Ante la partida del ‘Baby Bull’, decidí buscar la 6ta edición de Puerto Rico En Las Grandes Ligas del historiador deportivo Jossie Alvarado para repasar la carrera del pintoresco toletero boricua. Dicha edición fue dedicada a los peloteros puertorriqueños ganadores del premio Novato del Año en las Grandes Ligas, siendo Cepeda el primero de seis. Unas palabras que captaron mi atención leyendo la introducción del libro fueron y cito: “El primer gran premio obtenido por un pelotero puertorriqueño fue el Novato del Año de la Liga Nacional en 1958 por el miembro del Salón de la Fama Orlando Cepeda con los Gigantes de San Francisco”. Más adelante Alvarado explica que “el puertorriqueño Orlando Cepeda, con una temporada de ensueño a los 20 años de edad, logró el premio del Novato del Año de la Liga Nacional de forma unánime”. Definitivamente que tan pronto pisó los parques en Grandes Ligas, Orlando envió un fuerte mensaje de lo que sería una carrera exitosa.
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Hablando de Jossie Alvarado, tuve la oportunidad de contactarlo para hablar un poco del Bambino Boricua pues la vida le regaló la oportunidad de tener una amistad y hermandad que impactó su vida. “Orlando Cepeda primero fue una persona agradecida y que escuchaba consejos. Para el ‘52 o ‘53, comenzaba a tener una relación con Clemente. Los consejos que le daba Roberto a Orlando, los aceptaba” comentó el historiador salinense. “Su padre le decía que tenía que escuchar y ser agradecido de los que jugaron antes de él”. Sabio consejo el que le inculcó su progenitor, Pedro ‘Perucho’ Cepeda.
Jossie aprovecha para contarme una anécdota entre Peruchín y Cheo Cruz cuando el primero jugaba para St. Louis mientras que el segundo jugaba para las filiales de la misma organización. “A finales de los 60′s, cuando Cheo Cruz estaba en St. Louis, sufre una fractura en una de sus rodillas. Habla con Orlando y éste le dice que no regrese a Puerto Rico, que se quede en St. Louis rehabilitándose. Le prestó un carro y le dio vivienda. Cheo quería regresar a Puerto Rico pues estaba enlistado en la policía. En ese momento está pensando en el retiro y Orlando fue quien le dio la mano para que se quedara. Cuando se oyen historias como esas de Orlando, uno se da cuenta de la calidad de ser humano que era”.
El miembro del Salón de la Fama fue el primer macetero boricua en las Grandes Ligas. Sus largos batazos todavía son recordados por muchos en Puerto Rico con el uniforme de los Cangrejeros de Santurce (89HR, fuente béisbol101), así como por los del norte cuando conectó 379 cuadrangulares vistiendo las franelas de los equipos de los Gigantes de San Francisco (1958-1966), Cardenales de St. Louis (1966-1968), Bravos de Atlanta (1969-1972), Medias Rojas de Boston (1973) y Reales de Kansas City (1974). En el 1972 jugó solo 3 partidos en los que no se fue para la calle con los Atléticos de Oakland cuando llegó a este equipo vía cambio por los Bravos de Atlanta.
Peruchín participó en 17 temporadas en las Grandes Ligas, donde fue elegido 11 veces al Juego de Estrellas. La temporada de 1961 fue una monstruosa al conectar 46 cuadrangulares (líder de liga), empujar 142 carreras (líder de liga), anotó 105, .311 de bateo, .362 de OBP, .609 SLG, números que le valieron la segunda posición en las votaciones del Más Valioso. Ese año Roberto Clemente quedó campeón bate por lo que los boricuas ganaron la Triple Corona de la Nacional. Pero fue en el 1967 que Cepeda gana el premio del Jugador Más Valioso cuando bateó .305 BA/.399 OBP/.524 SLG con 183 hits, 37 dobles, 25 cuadrangulares, 111 empujadas y 91 anotadas, ayudando al equipo de los Cardenales a llegar a la Serie Mundial y ser campeones. “Estamos hablando de la primera súper estrella puertorriqueña en las Grandes Ligas a pesar de que llegó después de Clemente” sentenció Alvarado.
Un emotivo Jossie Alvarado me deja saber lo agradecido que está de la vida por haber cruzado caminos con el pelotero ponceño. “Lo voy a recordar como esta persona que fue mi pelotero favorito. Por Orlando Cepeda me hago fanático de San Francisco y de los Cangrejeros de Santurce porque fue el pelotero que de niño veía en la cafetería de mi abuelo en los 60′s en Salinas. Imagínate, el Novato del Año. La primera vez que lo vi fue de pequeño allí que entraba para ordenar comida luego de los juegos. Ya de adulto coincidimos cuando le dedico el libro en el 2008. De ahí compartimos varias veces y tuve la oportunidad de visitarlo en su hogar en San Francisco. Me presentó a sus amigos. Ahora sus amigos son amigos míos. Cuando vas por la vida viviendo de esa manera, hay que darle las gracias a Dios por haber puesto una persona como Cepeda en mi vida”.