voz en off? La mirada ensimismada, la voz de loco y su vocalización no tenían precio.

¿Qué acaso para hablar con alguien no hay que mirarlo de frente?

Otro de los &#39sellos de fábrica’ de las novelas mexicanas es que cuando se hablan de cosas delicadas, el que dice los parlamentos siempre habla de espaldas al otro. Puede que como efecto dramático hubiese funcionado en las primeras novelas, pero abusar de ese recurso podía ya verse raro. ¿No podían hablar como el resto de las personas, es decir, frente a frente?

La Virgencita de Guadalupe tiene más cameos que cualquier famoso en la película de &#39Los Muppets’

Es decir, es buena, válida y respetable la expresión de la espiritualidad. Pero en serio, ¿no tenía la &#39buena’ nada mejor que hacer que ir a rezar por &#39Francisco Fernando’, con mantilla, frente a la Virgencita de Guadalupe? El ícono religioso aparecía más que cualquier personaje relevante dentro de la trama.

Las malas, lobísimas y las buenas, aburridísimas

Es curiosa la relación entre las mujeres malvadas y la moda. Estas podían ponerse la sombra azul, el labial rojo y las pieles en plena hacienda bananera y no desencajaban. Lentejuelas, blowers y habladito afectado eran los elementos más comunes para identificar a la mala de la telenovela. En cambio las buenas no rompían un plato, y Heidi, la niñita suiza, se veía como Miley Cyrus comparada con ellas. Para ver por qué se vestían así pinche acá.

Sí, todos los malvados mueren de manera horripilante

Ninguno de ellos escapa con los millones y merece un buen retiro en las Islas Caimán. Todos tienen que resultar muertos de las maneras más truculentas, como si desligarse de las reglas mereciera el final más creativo y aterrador posible. Fritos, quemadaos vivos, con su auto en el abismo… todo es válido cuando se trata de darle el final menos digno posible al malvado.

¿Por qué pelean por un idiota?

Es en serio: la mayoría de galanes, en toda la novela, servían para tres cosas. No tenían personalidad, eran fácilmente manipulables, y siempre se dejaban dominar de la mala de turno, que les podía meter hasta hijos de otra raza si esta en cuestión era creativa.

Asimismo, creían cualquier mentira que les contaban de la tipa buena. ¿Pelean por eso? Los personajes malvados masculinos eran mucho más interesantes.

Las criadas son tontas, condescendientes o intrigantes

Hay dos tipos de criadas: la que es igualita al &#39Tío Tom’, tipo la afroamericana que sale en &#39Marimar’, o Celia Cruz en &#39El Alma no tiene Color’. Todas con habladito de tonta, maternales y tremendamente ingenuas. Hay otro tipo de criada: la intrigante que se pone del lado de la doña. Esa era de voz afectada y también medio cursi (vea a la criada de Angélica, de &#39Marimar’, era como ver a Zazú, el mayordomo de &#39El Rey León’, pero en mujer). También delataba a la buena en su más mínimo error. ¿Cuán indigno puede ser un puesto no ejecutivo?

Siempre hay un huérfano que te puede ayudar

&#39El Pachas’ &#39El Pulgas’, y otros ridículos apodos eran los del niño del barrio que siempre resultaba siendo el paño de lágrimas de la buena. Nadie hacía nada por él, ya que era lo suficientemente astuto como para &#39sobrevivir’. Al final crecía y se hacía multimillonario.

¿Por qué todos terminan siendo multimillonarios?

En serio, todo el barrio de la buena termina más rico que Mark Zuckerberg sin haber hecho una sola cosa para lograrlo. De repente, nadie es un perdedor, ya que la tipa se queda con el marido rico y ayuda a todos. Nadie tiene mala suerte, ni le cae un rayo.

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