Luego de escapar de la espada de su padre y lograr montarse en el carro de su jevo bigotudo, Marie, estaba lista para partir hacia San Sebastián (la ciudad de Dios), pero Wilbert tenía otro planes ya que en Ocean Park se estaba llevando a cabo la fuga de su clase graduanda del 2008.
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Para esos tiempos Marie era una chica alocada que coleccionaba los CD’s de Jowell & Randy y su canción favorita era “Igual que ayer” de Rakim & Ken-Y. Sin embargo, fue precisamente lo que pasó este día lo que cambió su personalidad por completo.
Una vez en Ocean Park, Wilbert quien llegó agarrado de manos con Marie, la soltó rápidamente tras ver que allí se encontraba Alexandra, una ex que se había graduado el año pasado y que estudiaba en la facultad de Sociales de la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras. A Alexandra ya se le notaba una pequeña barriga y no era a causa de desayunar papas locas todos los días, la mujer enfurecida fue a reclamarle a Wilbert quien tuvo que dejar sola a Marie por el “percance” que se le había presentado.
Marie en shock con lo que acababa de pasar tuvo que buscar ayuda ya que allí se había quedado a pie. Cerca de la playa estaba un joven gordito que en ese momento estudiaba para ser pastor y se encontraba repartiendo la revista “El Juzgador” de su iglesia en San Lorenzo. La joven le pidió dinero al juvenil cristiano para pedir un taxi y este con su mirada de virgen y apesta’o le dijo: “Mientras tú estás cueriando aquí, nos roban el país” y empezó a sacarle unos “datos” aburridos para comprobar su teoría no sin antes aprovechar y decir par de palabras en inglés para demostrar que le metía al difícil.
Marie tuvo que ignorar al joven pastor y se fue a pie hasta su casa. En el camino, unas mujeres con camisas violetas y bandanas verdes que iban escuchando Bomba se rieron de la rubia que iba descalza y enchumbá por la acera. Rápidamente le pasaron por el lado, le tiraron con un vaso lleno de Schafer y le gritaron “privilegiada” solo por la forma en que se veía.
Al seguir el camino, finalmente alguien se dignó en darle pon a Marie, era un señor de unos 95 años que iba en su Nova del 75. Su nombre era Don César a quien Marie le contó todo lo que le había pasado ese día. Con su voz temblorosa, Don César le dijo que no se preocupara que años después la buscaría para unirse y hacer justicia.
Ya en su casa, Marie, encontró entre sus cosas la revista “El Juzgador” que le había regalado el joven pastor de San Lorenzo. Allí tenía un número de teléfono que este le había dejado, ella lo ignoró hasta que años después ese mismo número la llamó con la propuesta de unirse y juntos combatir la lujuria, el sexo, el reggeaton y defender a los niños en una secta que llamaron: “Religión con calle”.