Crónicas

Una primera Navidad sin papá

BAYAMÓN — El muñeco pausa el video que está viendo en el celular de mamá para enseñar la última foto que se tiró con papá. Tiene cinco años y hace meses que no ve a Supermán. Así el niño le llama a su padre, quien se perderá una primera Navidad con su hijo, pues ha vuelto a ser encarcelado en la Institución 705 de Bayamón.

Doña Marisol Márquez, la madre, digiere la escena en silencio, secándose con cuidado una lágrima que sin querer le humedece la mejilla derecha y evitando sin éxito una pregunta que se ha vuelto costumbre.

— ¿Qué te pasa, mami?

Aunque todavía cree en Santa Claus, la inocencia del niño tiene sus límites. Doña Marisol lo sabe y se maneja. Con la frente en alto cuenta que no ha habido otra opción que meterle el pecho a la realidad y seguir echando a su hijo hacia adelante.

— Él pregunta por su papá todos los días. Todos los días pregunta por él. Lo llora y coge el celular todos los días para ver las fotos.

Supermán se fue de la casa luego de tomar la decisión de regresar a la calle para buscarse un peso más gordo que el $7.25 que se ganaba honradamente y por la ley. Luego de cumplir más de 20 años en prisión, Supermán intentó rehacer su vida de la mano de Marisol en el 2012, pero ella cuenta que un grillete limitó los horizontes, hasta que en el 2019 el hombre ya no aguantó la presión que impuso el sistema.

Lo pillaron nuevamente, esta vez con un arma ilegal.

— Realmente, el pago mínimo no le alcanzó. Él quería hacer más. A veces es mejor tener arroz blanco, pollo y habichuelas legal, que tener churrasco, tostones y ensalada haciendo las cosas mal. Volvió con sus amigos y perdió su familia, su empleo, todo lo que tanto trabajo le dio tener.  Era un gran hombre, pero la calle nunca lo dejó.

Marisol habla de un ser humano que en el 2016 se sentó a contar una historia de superación en la redacción del periódico Diálogo. Marisol habla de un hombre que en aquel entonces tenía dos caras: una de pasado y otra de futuro.

Él había advertido que la cárcel no rehabilitaba y que todo dependía de cuánta fuerza se tenía en la mente y en el espíritu para manejar los retos que impone la sociedad una vez se regresa a la libre comunidad.

Según el más reciente Perfil de la Población Confinada (2015), circulado en la página del Instituto de Estadísticas de Puerto Rico, el 11% (1,382) de los confinados encuestados reportó haber tenido reingresos a prisión.

— Cuando salió de la cárcel en el 2012 tenía muchas ganas de hacer una vida productiva. Sacó una licencia de electricista y su meta era trabajar en eso. Pero fue duro para él, porque iba a un sitio y tan pronto se enteraban que tenía grillete no lo querían. Fue a varios lugares, hasta fast foods, y le decían que no. Consiguió una oportunidad en el hogar donde yo trabajo (un centro de detención de menores) y ahí empezó haciendo unas horas los fines de semana. Y fue subiendo poco a poco, pero no era mucho dinero.

Cuenta Marisol que Supermán quería ser un hombre de bien y formar una familia.

— Salió y se notaba que tenía la energía de un hombre nuevo, con deseo. Pero hubo ochenta tropiezos y se cansó.

Para ese tiempo no existía la Ley 61, medida “para facilitar la Reintegración a la Comunidad de la persona exconfinada” y que fue firmada el 4 de julio de este año. La ley tiene como objetivo facilitar la adquisición de identificaciones personales y otros documentos oficiales que resultan un dolor de cabeza para los que quieren encarrilar su vida luego de salir de la cárcel.

***

El muñeco sigue jugando con el teléfono mientras mamá se desahoga. En el jugueteo se topa con un video en el que Supermán vacilaba con él en la sala de la casa. El nene sonríe y da media vuelta sentado en la falda de Marisol. Le muestra el celular para que vea las imágenes con las que casi todas las noches intenta encontrar el sueño.

— Mira, este soy yo con papá… ¿Viste?

Es evidente que no habrá regalos que superen la memoria del nene. Marisol explica que el muñeco hace esto todos los días, porque es loco con su padre. Ella confiesa estar preocupada por cómo el chiquitín digiere el proceso y lo más que teme en esta etapa es que el niño se afecte. Ella está tratando de que el chamaquito no pague las consecuencias de algo que no le toca.

La lucha de esta madre soltera es digna de una heroína. Y es que 116 de los 254 menores encuestados en el más reciente Perfil del Menor Transgresor (2016), también publicado en el portal del Instituto de Estadísticas de Puerto Rico, confesaron tener familiares en prisión, lo que representa el 46% de los menores transgresores que participaron de ese estudio. El 37% de los varones, curiosamente, informó haber tenido a su papá en la cárcel.

La última vez que el muñeco vio a Supermán fue precisamente allí, en la prisión.

— Fue fatal… Eso fue llora y llora y llora…  y todo el tiempo preguntaba por qué no pudo irse de allí con su padre, que por qué a su papá lo tenían metido allí como si fuera un perro. Quedó impactado y cuando veía los perros, preguntaba si a su papá lo tenían en una jaula.

La escuela también se ha vuelto un dolor de cabeza para el muñeco. De lo que se está hablando en el salón de clases es de la familia, de que se tiene mamá y también papá. Pero el muñeco se confunde, porque de la noche a la mañana papi se fue de la casa, a pesar de que ante sus ojos todo parecía estar bien.

En el informe de menores transgresores se dice que el 22% de los varones encuestados alcanzó el duodécimo grado. Igualmente, que el 19% se quedó en noveno, que el 13% en octavo, que el 9% cursó hasta grado diez y que el 8.5% se quedó en sexto.

Marisol habla de la educación de su hijo con un nudo en la garganta. Pero, de nuevo, se muestra fuerte y sigue hablando con firmeza. De paso, recuerda una asignación en la que hubo que tomar una foto familiar para que el muñeco la presentara en clase.

— Él pegó a llorar diciéndome ’mamá, pero yo quiero en la foto de mi familia a mi papá’. Y tuve que explicarle que papá no podía ir en la foto, porque papá no estaba. Que sí, papá lo ama, que papá está pensando en él todo el tiempo, pero que la foto era de la familia que tenemos ahora.

Marisol sigue hablando y el muñeco decide enseñarnos una foto que fue tomada durante el embarazo. El nene levanta la cabeza de golpe y clavando su mirada en la del extraño que tiene de frente, sonríe. Su papá también sale en la foto.

Para el niño eso es muy importante que se sepa, vale mucho, tanto como un tesoro. Y es que siempre que pregunta cuándo vuelve su héroe, escuchar la verdad resulta insuficiente. Se ve en la obligación de refugiarse inmediatamente en los ojos de su madre. Ahí la Navidad nunca será diferente.

Según informó la oficina de prensa del Departamento de Corrección y Rehabilitación (DCR) a este diario, al momento de cerrar esta historia, 574 miembros de la población correccional estaban próximos a extinguir su condena. Sin embargo, aún el Estado no contaba con el reglamento de la Ley 61, ya que “se tienen que atender ciertos vacíos normativos”.

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