Fue a finales del año 2022, aquella Navidad en que muchos conocieron a Lisha, la joven que cargaba a su bebé en un bulto mientras vendía jugos debajo del candente sol del mediodía en las rurales calles de Cayey.
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Una novela se formó y ahí también nacieron las “LishaRangers” que se fueron a lo loco a defender a la joven que apenas conocíamos bien, menos aquellas personas que se metían a ver sus extensos lives que parecían una versión más bajuna de La Casa de los Famosos.
Pocas personas en realidad conocen la verdadera historia de la vendedora de jugos naturales y a nuestras tías en Facebook les hierve la sangre cuando le ponemos “comerciante” o “influencer” porque en realidad no sabemos como describirla. Pero, ustedes fueron quienes la hicieron famosa y hasta 30 mil personas se metían a los lives, allá ustedes.
Como en El Calce nos creemos historiadores de gente que tiene poca importancia, hoy les traemos la historia de la vendedora ambulante que se convirtió en leyenda y ya tiene más calle que Coscu.
Lisha Marie Vázquez Garced, su verdadero nombre, nació en el barrio Pasto Viejo en Cayey.
De pequeña su atracción principal era ir al único Burger King de Cayey donde llevaban a los niños a tirarse en las débiles chorreras mohosas del restaurante. En este lugar los pequeños cayeyanos se sentían como que estaban en el mismísimo Disney World.
En una de sus visitas al establecimiento, la protagonista de nuestra historia decidió comerse un Whopper doble carne que le provocó unas diarreas intensas que la mantuvieron durmiendo en el baño por una semana y desde ese momento le declaró la guerra a la carne, declarándose vegana y hater de la proteína.
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De ahí en adelante, Lisha se alimentó del juguito que botan los tallos de las Cruz de Malta que tenía en el patio de su casa. Hasta que un día mientras se encontraba en su escuela jugando debajo de un palo de mangó, una de estas frutas le cayó en la cabeza hecho que le comenzó a atrofiar un poco el pensamiento pero de ahí nació una gran idea. La pequeña niña probó un poco del jugo de mangó y descubrió que sabía mucho mejor que la Cruz de Malta y de ahí comenzó su obsesión por los jugos naturales. Meses después comenzó a exprimir jugos de diversas frutas y se los vendía a sus amiguitos de la escuela juzgándolos por jampearse la chocolatina del comedor escolar.
Otra de las atracciones de la joven, era ver “La casa de cristal” en Telemundo, programa que la marcó de por vida y siempre quiso ser protagonista de un espacio televisivo como este. Lo que explica la razón por la cual la protagonista de nuestra historia creó su propio reality show a través de su Facebook Live.
La joven descubrió que a través de la atención que recibía mediante estas transmisiones en vivo saciaba su hambre y su falta de proteínas que le provoca el veganismo. Ustedes saben que estos seres son bien extraños y prefieren la pizza con masa de coliflor que ni el diablo se come.
Picheen, otro día venimos con una investigación profunda sobre los raros aspectos del veganismo.
Volvemos con nuestra protagonista que al principio engañó a todos con su cara de inocencia, pero en los últimos días nos encontramos con que es tremenda gatillera. Sin decir nada y como una asesina en serie mostró unos grafittis donde APARENTE Y ALEGADAMENTE, dijo cosas de la pareja de su ex.
Con su labia monga ha demostrado su poder de convocatoria y a pesar de no estar 24/7 en el gym como Maripily o llorando esa misma cantidad de tiempo como Adamari, les ha arrebatado de sus manos las portadas y los likes en los medios de comunicación. Lisha, de recoger mangos en Cayey se ha convertido en toda una celebridad y será un fenómeno para estudiar en el futuro.
Obvio, esto es una historia de ficción si usted se creyó que los hechos contados en esta historia son reales debería regresar a la escuela, pero no a la misma donde estudió Lisha.