Opinión

Los tipos de periodistas que existen

Ellos no lo van a aceptar, pero tú sabes de quién estamos hablando

Periodistas de Pe Erre
Periodistas de Pe Erre

Amiguitos, esta es la Semana de la Prensa, y aunque para ustedes estos sietes días tengan la equivalencia de “la semana del fanático de las pasas”, para estos obreros de la noticia estos días son bien, biiiiien importante. Coro, esta gente se dan trofeos entre ellos mismos para celebrarse como hacen las mamás 4x4 en “el día de los padres”. Yo sé que mi gente sigue las letras del Profesor Zeta hace tiempo, y conocen que pasé por unas temporadas en las salas de redacción, en las que conocí a chulísimos seres humanos, pero también coincidí con varios gü*leb*ch*s… Saludos a Rafy Rivera.

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Los periodistas de la isla -y no me importa que se molesten conmigo porque yo nunca he ido a una fiesta de la ASSPRO a cachetear ron y sorullitos, ni he pisado las legendarias fiestas de Lenín- son unos seres bien extraños, no solamente porque la mayoría de estos comunicadores son tan feos que uno cree que su primera experiencia en TV fue como invitado en Laura en América, sino porque genuinamente piensan que ellos son los vigilantes de la verdad.

O sea, a mí me parece bastante chévere que alguien quiera servir como cronista objetivo de los sucesos, pero no por tener ese rol es que estás por encima de los demás, ni eres el protagonista de la historia. También me parece bien -y es su rol más importante- que fiscalicen al gobierno, pero cuando se ponen a tuitear como loquitos (dejándose llevar por las emociones y la pauta) mostrando sus preferencias políticas, pues me deja entrever que a veces se comportan como si quisieran ser farándula… eso sí, una farándula fea. Yo sé que aquí Sandra Rodríguez Cotto y Benjamín Torres Gotay dejaron de leer este artículo.

Y ya que estamos aquí en El Calce -la última trinchera con libertad de Palabra- vamos a analizar a los tipos de periodistas que existen. Sobrinitos, pónganse el cinturón que vamos a dar una trilla por el “small world” donde habitan los egresados de Comunicaciones que querían ser famosos, pero no tenían ningún talento artístico.

-El paladín calienta sillas: es el periodista que siempre está salvando el mundo… desde la comodidad de su escritorio, con café y honeybun a la mano, y bajo el aire acondicionado. Este tipo de ser humano siempre tiene la idea de lo que se debe hacer, conocen a profundidad todos los problemas de la humanidad, están “en el lado correcto de la historia” y son capaces de arreglar los problemas del país desde Twitter, Facebook, Tik Tok y reels para Instagram sentados en el inodoro. Ajá, tú sabes que estamos hablando de Bianca Graulau.

Esta gente vive en un mundo alterno por culpa de estar tanto tiempo dándole cul* al asiento, pero ni pa’l ca se cuelan con el bori de a pie en la fila de Econo. El paladín calienta sillas jura que hace una aportación inmensa a la profesión “desde su trinchera”, y en las discusiones sobre cualquier tema menciona que es periodista “para darle validez a su llanito argumento”, ya que no hay nadie más inseguro que un egresado del Periodismo. ¿Qué nunca hará este tipo de ser humano? Publicar una buena nota, pues todo es bla, bla, bla.

El farandulero: este periodista siempre quiso ser una estrella, pero no tenía el talento para la actuación, el canto, o la venta de carros en un dealer, y terminó trabajando en las Comunicaciones. Este espécimen es panita de políticos, artistas y atletas -o eso él/ella piensa-, y a la hora de la verdad no se atreve a hacerle una entrevista dura para no perder “la amistad” que lo une con la figura pública. Yo trabajé con varios faranduleros que al sol de hoy siguen en los medios, y me da un tierno sentimiento de nobleza, pues aún creen que son los bouncers de las puertas a la fama. A uno hasta se le aguan los ojos cuando te dicen “una vez estaba en una fiesta en casa de Juanma López” y se puede escuchar hasta la erección naciendo en el calzoncillo Hanes blanco.

A esta gente le encanta romper la cuarta pared, ser parte de la noticia, y hasta aparecer en portadas de revistas robando cámara porque sus sueños de adolescentes todavía los persiguen. Hay que decir que cuando algún periodista farandulero se casa, quiere que los medios cubran la boda, la recepción y hasta la luna de miel, porque siempre es bueno saber qué se siente ser un artista famoso sin tener algún don. Hace unos años (en la redacción de Metro), mi hermano Jonathan Lebrón me habló sobre Milly y Julito una pareja de periodistas que iban a casarse y lo cito: “es que ellos son la nueva farándula”.

Justo ahí me volteé, le di un buche a mi taza de café negro sin azúcar y le dije: “no, Lebrón, no necesitamos más gente sosa en la farándula ni periotuistars mongos dando noticias”.

El intrépido desconocido: Nadie lo conoce ni lo lee, pero hace unas historias bien chéveres y sus artículos siempre son superados en views por el horóscopo de Chekin Mela. Este tipo de periodista es bien completo: lo mismo monta un reportaje de un guaraguao que anda sembrando el terror en Las Marías que hace una nota del por qué cada seno de Maripily vive en diferentes hemisferios.

No aporta nada a los números de Analytics, y nunca llegará a cobrar mucho, pero su mejor paga será que siempre defendió la objetividad. Este es mi periodista favorito, pues ella o él no están enchulaós de la pauta, sino que están puestos pa’l oficio.

Yo sé que muchos pensarán que este tipo de pana no existe, pero con la confianza que ustedes me dan cuando hago una reseña de reggaetón, tengo que decirle algo con el corazón en la mano: este tipo de cabrón existe. A lo mejor está detrás de ti en la fila del supermercado comiéndose las uvas que no ha pagado, es una señora en el gym ligándole el pene a un entrenador, o te invitó a un trago en un crucero con un antifaz de los que se usan en las fiestas swingers, pero los periodistas anónimos comprometidos con la verdad están entre nosotros, quizás no como los cuponeros que no quieren trabajar, pero sí como esos humanos que disfrutan el ritmo de Rumba Kaliente con un traguito barato en la mano.

Yo antes no creía en ellos, pero después de conocerlos, sé que no son un mito como los Reyes Magos que me inventó mi mai.

El intelectualoide de la verdad: Este es ese periodista que cree que es parte de un selecto grupo que fue creado para ser el centinela de la información, y que bajó en una nube para convivir entre mortales y llenar a su gente con información, como el amarga’o de Carlos Webo Webber.

Para el intelectualoide de la verdad, los medios electrónicos vinieron a dañar el periodismo, y siempre expresan de forma colérica que “no cualquiera puede ser periodista”, “que el periodismo es un sacerdocio” (whatever that means) y que “hay que tener cuidado con lo que se lee en el Internet”. También suelen encajonar su mente en lo que aprendieron en la universidad, y opinan que todo lo que no sea de su círculo de panitas, es una porquería. Este periodista aún no entiende el porqué la gente lee las noticias de Lisha y Maripily.

-Les periodivas: este selecto grupo pertenece a medios como la televisión. No olvidemos que los periodistas querían ser famosos desde que firmaron la solicitud en la universidad, y son considerados “El Olimpo” entre los estudiantes de Sagrado. Usualmente, este tipo de periodista es más soso que ver a Dagmar comiendo arroz blanco sin mestura, pero ellos piensan que llegaron a “la gran tarima” porque ya no están al mínimo federal, son reconocidos cuando hacen compra en el supermercado y tienen a un esclavo estudiante practicante llevándole café y dándole la mano.

-El editor/periodista web: esta gente es la infantería del periodismo actual, suelen coger cupones y esperan con ansias los viernes para darse unas cervezas y quejarse de su patrono.

-El académico: son los que se quedaron con las enseñanzas de sus profesores de periodismo bien arraigadas, se niegan a claudicar, y aplican sin desistir (y sin éxito) cada vez que surge una plaza de docente en alguna universidad. Para ellos nunca nada está bien, por eso terminan trabajando a tiempo completo en Twitter sin remuneración alguna.

Oye, y estos son solos algunos de los tipos de los paladines del periodismo, quienes tuvieron que hacer una campaña para diferenciarse de los influencers y los analistas… y si me preguntan a mí, tengo que decir que fue busca’o por querer ser tan pautositos y olvidarse de las lecciones que aprendieron en la Universidad. Coro, mientras quieran ser famositos como farándula, no les darán el respeto por ser periodistas; algunos le fallaron a su oficio, y como estuve allí con ustedes, les recuerdo que pueden decir lo que quieran de mí, pero yo nunca le he faltado el respeto a mi vocación por un poquito de pauta.

Mis respetos a Aiola Virella porque aunque sé que es de la academia, tuvo la visión de atreverse a hacer algo diferente con El Calce. Aiola, tú siempre serás la boss. Mis respetos también van pa’ Stephanie Gómez, Miguel Rivera Puig, Jonathan “El Bizcochito” Lebrón, La Karla Figueroa, Harry La Punka, Hermes Ayala, Fernando, Andrea y Mamá Lynet Santiago… porque sin Lynet, yo no estaría aquí diciendo sandeces. Gracias por las lecciones y porque ustedes -y otros más- me dan esperanza de que el buen periodismo sí se sigue haciendo.

Nos vemos en un próximo artículo, donde les contaré cuál party es el mejor, según me contó Jonathan Lebrón han contado los periodistas: el de Lenín en Guaynabo o el RubénPalooza en el Viejo San Juan. 🦍✏️

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