El comienzo
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Desde los fríos montes de Trujillo Alto, Misael González Trinidad jugaba con su bicicleta y era admirado por sus panas del barrio, ya que era tan diestro con el vehículo de dos ruedas que podía ‘wheelear’ subiendo las cuestas. Charlie le apodaban, y sus destrezas en el deporte de las dos gomas no solo lo hicieron merecedor de decenas de aplausos entre los títeres de la barriada, sino que su fama se extendió desde Carola hasta Bayamón, donde cambió su bicicleta Huffy por un fourtrack… y es aquí donde nació la leyenda.
Charlie era un tipo sencillo, de esos que desayunan tripletas y siempre combinan el color de los calzoncillos con las medias, y se ganaba la vida en diferentes facetas: lo mismo animaba las actividades musicales en los pulgueros que vendía piezas de motoras. Este agradable sujeto carecía de enemigos, pues si algo lo destacaba era su “don de gente”, algo que él sabía y cuyo poder lo iba embriagando poco a poco. Su fama como “el mejor wheeleador de Puerto Rico” se extendía a través de sus redes sociales, donde Charlie convocaba a corridas ilegales en fourtracks por pura diversión; este hombre con sonrisa de niño era “el outlaw” favorito del pueblo, ya que no le temblaba el pulso en agrupar más de 100 mozalbetes motorizados y romper todas las leyes del tránsito posibles. Cada vez que el señor González hacía un “bernáo”, sentía el mismo poder que Thanos cuando apretaba el puño con el guantelete… él sabía que era un líder que nació en las entrañas del pueblo y de eso no había duda.
El ascenso
Las corridas del temerario motorista cada vez eran más conglomeradas, y en la monarquía de la calle ya estaba clara que solo había un soberano: El Rey Charlie. Los periódicos comenzaron a reseñar sus concurridas actividades donde se reunían cientos de motociclistas para hacer ruido, meterle al ‘boceteo’ sin misericordia y correr por todo Isla Verde sin encomendarse a nada.
En una ocasión, un policía fue atropellado por un miembro de la corrida, pero eso no detuvo la actividad, ya que si algo estaba claro era que en la Policía estaban luciendo como unos zánganos pues no podían bregar con tanta gente. Charlie sabía lo que hacía y estaba orgulloso de su capacidad para burlar a los guardias, y tanta adrenalina sentía con estas corridas que decidió llevarlas a Bayamón #2: ese extraño lugar llamado Kissimmee. En esas tierras donde viven miles de boricuas, Charlie extendió su reinado y se hizo dueño absoluto de la brea, sin importarle que allá las leyes son más agresivas que en “la isla de la impunidad”. Fue en ese lugar donde se formó un revolú y la Policía llegó al lugar; luego de que los videos del evento corrieran por las redes y fuera criticado, Charlie no se echó pa’ atrás y se expresó: “dejen el show, ridículos, porque eso que pasó en Orlando el domingo es parte de la cultura puertorriqueña”.
El rey habló… y todos hicieron silencio.
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El pueblo ama a su rey
En el verano del 2019 explota la noticia de un escandaloso chat donde varias figuras del gobierno -incluyendo el gobernador Ricky Rosselló- hablaban diferentes asuntos. Unas 899 páginas fueron liberadas provocando la indignación y coraje del pueblo que salió a la calle a exigir renuncias. El Rey Charlie observaba todo desde su trono y decidió participar de las protestas, pero no estaba solo: vendría con los jinetes de la brea. Cuando Pe Erre se enteró que Su Majestad se uniría a las protestas se alegraron, pero lo que no sabían es que el Rey no solo vendría con toda la caballería, sino que unificaría varios caseríos que estaban en guerra. Los políticos estaban acostumbrados a las protestas donde solo llegaban los mismos grupos, pero esta vez sería diferente, ya que los representantes de la clase pobre se engancharon en sus motoras para dar un desfile por toda la isleta del Viejo San Juan, mientras los policías solo se limitaban a mirar sus celulares y rascar sus barrigas.
Esto lo vio todo Puerto Rico a través de las cámaras de Wapa, quien había enviado a su corresponsal Kefrén Velázquez (luego de esto fue bautizado como El Kefro, pero otro día contaremos su historia) y junto a un camarógrafo documentaron el momento en que el Rey Charlie se convirtió en el monarca de la calle y Pe Erre se rendía ante su Rey. La isla amaba a Charlie, y el pícaro chiquitín estaba disfrutando el protagonismo que siempre soñó. Fueron muchas las entrevistas que tuvo, fueron muchas las fotos que tuvo que tirarse, y en una corrida se hizo el mimado de una isla que carecía de líderes.
La caída
El sábado 18 de enero de 2020, un grupo de ponceños abrieron un almacén ubicado en La Guancha que contenía suministros desde el huracán María y que no llegaron a los necesitados. Esto levantó la ira de los boricuas, porque mientras miles de personas fallecieron después del huracán y que miles de boricuas estaban siendo afectados por un terremoto ocurrido el 6 de enero, el gobierno decidió esconder la ayuda y aún no dan explicaciones del porqué lo hicieron.
Nuevamente, el pueblo se levantó y convocó a una protesta… pero esta vez, el Rey no estaría de su lado.
Charlie subió a sus redes un video en el que decidió no mover a sus soldados, ya que para él esto afectaría la economía. A pocas horas de postear el video en sus redes, aparece en varias fotos acompañado de políticos del Partido Nuevo Progresista, cosa que levantó ronchas en los fanáticos de Charlie pues se sintieron que el monarca se les viró y los apuñaló.
Cientos de memes comenzaron a correr en las redes, mientras más fotos y videos con políticos aparecían. Para los boricuas esto es alta traición, y ahora dudan de las intenciones del temerario motociclista en el verano del 19. Otros alegan que Charlie siempre fue una ficha de Thomas Rivera Schatz, pues no es un secreto que el PNP está más roto que el corazón de un despechado, y que Schatz y Ricky eran enemigos. Lo que sí está claro es que el Rey perdió su corona ante la gente, y ahora solo nos queda una pregunta: ¿podrá tener su redención o terminará en la guillotina de la opinión pública?
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