Básquet

Sobre cómo el COVID-19 le recordó su humanidad al básquet boricua

Son de goma, decía Manolo... Son humanos, decimos nosotros.

Son apenas las tres de la tarde de otro miércoles de pandemia, Ramón Clemente ya hizo sus rutinas de ejercicio y regresa a lo que ha sido la actividad favorita de los humanos en estos pasadas semanas: pensar.

“Todo esto es bien loco, hermano”, dice el delantero fuerte de la selección nacional vía telefónica desde Georgia.

Pasan apenas segundos antes de que el jugador de ascendencia puertorriqueña criado en la ciudad de Nueva York comience a dar ejemplos de cómo la crisis del coronavirus le ha tocado a él y a su familia.

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“Mucha gente que conozco ha fallecido”, exhala Clemente, su voz ahora más sombría.

“Mi familia la semana pasada veía un funeral de un primo por Facebook. Gracias a Dios que todo mi círculo cercano está bien. Pero te digo… esto está fuerte. Esto me recuerda a ’I Am Legend’, de Will Smith, ¿La viste? Sin los zombies, claro… todavía… Esto es una locura, mano”, apuntó, agregándole una distopía propia a su análisis existencialista.

Clemente piensa y piensa sobre lo que vive la humanidad, igual que lo hace el resto de los miles de millones de su especie mamífera que come y ensucia el planeta Tierra. Tanto tiempo dedicado a una cosa, el baloncesto, para de repente no saber si eso será lo que le seguirá trayendo pan a su mesa. Bueno, no hay básquetbol, pero el sosiego no lo abandona. Clemente es un tipo fino y antes de que explotase esta pandemia, ya tenía algunos topitos echao’s, pa’ ver si pica el peje.

“Lo que no brega es que yo me estoy poniendo ya viejo, en cuanto a términos de baloncesto se refiere, y esto me quita tiempo de mi carrera”, explicó el corpulento canastero de 34 años de edad.

“Ponle que me queden cuatro años más de jugar duro, duro”, prosiguió, sin contar “cualquier tiempo después de eso”, pues sabe que pa’ dar cinco fouls en cualquier juego no tiene precio, como hacía Mario Butler en sus días finales de cancha en Arecibo.

“Oye, ¡yo quiero jugar! Yo amo el baloncesto al 100 por ciento. No es siquiera por el dinero, porque yo supe moverme y hacer inversiones fuera de la cancha, yo quiero jugar por que me gusta competir. Espero que esto se resuelva, pero, te digo, que si esta cosa sigue así de mala, creo que pudiese retirarme incluso antes de tiempo”, acotó.

Los directivos del BSN mencionan el 15 de agosto como una fecha tentativa para volver a cancha, “algo que no creo que pase”, dice Clemente. El espigado ala pívot entiende que “la vida ha cambiado”, y que “se habla de la opción de jugar sin fanáticos”, pero que en el caso del BSN “¿qué se harían los equipos pequeños, en pueblos pequeños, sin fanáticos?”.

Clemente de repente agradece al destino por haber “realizado buenas inversiones” durante su vida y regresa al existencialismo que comparte con la humanidad.

Mientras, Ricardo Dalmau, presidente actual del BSN, resumió el nuevo carácter humano que adquiere esta industria llamada deporte. Todas las ligas deportivas del mundo se encuentran ahora mismo en crisis ante el sanguinario coronavirus, “afrontando retos nunca antes vistos, algo para lo cual no estábamos preparados”. Acepta que esto del COVID-19 mantiene al BSN herido, pero no de muerte, y que, al igual que resto del mundo, “habrá que evolucionar”.

“Los deportes a nivel profesional se miden según su capacidad de congregación, de seguimiento.Y ahora es no es posible. Lo que sí hemos visto es un esfuerzo colectivo para buscar alternativas de hacer deportes una vez se den las condiciones”, comienza a deponer Bebé Dalmau, con la misma astucia con la que desbarataba las zonas de los Capitanes en la antigua cancha Pedro Hernández.

“Lo que promueve el modelo económico actual para los deportes en Puerto Rico y en el mundo es que se financie con el ingreso de boletería y sus derivados, que serían las cantinas, mercancía, los anuncios de auspiciadores, y todo lo de la periferia. Tradicionalmente, todo ha estado atado al modelo actual, y es difícil ahora celebrar eventos sin reducción de gastos drásticas, mantener el modelo tradicional sin fans no es muy fácil”, destacó.

Existe el planteamiento de que se juegue sin fanáticos, pero este es un modelo que ligas multimillonarias como la MLB y NBA aún no han podido desarrollar.

“La logística para presentar un producto de esta forma requiere aislar grupos de distintos profesionales, no tan solo en el deporte, pero también en la salud, para evitar que no haya contagio en un evento donde hay mucho movimiento y contacto”, señaló Dalmau.

La temporada del BSN comenzó el pasado 28 de febrero. Se decretó suspender hasta la fecha del 31 de marzo ante el parrandón que nos ha dado el corona virus y la paga de los 21 partidos jugados hasta la fecha debe ser honrada por los equipos. Sin duda, habrá pérdidas millonarias para los comerciantes, auspiciadores y apoderados, y muchos canasteros nativos perderán sus ingresos. ¿Qué cuándo se va a jugar? Ni Nostradamus lo sabe. Ni Fufi, allá con Tuto, puede predecir esta. 

Pero al menor de los hijos de Raymond le enseñaron desde bien chiquitito que rendirse no es una opción.

“Estamos trabajando en base a los escenarios. Esto es algo que se evalúa a diario, quien dicta la pauta aquí es la pandemia. Una vez estemos en posición de poder reiniciar y nuestra gente se sienta segura, arrancaremos con las condiciones adecuadas y de manera organizada”, resaltó, subrayando nuevamente a agosto 15 como una fecha tentativa, “y aquí la palabra importante es ’tentativa'”.

 

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