Joe Girardi tenía un brazo poderoso, piernas ágiles, y una boca que no paró de hablar prácticamente durante sus 15 campañas como receptor de las Grandes Ligas. En una ocasión, el toletero Chili Davis simplemente le pidió que se callara.
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“Él decía: ‘Me estás molestando, trato de batear’”, recordó Girardi, quien es ahora manager de los Filis de Filadelfia. “Yo le dije: ‘Bueno, y yo trato de molestarte, Chili’”.
Girardi no cree que haya muchas oportunidades de conversar durante esta temporada, en medio de la pandemia de coronavirus.
Hay algunas preocupaciones de que el plato se convierta en un foco de infección, de cara al jueves, cuando las Grandes Ligas pondrán en marcha una campaña abreviada a 60 juegos.
El distanciamiento social en las otras partes del diamante no parece una misión tan complicada. Pero en el plato, el bateador, el cátcher y el umpire se colocan apenas a unos cuantos centímetros uno del otro. Así, no será posible que sigan los parámetros gubernamentales, que piden evitar la permanencia cerca de otras personas por intervalos de más de 10 o 15 minutos.
“Ha sido un poco raro. Simplemente al estar ahí de regreso por tanto tiempo, uno se acostumbra a tener a otras personas muy cerca”, dijo el cátcher de los Diamondbacks de Arizona, Carson Kelly. “Pero ahora tenemos algunas dudas. ‘Oigan, ¿debería yo estar tan cerca de este tipo?’… Tenemos que hacer el trabajo, pero al mismo tiempo necesitamos estar seguros”.
Como con otros aspectos de la vida cotidiana durante la pandemia, habrá una nueva normalidad para el trío que se coloca alrededor de ese pentágono de 17 pulgadas (42 centímetros) de ancho.
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“Es algo de lo que todos hablan. Todos tratan de descifrar esto”, reconoció Robinson Chirinos, receptor de los Rangers de Texas. “pero al final, ojalá que podamos hacer nuestra parte y estar seguros en el plato, porque estas tres personas estaremos muy cerca ahí”.
El venezolano Chirinos prevé usar una mascarilla debajo de la careta de cátcher, pero sabe que tendrá que “quitarla y ponerla”.
“Necesito seguir hablando ahí, siendo el cátcher”, dijo. Y deberá asegurarse de que los lanzadores y otros compañeros a la defensiva puedan entender lo que diga.
Simplemente por la índole de su responsabilidad, cantando los strikes y marcando las bolas, los umpires están justo detrás de los receptores, atisbando por encima de sus hombros. Con tanta cercanía, no es raro que los umpires coloquen las manos encima de los catchers. Y suele haber también conversaciones entre ambos, aunque no cara a cara.
Unos 10 umpires de las mayores optaron por ausentarse de esta campaña, ante las preocupaciones por el coronavirus. Quienes sí participen, serán sometidos a pruebas regulares, al igual que los peloteros, managers, coaches y empleados que deban estar en el terreno.