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Arte: Los que llegaron para quedarse

 

En momentos en que la orden del día es enfatizar que Puerto Rico se está vaciando, la industria del arte crece no solo gracias a nuestros talentos, sino a muchos artistas extranjeros que han encontrado en la isla un espacio perfecto para desarrollar su trabajo.

Cifras demuestran que 176,000 puertorriqueños han abandonado la isla entre 2005 y 2010. Pero ¿y los que llegan? ¿Los que se quedan? ¿Por qué nunca se habla de los que ven a Puerto Rico como una oportunidad?

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Hoy hablamos con cuatro artistas, todos extranjeros, que, pudiendo haber escogido cualquier lugar para desarrollarse como profesionales,  decidieron hacerlo en Puerto Rico.
 

Ulrik López, original de México, explicó a EL CALCE que llegó a Puerto Rico en 1997. El plan original era permanecer en Puerto Rico 4 o 5 años, pero al final él y su familia terminaron quedándose.

“Me considero un escultor principalmente, pero me gusta emplear el término de amateur para denominar mi práctica como artista. Me agrada relacionarla con un amateur forense o arqueólogo, que interpreta materiales e imágenes para verbalizar de alguna forma la información que contienen a priori. Es decir, que manejo objetos y materiales a manera de fósiles que esperan ser traducidos, utilizando su capacidad de transmitir ideas, información o experiencias para abordar problemas dentro de la percepción y representación. Me interesa mucho cómo los objetos pasan de ideas a fenómenos en relación al espacio”, explicó López sobre su trabajo, y añadió que, aunque se desempeña entre Puerto Rico y México, cosa que crea un balance entre su trabajo y su forma de vivir, considera a Puerto Rico como su base de producción. Agregó que “la isla es un lugar increíble para trabajar, ya que tanto los obstáculos como las ventajas que existen en Puerto Rico, en relación a la producción artística, me han beneficiado mucho en mi desarrollo”.

López se queda en Puerto Rico porque, primero, ya es su hogar y, “segundo, porque está insertado en el centro de la gran Cuenca del Caribe. Este archipiélago, como geografía, como forma de vida y como manera de pensar, se vuelve cada vez más relevante en mi trabajo”.

Por otra parte, en los últimos años se ha hablado de un boom, en arte local. Sin embargo, López opinó que no considera que exista un verdadero boom en la isla, pues “Puerto Rico tiene hace más de diez años una serie de proyectos importantes que han logrado una visibilidad internacional, la que fue más latente en los pasados tres. El boom al cual algunos se refieren es resultado de una difusión local, de una idea de lo que es el arte en Puerto Rico. Sin embargo, creo que ese supuesto boom es producto de un arte, más que nada, publicitario”.

“Lo que sí me parece que está ocurriendo es que poco a poco se llenan las lagunas vacías que complementan la escena cultural, y eso me entusiasma más que cualquier boom”, opinó el artista y agregó que un ejemplo muy concreto es el proyecto de la Galería Agustina Ferreyra pues “ha contribuido a exhibir artistas extranjeros que tal vez de ninguna otra forma se podría conocer su trabajo estando en Puerto Rico. Esta aportación, de una perspectiva más internacional, es de mucha importancia”.

Finalmente, el escultor dijo que lo mejor de desempeñarse en la isla es “tener tres cosas muy cerca: el mar, el campo y la urbe. La posibilidad para un artista de poder oscilar entre estos tres escenarios tan fácilmente como en Puerto Rico es una verdadera riqueza”.
 

Y fue esa mezcla de escenarios la que también enamoró al tatuador Giorgio Conetta, quien se desempeña en el shop Color Conspiracy, en la calle Loíza, en Santurce.

“Puerto Rico es una mezcla entre Perú, de donde soy yo, y Miami, donde viví durante 10 años. Es el clima de Miami con lo colonial que puede ser Perú y la gente, eso me llamó la atención y fue uno de los motivos por los cuales me terminé quedando”, dijo Conetta, aunque, si quieres un tatuaje con él, debes procurar a Gio, quien añadió que “artistas buenos hay en todos lados. Cuando uno llega a un lugar, se trata de lo que uno puede aportar como persona”.

Conetta, quien lleva seis años tatuando, relató que su plan original era venir a Puerto Rico durante una semana, pero “dije no, al carajo, y moví el pasaje para dos semanas después”. Hoy lleva más de seis meses en la isla.

Gio, quien considera que lo mejor de su profesión es “el estilo de vida, porque yo amo lo que hago; no es trabajo para mí. Es marcar la vida de la gente, los viajes… Si tengo un día libre, usualmente estoy en el shop dibujando”, señaló que se especializa en lo que se llama New School, “que son diseños algo caricaturescos, con facciones bien exageradas”. También trabaja diseños negros y grises, ya que “los grises son estilo realista y los realismos son un poco más técnicos y es divertido para mí agarrar una foto súper chévere y copiarla lo más perfecto que pueda. Pero lo que más me llama la atención es el New School, porque es algo que está solamente en mi cabeza y me permite expresarme más”.

Por otra parte, este artista sí considera que hay un boom de arte en Puerto Rico, ya que siente una gran presencia de muralismo y pinturas. Además, “hay galerías en todos lados. La mayoría de las personas que conozco son artistas, ya sean músicos, pintores, escritores, tatuadores o están en el mundo culinario”. Agregó también que ya la gente no le tiene miedo a tatuarse, porque se informa mejor acerca del tema. “Por eso hay más arte. La gente se está tatuando cosas más chéveres hoy en día porque están más en contacto con el mundo del tatuaje”, dijo.

“¿Por qué apostarlo todo en un lugar donde todo el mundo se está yendo?”, preguntamos. A lo que Conetta respondió que “el que no se arriesga no logra. Conozco a Juan Salgado (uno de los más destacados tatuadores puertorriqueños) hace unos años y siempre quise trabajar con él porque es un buen mentor. Aquí tengo ese chance. Esto es como una universidad para mí… Venir para acá fue casi un movimiento académico para yo mejorar y ofrecer también lo que yo sé”.
 

Y en esa misma cultura de los tatuajes se encuentra Miguel Del Cuadro. Original también de Perú, y quien habló con EL CALCE mientras diseñaba el tatuaje de su próximo cliente, además de marcar la piel de muchos, es un destacado muralista.

“Aquí he estado trabajando muchísimo más, no solo en tatuajes, sino lo que es murales y cuadros. He visto un progreso rápido en un año y medio, que es lo que llevo aquí… Todo lo que es el street art (arte callejero) está como que explotando en Puerto Rico y eso motiva a uno a seguir pintando”, dijo el talentoso joven.

Miguel, quien recientemente dejó su trabajo plasmado en las calles de Wynwood, Miami, relató que no tenía planes en lo absoluto de mudarse a la isla.Vine la primera vez por una semana y, pues, puse en la balanza los pros y los contras y me convenía más vivir aquí, aparte de que me encanta la isla. La pasé súper chévere la primera semana… Y la sigo pasando increíble”, señaló, luego de explicar que llegó a Puerto Rico porque conoció vía internet a Salgado (propietario de Color Conspiracy, lugar donde labora el artista).

Asimismo, Del Cuadro está consciente de que llegó a la isla en un momento en que hay muchas personas saliendo de ella. Sin embargo, considera que la fuga de talentos “depende mucho de a qué te dediques. Por ejemplo, en las carreras convencionales, si comparas Estados Unidos con las instalaciones de aquí, económicamente, pues se van a ir la mayoría. Pero yo creo que los que se quedan son los que les gusta el estilo de vida y los que se dedican a las carreras no convencionales como nosotros”.

Como tatuador, lo que más le deleita es poder plasmar en las personas sus propios dibujos, cuando le dan “libertad artística, sin seguir ningún tipo de ataduras, solo ciertas ideas. Pero, en general dejo fluir las cosas, lo que se me ocurra, no limito mi imaginación”. Agregó también que una parte interesante de su trabajo es que puede interactuar con personas distintas todos los días. “Además, aparte de tatuador, uno a veces hace el papel de psicólogo. Pero es súper chévere el dejarle algo de arte a una persona por el resto de su vida. Bueno, también es una responsabilidad grande”, dijo.

Finalmente, el artista, que considera que los tabús que tienen algunas personas en relación a los tatuajes son solo “una forma más de prejuzgar a las personas porque, obviamente, eso (un tatuaje) no te va a hacer mejor ni peor que nadie”, expresó que con el tiempo se ha dado cuenta de que los boricuas son “gente súper amable y serviciales, que les gusta enseñar su cultura; reciben bien. Lo que me gusta (de Puerto Rico) es que no es segregado; todo el mundo se junta. Hay sus diferencias sociales, pero no se nota tanto. La gente es unida. Yo creo que es por el mismo estilo de vida. Aquí aprendí a relajarme. Bueno, no demasiado, pero aprendí a vivir con calma”.
 

Se puede decir que fue ese mismo ambiente y buena vibra local que describe Del Cuadro lo que hizo que Juan Bautista Climént Palmer decidiera quedarse en Puerto Rico.

“Mi madre es puertorriqueña, pero yo me críe en la Ciudad de México. Estaba bastante cansado del modo de vida en la megápolis. Uno vive allí rodeado de un gris cenizo constante. Desde mi infancia, las visitas a Puerto Rico representaban salirme de aquello. Pasaba todo de ser gris cenizo a verde con destellos dorados. Eso siempre alivió mi espíritu”, comentó el artista, quien comenzó sus estudios universitarios en México, pero en busca de “dejar todo ese modo de vida” se transfirió a la Escuela de Artes Plásticas de Puerto Rico (EAP). “Ahora he generado un vínculo de pertenencia con la Isla”, explicó el joven que se identifica como dibujante, porque “es lo único que sé hacer desde que tengo memoria”.

El artista, quien recientemente expuso su trabajo en la galería El Cuadro Gris, bajo el título “Capítulo cuarto, la garantía del anonimato”, explicó que su obra “no es más que mi esfuerzo por responderme las preguntas cosmogónicas básicas de la existencia. Lo que hace cada individuo en su intimidad, sean o no sean artistas. Esto me ha llevado a generar una mitología personal. Pero es personal superficialmente. En el fondo, todas las mitologías son una y solo una”, y agregó que lo mejor de desempeñarte como artista en Puerto Rico es “que te rodea un manto azul que te recuerda todos los días que no vives en una Isla, sino en el mundo entero”.

Asimismo, Climént Palmer, quien considera que el boom del arte en la isla “comenzó hace siglos, y aún resuena el estallido”, explicó que “a veces pensamos que las grandes ciudades con importantes museos son ideales para desarrollarnos artísticamente. (Sin embargo), el arte viene de una fuente que antecede a la humanidad. La naturaleza tiene que enseñarnos más que cualquier museo. Esta isla guarda un patrimonio natural exquisito. Quien no se sensibiliza ante un atardecer en el trópico o ante la luna llena en medio del bosque tropical, ¿cómo se puede sensibilizar ante una obra de arte realizada por un humilde humano? ¿Cómo considerar más grande cualquier creación humana que la creación en sí misma? Puerto Rico, la isla en sí, guarda muchas de las mejores pinceladas de la creación, y su contemplación me retiene en este punto de la esfera”.

Dicho esto, y luego de las entrevistas realizadas por EL CALCE, una cosa está clara: La costumbre, lo cotidiano, el día a día, ha causado que muchos boricuas no se den cuenta lo que ofrece su entorno. Tienen que ser extranjeros quienes les recuerden que aún hay cosas buenas pasando.

Quizás sí, hay más oportunidades laborales para personas con profesiones no tradicionales, pero es la gente, los escenarios y la misma isla en sí, lo que logra convencer a muchos de arriesgarlo todo en Puerto Rico, un lugar que, aunque para muchos, ya no promete éxito, para otros representa un espacio inspirador… Aunque, en honor a la verdad, ¿qué lugar promete éxito?

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