Macetaminofén, el mismo que siempre dice un rotundo “NO” cuando le piden un pesito en el supermercado para donar a alguna causa benéfica, hoy vuelve a El Calce para darle a mi gente eso que tanto les gusta. Mera, dile ahí que si mis letras fueran gatos, ustedes serían los hambrientos haitianos. ¡La bendición a Tío!
Los que me leen desde La Letrina saben que yo soy un seguidor del reggaetón viejito, y tengo más años escribiendo sobre el género que el tiempo que Lizmarie Quintana lleva como lesbiana. De hecho, fui el irresponsable que se puso a regar por todo el Internet -en los tiempos de MySpace- que Lizma era Don Omar con ropa de mujer. Al principio pensé que William Omar era Glory, pero descarté la idea cuando los vi bailar juntos en un concierto de Héctor y Tito, pues solo Dios y Kriss du Cecile tienen el don de la omnipresencia.
El reggaetón carga con muchos misterios a lo largo de treinta años desde que comenzó, por ejemplo, cuál era la relación de Ozuna y Kevin Fret, qué fue de la desaparecida Hummer con peste a caballo de Coscu, y cómo el lunar que estaba en la mejilla de Yankee ya casi le alcanza la sien.
Entre esos enigmas, tenemos que hablar de la nueva temporada de Samuel Gerena, mejor conocido como Gringo, del dúo Baby Rasta y Gringo. En los últimos meses, el descanso vocal de Rasta Gringo lleva visitando todos los podcasts que existen, superando al desempleado de Gallo The Producer, quien cuando no está haciendo la fila de para usar la máquina de Coinstar en el supermercado (cobrando con las pesetas que encontró en el piso), anda en Gallimbo Studio almorzando los bordes de las pizzas que los muchachos no se comen.
La cosa es que un maduro Gringo -con casi cincuenta años, sobreviviente de una liposucción, veterano de dos bariátricas y paciente de alta presión- anda de excursión por los proyectos de mis colegas podcasteros para hablar de lo maligna que es la marihuana.
Obviamente, respetamos las ideas y creencias de to’ el mundazo -aunque tengo mis dudas con los hombres que se identifican como personas menstruantes-, pero pareciera que Gringo se montó en el DeLorean de “Back to the future” que usaron en “Llegamos a la disco”, y se fue pa’ allá, pa’l 1930. Dios mío, el miembro de “Los Lobos” está hecho un conservador recalcitrante, haciendo lucir a don César Vázquez tan liberal como Alexandra Lúgaro.
De hecho, el alcohol es un depresivo, así que como es una idea pendeja el beberlo después de terminar una relación con otra persona para ahogar las penas -pues obviamente terminarán llorando-, también lo es consumirlo si usted tiene cero manejo de emociones.
Sé que saldrán varias personas justificando la conducta impulsiva de otros, pero les tengo que decir que si uno tiene la insaciable hambre de Jenniffer González, no puede abrir una bandeja de sandwichitos de mezcla porque va a masticar hasta sus propios dedos; y si a usted le gusta pelear, no debe beber ni una gota de coquito porque se va a poner problemático. Así de sencillo. Yo soy una persona ‘estrésica’ y ‘control freak’, es por eso que no me someto a montarme en las machinas… y no por eso ando demonizando a Walt Disney World.
Hasta aquí creo que debemos estar bastante claros porque somos adultos: si usted tiene issues emocionales con los que bregar, no debe beber porque no va a terminar bien. Yo conozco mucha gente que se dan par de cervezas o copas de vino, y lo que quieren es dejar el alma en un karaoke; a algunos les da con sentirse chulampios posando para fotos cringey pa’ las redes, y otros se ponen tan pícaros que no tendrían miedo en robarle un beso a Besito Pintao.
También conozco de personas que se ponen guapitas, pero es porque son personas VIOLENTAS, y esas necesitan un psicólogo ASAP. Sí, el alcoholismo es una enfermedad, y según lo que cuenta Gringo era lo que él padecía. Esos son otros veinte pesos y no se debe comparar con la gente que se dan dos o tres tragos en el chinchorreo. Tampoco patrocino el beber con guiar, ni el meterse gummies pa’ janguear… por lo obvio. Gringo está analizando el ron de una forma personal, su problema radica en que él jura que todo el mundo es igual.
Luego Gringo comentó que la marihuana era similar al vicio del azúcar, algo que confundió a Jay Fonseca, quien nunca se ha da’o ni una cachá de un fili, pero tiene como pasatiempo comerse un paquete de Cameos a las dos de la mañana leyendo el site de Bloomberg. De hecho, el rapero ha sido más severo con el cannabis que con el alcohol, alegando que era un vicio que lo tenía atrapado; incluso, esa planta fue la que provocó que este le diera un bofetón a un joven Farruko… no es que Gringo es VIOLENTO, es que la marihuana es mala. ¡Sí, mijo, sí!
Honestamente, ese tour de Gringo a mí me la pela, y siendo yo un cuarentón mariguano tengo toda la autoridad para decírselo. Como consumidor del contenido de Chente, Maiky, La Pulpa, Molu y to’ el combo, lo escuché varias veces contar su historia, en la que relataba que se crió en un ambiente VIOLENTO, y que parte de su forma de ser se debe a su entorno. Ajá, y lo puedo entender perfectamente, pero Gringo tiene que pensar que su furia no radica en el consumo de sativa o índica, es que el pana tiene cosas con las que debe trabajar con profesionales de la salud mental.
Me parece bien irresponsable de Gringo el que se vaya a hablar sandeces de una mata que ayuda a un montón de gente, solamente porque a él el daba con pelear cuando la fumaba. O sea, esto es como la panita que se pone “pantyfloja” cuando prende el vape, y le echa la culpa a la flor y no a que ella es bien cachonda en su interior.
Está bien cabrón que ahora Gringo sea la versión más conservadora y aburrida de Vico C, solamente porque está en un mid life crisis. Nunca imaginé ver estas cosas en mi vida: a J-Go pariendo, Molusco The Kid intentando apelar a un público joven y a Gringo luciendo más regañón que Redimi2.
Si algo me ha enseñado Gringo y el bicicletero José Valiente es que la gente que no fuma siempre anda peleando y altera’os como si no ch*ch*ran… bueno, Eliezer Molina también es de esos, pero “el tinglar que camina” es un cuento para otro día.
Tampoco entiendo eso de llegar al cuarto piso para imponer nuestra moral a la gente de menos edad, como si uno tuviera la razón absoluta por tener un par de canas, y no hubiese necesitado la experiencia para convertirse en la persona que es hoy. Mientras el tiempo se desvanece con el calendario, yo me doy cuenta que no sabemos nada, y en el transcurso de los días solo quiero una cosa: sorprenderme con La Vida… no estar jodiendo a los demás imponiéndole mi forma de pensar.
Samuel, hermano, escucho tu música desde que soy un niño -y aunque tus letras eran (y son) violentas, nunca me inspiraron a ser títere-, respeto mucho tu historia de superación, pero ahora tengo que ser yo el que te diga esto porque mis compañeros podcasteros no se atreven: VETE PA’L CARAJO, GRINGO. Esta vez hice el escrito corto, la próxima te monto la verdadera tiraera que Ivy no se atrevió a hacerte cuando le dijiste sobrio a una revista que “la Queena era un hombre”. Jajajajajaja.
Ah, y si no sabes quién soy, te diré que me llaman “el Baby Rasta de la letra” porque nadie ha podido bajarme el de’o.
Nos vemos en el siguiente escrito.🦍✏️
Corillo, ya salió el nuevo episodio de “No me pasa nada”, en donde las gallas de Maceta TV 🦍📻 hablaron de los dating apps como Tinder y narraron las verdaderas historias del terror. Escóndanse de Gringo, busquen una botellita de vino y disfruten de esta conversación entre víboras. 🐍🍷