Jarana

Bachatas para enamorarse en un chinchorreo de domingo

Pa' hoy no tiene precio

El chinchorreo es algo así como la liberación criolla. En ellos se manifiesta la esperanza de un pueblo que se va encontrando poco a poco entre la lujuria que representa un lechón asa’ y su cuerito, así como en la calentura de una buena morcilla con pique y las tradicionales frituras.

El puertorriqueño chinchorrea porque hay que hacer patria. Y en ese devenir patriótico se reproduce nuestro nacionalismo vanguardista y nuestra riqueza cultureta. Como aquí en El Calce nos preocupamos porque esas misiones del pueblo se completen de una forma decente y sin cafrerías, te ofrecemos un menú musical de bachata, para que te enamores cada vez que salgas a llenar la pipa de cerveza y grasa.

Monchy y Alexandra, para enamorase en Guavate 

Estamos en verano y Guavate SIEMPRE es una opción para una cita romántica. Después de darle pa’ abajo a un par de cueritos de lechón y de jampiarse un par de morcillitas con cerveza tibia, siempre es bueno despejar la mente con buena música. Procura que luego de incrementar los niveles de colesterol nunca te falte Monchy y Alexandra.

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El Torito, para el jangueo en Piñones

Janguiar con tu media naranja en Piñones es una de las aventuras más emocionantes de la vida terrenal. El humo y el olor a leña intensifica la fragancia volcánica que enciende tu ser. Los bacalaítos y las alcapurrias nunca faltan y, entre el salmorejo de jueyes y las arepas rellenas de pulpo, cualquiera termina sometiéndose a la otredad que alimenta el alma. El Torito sabe que soltarse el pelo es la clave para llegar al cielo pasional, así que procura que su melodía refresque tus virginales oídos y los de tu pareja, para que puedan regalarse un mundo nuevo luego de comer piononos con agua de coco.

El Chaval, para reconquistar corazones en la montaña

Reconciliarse es un arte, por eso la poesía es fundamental para el bienestar de los seres que aman con una Keystone en la mano. En el chinchorreo también se vale el arte y los detallitos poéticos, por eso El Chaval tiene que sonar a todo volumen en las bocinas de algún Jeep Renegade del ྈ siempre que se convoca un jangueo all inlcusive para Villalba, Barranquitas o Morovis. Procura cantar el siguiente himno mientras clavas tus pupilas en la doncella que robó tu corazón algún verano cualquiera, mientras hacías un par de muslitos de pollo en un BBQ con carbón.

Anthony Santos, para amar en la borrachera

Luego de castigar la anatomía con frituras o tostones con ajo, lo que toca es refrescarse con alcohol. Y amar alcoholizado no es tarea fácil, más cuando se chinchorrea en la Guancha o en los Kioskos de Luquillo. Por eso, ante la gozadera, toca inyectarse con la purina musical de tipos como Anthony Santos, un tenor dominicano que con su canto gregoriano multiplicó el amor en la cuenca caribeña. Cuando se baila la música de Anthony, se come carrucho frío y se bebe Shaeffer caliente.

 

Y no, no pondremos nada de Aventura ni de Romeo Santos. ¡Esa cafrería no!

 

 

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