¡Sobrinitooooosssssss! Llegó Macetaminofén, el mismo que disfrutó el concierto de Residente desde la parte de atrás del Lote 4 porque no iba a meterse al bullicio, pues no hay nada más hediondo y sudoríparo que una borracha multitud con ideales de izquierda bailando al son de tribus indígenas. ¡La bendición a Tío!
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Amigos, ustedes saben que las redes sociales son un lugar extraño en el que cualquier desempleado -o subnormal con un vicio de Klonopin- puede lograr una carrera medianamente exitosa a fuerza de likes. Hemos visto triunfar a comediantes que se visten de mujer, a puti-influencers dando lecciones morales, gurús en el sospechoso mercado de monedas virtuales y carismáticos adictos a la gula. Lo hemos visto todo… bueno, casi todo.
En los pasados meses se volvió popular un grupo de varoncitos con manos suaves llamados “Masculinidad Élite”. Estos chicos amantes de la poesía se reúnen para diferentes actividades, como hacer ejercicios semidesnudos, realizar ‘shootings’ de fotos en el aeropuerto y jugar lucha libre en la playa. Puede parecer como cualquier otra fraternidad con inclinaciones homoeróticas, pero este clan de soñadores tienen una intención oculta: vender humo.
Hace unos meses atrás en La Hora Machorra presentamos un clip en el que estos chicos corrían por la arena -como si fuera un field day de afeminados, cuyo trofeo era un dildo de oro-, uno de ellos daba un speech más vacío que la alacena de Kiko Blade, y todos terminaban en el mar para ejecutar una dura prueba: ahogar a uno de los miembros porque este debía aprender una valiosa enseñanza.
Cualquiera diría que era alguna prueba militar, pero todo tomó un giro extraño cuando al totón chamaco que estaban hundiendo en el agua le preguntaron qué pensaba cuando le faltaba el aire. El tipo -jadeando aturdido, pues apenas se estaba reponiendo de que su sensei le trepara los testículos en la nuca- con dificultad le dijo “RESPIRAR”. Cuando yo vi eso no sabía si estaba presenciando la iniciación a la pandilla más pendeja del mundo o era un sketch de comedia escrito por Miguel Morales.
Pensé que era algo temporero, pero si hay algo majadero lo es el fokin algoritmo cuando cree que te interesó algo solo porque te quedaste mirándolo unos minutos, así que este se creyó que a mí me interesaba ser parte de esa sociedad de embusteros. Cada video que me aparecía era peor que el anterior.
En una ocasión, apareció un barbero que -con la misma seguridad de Yomo narrando que ha sido millonario tres veces- expresaba que “cobraba cien dólares por un recorte”. Ok, eso está bien, se puede cobrar lo que te dé la gana por el trabajo que uno realiza, siempre y cuando haya algún zángano dispuesto a pagarlo. Lo que está cabrón es que el tipo alegaba que los cien dólares no eran solo por el corte de cabello, sino por la mentoría y por pasarle el miembro por los codos.
Yo creo que todos los barberos de Puerto Rico deben indignarse con el distinguido, pues por años -y décadas- han sido ellos los psicólogos de los caballeros que van semanalmente buscando acicalarse para sentirse bien con ellos mismos. Los barberos tuvieron que oír las penas de sus clientes sin subirle al precio del recorte, y ahora este tipo se cree algún mesías de la barbería y resulta que tienen que escucharlo a él. ¡No, ‘ombe, no! Entonces, algo bien peculiar de “Masculinidad Escasa Élite” es que siempre hablan de una figura casi suprema: “MI MENTOR”. Los mentores -no sé si es un solo mentor absoluto- son como unas figuras sagradas o divinizadas, pero que dan una enseñanzas tan básicas como “si orinas la tapa, debes secarla con un poco de Charmin”, o “si no tienes circuncisión, debes retraer el prepucio y limpiarlo bien pa’ que el pescuezo del miembro no te coja costra”.
En cada video -porque parece que sí, que el fokin algoritmo tenía razón- notaba que las cantinfladas iban escalando, y cada dinámica decía las mismas estupideces que zumba un conferenciante en el ‘improvement day’ de una compañía. La cosa seguía poniéndose peor, pues en otros visuales aparecía el barbero que mencioné arriba roncando que estaba en una mansión valorada en tres millones de dólares. El chamaco tomaba de la mano a su esposa -cuyo rostro anunciaba que estaba incómoda modelando frente a una casa ajena- y decía que “por ganar diez mil dólares mensuales podía estar en lugares lujosos”. O sea, este pana estaba roncando con una residencia que ni siquiera tiene alquilada; esto es como grabar un video hablando de éxito frente al Castillo Serrallés en Ponce. Hay que ser bien naco y bien charlatán pa’ hacer algo así, pana mío.
En otro de los videos, el líder -un sujeto muy parecido a Lord Farquaad con la voz de unas uñas pasando por la pizarra- dice que “los hombres tienen espalda ancha para afrontar los problemas y las mujeres poseen caderas para que las muevan”. Yo estuve como dos días intentando comprender la profundidad de estas palabras, que para mí superan la fábula de los dos lobos hambrientos de Wisin. También aparecieron metíos en un avión privado -como diez tipos ensalchicha’os- cantando “Roncamos porque podemos”, a la misma vez que bebían el whiskey de los deudores de ASUME: Black Label. Tengo que aceptar que poco a poco me fui volviendo fan de su contenido, pues a mí siempre me han gustado las historias de los peliculeros.
Resulta que estos panas lo que hacen es vender una “mentoría” perfumada de una filosofía simplona, unas pinceladas del evangelio de la prosperidad y pizcas de motivación. Básicamente, son como muchos pastores sin iglesia hablando de algo grande y que solamente quieren una cosa: tu dinero. No es ilegal ganarse el dinero de esa forma, el que está mal es el zángano que se deje meter las cabras de esta gente.
Todo el mundo quiere hacer chavos sin tener que joderse, pasar el proceso y aprender en el camino… to’ítos quieren llegar a la meta porque juran que lo merecen. Aquí nadie es experto en nada, todos estamos viviendo un día a la vez y tienen que estar claros con algo, mis hijos: eso de que tú das chavos para aprender a hacer más dinero no es real. La sabiduría se paga con el tiempo… y no hay billetes que compren la experiencia. ¿Vieron? Les acabo de dar una clase y GRATIS. No se dejen coger de pendejos con la Masculinidad Élite, que allí ninguno es alfa y lo más espartano que tienen es cuando se abrazan sin camisa como si fueran la versión porno de la película “300″. Después de “los borifeministos”, esta es la última trinchera beta.
En el próximo escrito llamado “Mireddys Ayala: la Dalila del Sansón urbano”, tocaré el tema del divorcio de DiWai, en el que hablaremos del contrato que el siervo firmó con el peor de sus enemigos. 🦍✏️🫡