Macetaminofén, el escritor favorito de las mujeres finas, los cacos en Can-Am y las doñas sandungueras, hoy vuelve a El Calce para hacer de su aburrido domingo un día ameno antes de que llegue el lunes. Si eres un asiduo lector mío sabes que cuando mis letras aparecen en tu celular, usted solo tiene que sacar el cannabis, buscar una cerveza y disfrutar de lo que viene porque este cafre artesano de la letra viene a dejarla caer una vez más. Yo soy el único que pone a los Ignacianos y a los títeres de Ponce High a darse la mano como buenos hermanitos. ¡La bendición a Tío y evítese un lío!
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Coro, yo sé que están bien hartos de los temas políticos -especialmente de Benjamín “Me apesta la cara” Torres Gotay y el drama en las redes, que solo hablan de las elecciones-, y quieren cogerse un break de tanta pelea. Es por esto que hoy sacamos un ratito para hablar de Reguetón: el sonido que conquistó el mundo. Con la neutralidad que nos caracteriza, hoy vamos a hacer nuestra humilde reseña de este proyecto en el que Raymond Ayala es el productor y que se estrenó en la plataforma de Peacock este 3 de octubre.
El primer episodio del documental inicia con Daddy Yankee entrando a un parque de pelota, ya que ustedes saben que Ramón siempre ha estado ligado al deporte, especialmente el softball, el “piedra, papel y tijera”, y las competencias de hot dogs. Varias figuras aparecen en la breve intro -en el que brilla la presencia del majestuoso bigote de Pedro Zervigón-, aparecen ilustres personajes como si fuera la libreta de los muertos, hasta que tranquilamente sale Tego fumándose un fili bien tranquilo sin decir una palabra, como si fuera Cerbero en la entrada del infierno.
Hay que destacar que esta docuserie de Omar Acosta empezó a filmarse hace varios años atrás porque Bad Bunny aún tiene la cara redonda -mucho antes de las cirugías, la armonía facial y el contrato que enamoraría a Kendall Jenner- y todavía tenía la inocencia del bagger que celebraba cuando le daban dos pesitos por empacar un pollo que liqueaba sangre en Econo.
DJ Negro, Nelson, Chezina, y Elías White Lion son algunos de los que tienen la tarea de narrar los comienzos del género con la música de Maicol y Manuel de fondo, y si cierras los ojos, puedes ir de Carola a Villa Palmeras como en los tiempos de antes.
El docu muestra a Yankee paseándose por Villa Kennedy, y de fondo se puede escuchar a un niño que no reconoce al cantante y dice “¿quién es esa señora, mami?” Algo cabrón en este documental es el ritmo que tiene, pues por algunos momentos se puede sentir que estás viendo un video musical, y en otros te emocionas cuando aparecen artistas que creías fallecidos como Master Joe.
“Reguetón: el sonido que conquistó el mundo” no vino meramente para explicar el camino de esta música, sino que profundizó al punto que hasta un Andy Montánez analiza los genes del género. Oye, no olvidemos que Yankee es el productor, así que ya nos vamos preparando a que Ramón tenga mucho protagonismo en la historia… básicamente, Yankee es el Cristo con muletas de esta música, según explica el documental. En este primer episodio, Chezina es el encargado de narrar la conexión entre Pe Erre y New York, y este lo hace de la forma correcta: para’o en una esquina y mirando con perse pa’ todos la’os como si fuera un drug dealer.
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Como diría Wisin, otro dato interesante es que Cheta es como los miembros de “Fiel a la Vega”, que aún visten como “el 1998, cuando grande era el bizcocho”. Orgullosamente, el reggaetón nació de bandoleros y mujeres que danzaban en chancletas, y en el documental no temen decir cómo le robaron los elementos a la cultura del hip hop. Incluso, Yankee asegura que su cantante favorito era Big Daddy Kane, así que no temió al momento de hurtarle parte del nombre. El reggaetón es tan pillo que le robó un poco a Jamaica, a Panamá, y a New York, y de ahí creó una nueva droga que puso tecato al mundo.
También hablan del parecido entre la salsa y el reggaetón, especialmente con figuras como Frankie Ruiz y Héctor Lavoe, quienes eran los dueños del swag original. Desde hace mucho tiempo se dice que hay algo llamado “la genética musical”, y si tus papás escuchaban salsa, tú estarías inclinado al reggaetón; mientras, si tus padres oían disco, rock y esas paterías de pasadas épocas, seguramente tú serías el pendejo que piensa que el reggaetón es una basura.
Yankee -quien fue descubierto por DJ Playero- no titubeó en presentar a Negro como un porquería de discjockey con tres onzas de suerte. Es conocido que Negro es un bully, así que DY quiso vengar a todos los colegas que fueron víctimas del malévolo productor. Yankee fue tan inmisericorde que insinuó que Negro le apagó el micrófono porque se estaba robando el show en la propia discoteca del músico de La Perla.
El viaje continúa con la llegada de Vico C a la escena y cómo se convirtió en “el señor más regañón papá del rap en español”. Las primeras discos que vendían alcohol sin tener los permisos del municipio, esa importante influencia panameña, la forma en que le robaron los beats a los jamaiquinos y la manera en que el gobierno actuó con su mano dura para meterse en los caseríos donde esta naciente música crecía.
Como dato curioso, Pedro Rosselló era el gobernador de ese entonces, y en el futuro sería su hijo Ricky el que le regaló al mundo -durante una campaña electoral- los pasos más bochornosos que los fanáticos del reggaetón jamás hubiesen visto, dejando claro que en Marista allá para el ‘97, repudiaban el género. Antes de culminar ese primer episodio, Yankee contó por vez #2985 que fue tiroteado.
Es curioso porque DiWai siempre le añade diferentes detalles a la historia de su intento de asesinato. O sea, la primera vez que yo escuché a Yankee hablar de esto en televisión durante los noventa, él dijo que “fue por una bala perdida”, y ya en el 2024 es que lo estaban cazando porque había que eliminarlo como si fuera el Pablo Escobar de Santurce.
Esto es bien parecido a Tempo Piña Colada, que un día te dice que lo metieron preso por narco-hampón, y otro día te cuenta que fue injustamente encarcelado por sus letras. Quizás a estos señores los engaña la memoria, pero a nosotros no… y tienen que decidirse con el cuento que van a narrar.
En el segundo episodio abre con Yankee comentando que “está desde el principio hasta ahora”, y tengo que aceptar que me gusta que ronque con eso, pues en toda carrera no se trata de quién gane una o dos veces, sino de quien se mantenga y tenga trayectoria. Este capítulo es un hermoso homenaje al Underground, y aquí es que uno se percata que este documental es la historia de un montón de loquitos y soñadores que sin saber un carajo, estaban creando un género que le daría la vuelta al mundo.
Una de esas personas fue el añasqueño Iván Reyes, quien tuvo que transformarse en Ivy Queen para ser la primera mujer en pertenecer al legendario grupo The Noise. Ivy nos dio la historia de una verdadera feminista que patió el portón del machismo con unas Air Force One, y después de abrirlo, se puso las tacas y perrió con orgullo.
De igual forma se narró el camino en el que estos chamacos se convirtieron en empresarios, pues eran los mismos productores y cantantes quienes vendían el contenido en los baúles de los carros. “Eso éramos nosotros: unos traficantes de música”, dijo DiWai ante la malvada risa de Playero, quien no le cobró a DY por la aparición en el documental y solamente pidió que “jodieran a DJ Negro”.
Aquí se puede ver que aparece Elías con un aspecto juvenil y nos damos cuenta que realmente este proyecto inició en el 2005, ya que se puede apreciar al magnate sonriendo con todas sus andanas y con el cutis lozano. Sobrinitos, yo vi a Elías apenas hace un mes y andaba con un bastón en una mano, mientras su asistente Che le daba Ensure e intentaba sentarlo en las sillas que dan masajes en el mall. “Ni con Funky me pasaban estas cosas”, me dijo Che ese día, mientras Elías ignoraba mi saludo, pues también ya está ciego. So, este documental mínimo lleva diez años montándose.
Anyway, en este capítulo DJ Negro puede tener su venganza con una visionaria idea, y cuentan los tiempos en que la Policía incautó los discos de Underground que se vendían en las tiendas. Durante este momento de la historia, el género era CENSURADO. En una escena, Chezina dice “nos sacan los cassettes de las tiendas”, y por alguna razón uno está del lado de los guardias porque Cheta continúa en su personaje de títere.
Esta parte es tremenda clase de historia, y hasta mi clasista esposa -quien pensaba que las yales nunca iban al ginecólogo- disfrutó este segmento, porque nuestra generación vivió ese momento. Chamaquito que me lees: en aquel entonces la libertad de expresión ganó esa guerra contra el Estado. Si ustedes creen que El Conejo fue el primero en hacer lo que le daba la gana, no saben que antes de eso los gen-xers y millennials geriátricos que inventaron el reggaetón estuvieron dispuestos a romper las reglas moralistas.
Si a usted le encanta este género, va a disfrutar la parte en que llegó DJ Blass, el tipo que revolucionó esta música a finales de los noventa y principios del dos mil. Un dato negativo de este documental es que cada vez que aparece Benito, dice las cosas más simplonas del mundo, como esa muchacha bonita que no sabe si escoger entre un hamburger o un cheeseburger porque es demasiada la presión; incluso, el señor Bunny puede tener mayor profundidad explicando la diferencia entre socialista de redes y libertario práctico, que las cosas que dijo en este documental. Honestamente, yo hubiese preferido darle esos segundos a un sonriente Alex Gárgola -en vez de Babdbo- porque por lo menos Alex da miedo y un sentido de aventura a la misma vez.
En este capítulo apareció el monstruo comemierda de Velda, quien tuvo tanta leche que hasta censurando a chamaquitos pobres, se convirtió en un tipo de heroína, según el documental. O sea, Velda “hizo un Homero”, y si usted no entiende esta analogía, no es un verdadero fanático de “Los Simpsons”. Este episodio cierra con Lito -quien parece una bucha que milita en Victoria Ciudadana-, y un arrebatado Elías diciendo el nombre que adquirió el género después de aquella famosa censura: REGGAETON.
“¿Quién inventó la palabra “Reggaetón”?, fue la premisa del tercer capítulo, y tras una discusión que incluía a Chezina, DJ Nelson y Ramón Ayala, obviamente se llegó a la conclusión de que le pertenece a Yankee, pues DJ Playero así lo afirmó con una sospechosa prueba.
Tengo que reconocer que el egocentrista de Yankee hizo un espacio para la llegada de Tego, pues este siempre fue su rival oculto, ya que representaba lo opuesto al chico pobre de San Juan con cuerpo de Ninja Turtle y pies zambos; Calderón era el negro de clase media, hijo de un doctor, que no le importaba insultar marcas ni abrazarse a bandos.
Otro día hablaremos del trasfondo de Tego, pero él fue -sin duda alguna- la puerta para que los moyetos del USA aceptaran al novel género. Todos los que conocen el reggaetón de esa época saben que Don era su archirrival, pero Tego fue el tipo con el que bien pocos se atrevían a guerrear porque le tenían miedo.
Tego está tan cabrón que Yankee tuvo que darle su espacio, y aunque estoy valvuleando y madrugando la trama, no hizo lo mismo con Don Omar. En este episodio, ya vemos a Elías luciendo como la vez que describí hace varias oraciones atrás, porque la línea de tiempo a veces fue medio alterada.
Este tercer episodio fue mi favorito. Aquí es que narran MI REGGAETÓN: el de los dosmiles. Blass rompiendo, Luny Tunes llegando a la escena, la mezcla con bachata y el género se estaba poniendo fino. También fue el episodio donde más me moleste porque DiWai no le dio su espacio al señor William Omar Ladrón, y si queremos ser OBJETIVOS con la historia, las cosas hay que narrarlas tal y como pasaron… nos guste o no. Sí, yo sé que Yankee es el némesis de Don, pero cuando se habla del reggaetón del 2000-2007, tenemos que mencionar sí o sí a Tego, William, Héctor, Wisin y el capitán Yandel.
El ascenso de Yankee, la comercialización del género, hasta que explotó “La Gasolina” es el eje central de la trama. También le dieron una picota a la década, ignorando el fiasco que fue “El Cartel: The Big Boss” para brincar a la escena de Colombia.
Básicamente, Yankee se montó en el carro de “Back to the future” que usó en “Llegamos a la disco”, y pitchó como diez años de historia. Aquí apareció el momento de Nicky Jam, donde se habló de su biografía, esa que cuenta cuando un cantante obeso, tecato y desempleado se fue a Medellín, y desde allí se convirtió en “el fokin ave Fénix”. La historia de Nicky es inspiracional, pero no puedo bregar con la micropigmentación que tiene en la barba. Cabrón, o sea… coño, Nicky, no.
En el último episodio empieza con unos pescadores llevándole una inmensa cucaracha del mar al bote del Cangri, quien luce como un bichote empoderado que lleva todas sus prendas para una trilla en alta mar… y cuando pensabas que no podía ponerse peor, se inició la historia de “Despacito”.
Durante este cuarto episodio Yankee confirma que Luis Fonsi le hizo un favor a su carrera, Nicky perdió la oportunidad de su vida, y el verdadero papá de Alaia se trepó en un banquito para poder bailar con una descalza Zuleyka Rivera. También se narra la llegada de artistas del pop que cruzaron al reggaetón porque la música había cambiado. En “Reguetón: el sonido que conquistó el mundo” hay varios cantantes que brillan por su estupidez, entre ellos El Alfa y Anuel, quienes a su edad actual tienen problemas para enfrentar los juguetes Montessori.
A pesar de que el documental gira en torno a Yankee -y que ignorara la trayectoria de Don, el rey del reggaetón-, dejó un espacio para recordar a Lunay, quien es un one hit wonder del género. El espacio lo justificó para que fuera el corozaleño que definiera al caco de campo, como si esa labor hace años no la hubiese hecho Wisin con honores. Para mí, este fue el episodio más débil.
Tampoco entiendo el porqué le dieron más tiempo a Feid que a Myke Towers. La voz del Ferxxo parece que está amenazándote con robarte el burro de la finca, mientras que el mimado de Caimito -mejor conocido como “La pantera negra”- zumbaba barras con sabiduría cada vez que abría la boca.
La docuserie culmina con la invasión del género en diferentes mercados, y finaliza con una queja de Ivy pa’ dar un último regaño para los nuevos exponentes. Cuando crees que ya esto terminó, aparece el señor De León con la velocidad a 2x de un voice note -para que no se tardara tres días en expresarse- y da unas sabias palabras.
Alberto Stylee dice su mítica frase, Chezina sigue gritando como un desajustado en una esquina, Nicky da unos respetables honores, Playe se pasea por Villa Kennedy como el creador del género que encaminó a posibles maleantes y los convirtió en cantantes; Negro ofreció su última sonrisa de villano, Doña Lito agradeció a La Vida, Nelson dispara una sabia predicción, mientras que Yankee le pone punto final a un gran documental que cuenta una hermosa historia.
Conclusión: Creo que hubo vacíos en esta historia, pero pa’ ser honestos no se puede narrar más de treinta años en episodios de unos cuarenta minutos. Estoy molesto porque se menospreció a Wiso y no se dijo mucho de Eddie Dee -Yankee le mostró más respeto a los muertos que a los vivos que lo ayudaron- y prefirió dársela a Tego antes que a Don. Ramón, yo soy fiel creyente que hay que mostrarle deferencia a nuestros adversarios, pues son ellos los que al final dictan la liga donde estamos… y yo podré barrer a Playmaker como la plasta que es, pero siempre le tendré respeto al culón de Jay Fonseca.
¿Cuántas Percos merece Reguetón: el sonido que conquistó el mundo? En mi experimentada, infalible y humilde opinión, se va con CUATRO de cinco Percos 4/5 💊💊💊💊 El documental está bien pinta’o, tiene ritmo, todas las mentiras de los exponentes se acomodaron, y aunque le faltaron el respeto a Don, tengo que recomendar esto obligla’o.
Si quieres viajar al pasado, dale pa’ Peacock; y si quieres aprender de la historia del mejor género del mundo, debes ver esta pendejá sí o sí. Mera, cuando te pregunten quién te enseñó tanto de reggaetón, tú solo dile que “te lo dijo Tío”. 🦍✏️♟️