Macetaminofén, el mismo que provoca que a Villano Antillano le lata el clítoris baje la menstruación al leer mis letras, hoy regresa a El Calce, el medio que nunca estará nominado a algún trofeo de la OPC ni de la ASPPRO; mucho menos estará invitado a un bautismo de gremlins en casa de La Cangiano… y tampoco nos importa. Corillo, quiero alejarme de toda la confrontación de las últimas semanas, así que guardaré en mis notas los chistes que tenía para Normando, quien es tan bajito y fofo que hace lucir a Eliezer Molina como si fuera Piculín. De hecho, Lenín una vez me dijo mis fuentes de WAPA me indican que “abrazar a Normando es lo más cercano a cargar un tinglar”.
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Sobrinitos, en esta ocasión quiero aprovechar la oportunidad para llevarlos al pasado, y no me refiero a esos tiempos en que Kiko Blade soñaba con ser Cuca Gómez, sino a una época en la que el micrófono radial estaba comandado por dos caballeros: Antonio Ofelio Sánchez y José Rafael Vallenilla. Quizás no los conozcas por sus verdaderos nombres, pero es posible que reconozcas sus apodos: El Gangster y Funky Joe.
Vamos a comenzar esto con el menos inteligente del dúo, así que le toca el turno a Tony, quien al lado del gran Tito Rojas, tenía un bigote tan escaso que parecía el Monte de Venus de una china en una película XXX de los setenta. Antonio -quien también es conocido en Hormigueros como Vichuelo- nació en Nueva York, ya que su familia se fue de viaje para conocer la Estatua de la Libertad con solo un pasaje de ida, pues estos desconocían la forma en que operaban las aerolíneas.
No fue hasta los nueve años cuando -después de haberse colgado cuatro veces en primer grado por no aprender inglés- que Tony regresó a la isla, y se instaló en el insípido pueblo de Hormigueros, teniendo de vecino a un gordito necio llamado Kcho Santiago, quien en el futuro sería la persona que le enseñaría a hablar correctamente, pues Tony tenía la manía de la gente de campo que solo se pueden comunicar gritando. Si hay una forma de describir a Kcho es comparándolo con Cartman -el de South Park-, pero más tetón.
Al niño Antonio -quien intentó una carrera como monaguillo, pero el cura lo rechazó por lucir como una juvenil versión del enanito de Holsum-, siempre le gustaron los micrófonos, y no era raro verlo frente a su casa practicando para ser un miembro de La Pandilla. De hecho, hay un documental en el que Edgardo Díaz afirmó que rechazó a Tony por ser un niño demasiado afeminado y ya contaban con una fémina en la agrupación.
El locutor -cuyo bigote apestaba a habichuelas viejas guardadas en un Tupperware en la nevera- inició su carrera en la radio, mientras estudiaba Administración de Empresas en la Interamericana en San Germán, pues su sueño era ser gerente en un supermercado y usar las camisas de manga larga que lucen estos ejecutivos de góndola para roncarle con su poder a los humildes cajeros.
Fajón al fin, Toñito -como cariñosamente le decía una retirada meretriz del barrio con la que perdió la virginidad- trabajaba como disc jockey en diferentes actividades, en donde cobraba con un plato de comida o un saquito de alimento para conejos que el pequeño chico luego le vendía a Kcho, quien lo comía como si fuera un bolso de cornflakes. Las fiestas de Vichuelo cada vez fueron más y más exitosas, al punto que su nombre se comenzó a regar por todo el libertino y depravado área oeste hasta llegar al cristiano pueblo de Arecibo. Básicamente, Tony era el Zack Morris de “Saved by the bell” en los setenta, pero con menos talento, swag y estatura.
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No es hasta 1979 cuando comenzó a trabajar sin cobrar en la emisora Radio Hit, pues Vichuelo siempre ha sido fiel creyente de que “el dinero es mental” y que “la diversión es lo más importante”, y hasta el día de hoy lo repite con la misma alegría y seguridad que Sonya borracha a las dos de la mañana. Luego de que su padre le dijera que tenía que empezar a pagar deudas, Tony consiguió una chamba en Cosmos 94 en Mayagüez, en el que animó “La hora del rusheo” (1981), un show que no dio pies con bolas porque quiso hacer la misma mierda de sus animaciones en centros comunales.
Después de que el dueño de la emisora le dijera “Tony, ¿por qué mejor tú no te vas pa’l carajo?”, este terminó en “El meneo”(1982), otro programa en el que lo despidieron porque se robaba el papel de inodoro de la compañía, creía que la consola era un Atari y daba las opiniones más flojas de toda la emisora, superando las estupideces que decía Franky Jay cuando estaba ebrio.
En 1983 -después que todo el mundo lo botó y sin muchas opciones- emigró a “la metro” para ser la segunda voz en “El pon de la mañana”, en una emisora AM que no escuchaba ni su tía favorita. Sin duda alguna, Tony era un desastre… hasta que la verdadera leyenda -el Maestro Funky Joe- enderezó el rumbo de su vida.
Cuando se habla de la radio en Latinoamérica, hay que mencionar al locutor que nunca limpia sus espejuelos, mejor conocido como el maestro José Rafael Vallenilla Villafañe. Desde muy niño, Funky sabía que podía coger a la gente de pendeja, así que aprovechándose de la nueva moda de los chicos escuchando los boom box, fue en la emisora Radio Útil del radiodifusor Gilbert Mamery, y con solo trece años descifró la operación de un medio de comunicación en solo dos turnos. Corillo, Funky es un mutante que tiene la capacidad de aprender el idioma mandarín en hora y media, mientras que Tony a duras penas puede sumar más allá del diez, ya que este siempre usa sus dedos para el conteo.
Era 1973, y se hizo “amigo” de Eric Mamery, a quien había ayudado a pasar el duodécimo grado en la Academia Inmaculada Concepción por órdenes estrictas y amenazas del gran Carlos Topacio “Topy” Mamery de que iba a orinarle la caja del pecho si su hermanito se colgaba. Nerd al fin, Funky padecía el mismo miedo que tienen los chicos que no saben enfrentar al bully, y ese temido “buleador” lo era Topacio. Para devolverle el favor que le hizo, Eric le pidió que crearan un espacio para hablar de amor libre, el bisexualismo, la marihuana y el rock and roll, y de esta manera nació “Metamorfosis”, un título tan gay que años después lo utilizó la dueña de la vagina más grande de Puerto Rico: Mamá Ednita Nazario.
Todo lo que toca Funky lo vuelve exitoso, así que decidió buscar nuevos rumbos en el California de Pe Erre y compró tiempo en la emisora WAEL con el dinero que consiguió tras vencer todos sus miedos, y mandar a robar el Mustang del propio Topy para vender el vehículo en el mercado negro. Con Funky no se podía joder… porque Funky iba con todo.
Si hay algo que José sabe hacer es venderse como buena persona para engañar hasta a las girls scouts que vendían galletas en Mayagüez Mall, y por eso nombró a su nuevo programa “Gente feliz”, como si fuera un programa en el que Sandra Zaiter daría tutorías a los niños de Capítulo Uno, pues el estratega sabe que la anormalidad vende. Aquí estuvo solo un año, pues el co-host Marcos del Valle renunció porque Funky no quería pagarle los $50 semanales que pedía este joven con discapacidades, ya que Vallenilla es tan perverso que siempre se codea de personas con impedimentos solamente para pagarle menos.
Este caballero, que nació con un elegante bigote -a diferencia del lampiño Vichuelo- consiguió trabajo en Radio Heavy allá para 1975, pero el ego lo venció y renunció porque no le gustaba la temperatura de la fuente de agua. En este tiempo, Funky comenzó a experimentar con el ron y la pangola, lo que redujo sus capacidades intelectuales y bajó su IQ de 160 a un humilde 135.
No fue su mejor season ya que entró en la crisis de los quince años de edad, y lo recogieron en Cosmos 94, donde hacía las producciones de los anuncios comerciales, promociones, limpiaba los baños y cogía los turnos de los locutores que se enfermaban. Funky lambió ojo con c*j*nes, hasta que tuvo su programa vespertino “La Hora del Rusheo” (1976 al 1977), pero lo botaron porque el fanático de Sandro tiene una gran debilidad: llega tarde a todos sitios, incluso, es el único bebé mayagüezano que nació con trece meses en la barriga de mamá.
Durante 1977-78 estuvo al frente de “La ganga del Cosmo”, donde hablaban de nuevas drogas y tendencias sexuales de los estudiantes del RUM, pero el show no duró mucho porque un rencoroso Topy mandó a quemar la emisora al enterarse que había sido el autor del robo de su Mustang. Un cagado Funky no le quedó más remedio que huir de la ira de Topacio, así que se embarcó a Venezuela para trabajar con su padre. Al sol de hoy, Funky no ha dicho que hizo en ese tiempo… pero el dolor en su mirada delata que lo menos que realizó en el país sudamericano fue masturbar cabras para sacarle la leche y así poder alimentarse.
A principios de la década de 1980 regresó a la isla con solo un motivo: vengarse de Topy. Fue así como retornó a Cosmos 94 para “La hora del rusheo” trabajando otra vez con el hermano de su enemigo, pero al no dar pie con bola por el odio visceral que le tenía a la familia Mamery, terminó en “El meneo de la mañana” con el tipo que le jodió la espalda porque tuvo que cargarlo para siempre: Tony… sí, ese mismo: Antonio Sánchez.
Joe se acopló muy fácil al estilo de locución de Vichuelo El Gángster, pues este era más lento que El Invader cantando “Aserejé”. La química entre ellos fue instantánea: Funky era el genio, mientras que Tony era el chico con sonrisa pícara que provocaría a todas las mujeres casadas del west.
Milagrosamente, la dupla funcionó, al punto que un año después le ofrecieron un contrato en San Juan para la emisora QBS -y que luego cambió de nombre a Salsa 63-, pero el contrato solo era para el genio del dúo… y en el único acto de benevolencia que ha tenido Funky en toda su vida, dijo que “no se iba pa’ la metro, a menos que contrataran a su pareja”, dejando entrever que podían ser una pareja homosexual.
Al principio lo mandaron al carajo, ya que nadie soportaba a Tony, pero Vallenilla se montó en tribuna y no les quedó más remedio que aceptar su oferta. Un dato bien importante es que nadie quería trabajar con el imprudente de Tony, y también era conocido que el borivenezolano era un negrero, así que no tenían muchas opciones, solo el trabajar agarrados de la mano. La historia ya estaba escrita: ellos serían el dúo más cabrón de todos los tiempos y todo comenzó en “El pon de la mañana”.
Despreciable al fin, la naturaleza de Funky es traicionar, y en 1988 se fue con su padre a Miami, dejando a Tony nuevamente desempleado, pero tras el fallecimiento del patriarca de la familia Vallenilla, regresó a Puerto Rico para intentarlo otra vez en la radio e ingresar en la producción de televisión al lado del señor que puso de moda el que los hombres con pelo malo se pasaran blower: Héctor Marcano. Hay que destacar que Héctor -moderador de la copia barata de “El show de Arsenio Hall”- y Tony eran acérrimos enemigos, ya que el último fue -irónicamente- apadrinado por Gabriel Suau, un exsacerdote español que le regaló ser la figura principal del programa más importante de la televisión puertorriqueña: NO TE DUERMAS.
Cuando Joe vio que Tony al fin estaba teniendo éxito, comprendió que llegó el momento para hacer historia junto al más bruto de sus compañeros… y en el 1994, Funky y Gangster se volvieron a unir -en un mediático enlace nupcial- para ser la versión radial de los inquebrantables Jacobo Morales y Blanquita. Sí, Tony es Blanquita en esta comparación. Esta dupla nunca más se rompería -solamente romperían récords en la radio-, pues esto sería hasta que la muerte los separara… y en el 2000 esto casi ocurre cuando Funky vio a Dios a los ojos, pero Tony agarró el micrófono y consiguió los medios para salvarlo. El pueblo le hizo caso y respondió a su llamado porque todos amamos a un cabrón con buen corazón salvando al peor de los truhanes. Esto nadie me lo contó, yo lo escuché en mi cuarto cuando cursaba el cuarto año de high y soñaba con hacer eso que hacían mis dos locutores favoritos.
He sido testigo de las proezas y cr*c*les que estos dos caballetes han formado a través de los años. Crecí con ellos, fueron mi inspiración para entrar a estudiar Producción de Radio y TV en La Cato, los vi revolucionar la radio en aquel 2007, y creo que tengo el honor de haber hecho llamadas en El Circo intentando buscar una oportunidad… aunque luego comprendí que era mejor que no me contrataran porque Funky nunca iba a pagarme. Sin ellos saber de mi existencia, fueron mis verdaderos profesores, y La Vida me regaló el honor de poder tenerlos en mi podcast “La Hora Machorra”.
Tony, tú siempre fuiste el molde del tipo más cool del mundo. No sabes cuanto te admiro y respeto, y todavía le reclamo a Cristo porque el chamaco que tenía que ser el tercer sidekick en El Circo no era el soso de Che, sino este servidor. Funky, yo tengo que decirte algo: te tengo mucho miedo. Corillo, yo solo quiero que ustedes comprendan cuán ruin es Joe: cuando Topy murió, adivinen quién se quedó con el segmento “La voz del pueblo” que tenía el productor en “Lo sé todo” de WAPA… ajá, fue Funky. ¿Ustedes están pensando lo mismo que yo del rencoroso José? Sí, al final el mal siempre triunfa.
Vichuelo y Joe, solo quiero que sepan que si ustedes mueren antes que yo, voy a editar su biografía en Wikipedia con todas las mentiras que me dé la gana, así que esto es un reto: no se mueran nunca o yo voy a tener la última risa.