Comentario

“Tú no entiendes, porque no tienes hijos”

Por Dominga Lebrón – www.lamarginalpr.com

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No es el último grito de la moda pero lo escuchas en diferentes contextos: el familiar, laboral, en las relaciones de pareja, con gente desconocida y por parte de amistades. Una mujer sin hijos, se expone constantemente a esa frase tan poderosa que acabo de utilizar como título.

Querida población mundial, quiero que pienses bien lo que significa esta expresión y de dónde viene. Yo no he llevado otra vida en mi vientre y, aunque esas palabras pueden salir de cualquier lugar, las he escuchado mucho más de la boca de otras mujeres. “Tú no entiendes porque no tienes hijos”, llega como una manifestación fantasmagórica repleta de elementos que rompen con la solidaridad que deberíamos estar fortaleciendo.

Cada vez que una mujer usa el “tú no tienes hijos” para “defenderse” de otra mujer, ocurren varias cosas: se perpetúa un sistema de evaluación equivocado sobre la mujer (y de las personas en general) y su rol en la sociedad; lastima a personas que probablemente son muy apreciadas para ella y se le adjudica una carga a los hijos o hijas que no les corresponde. Los señalas como los culpables del difícil manejo de las responsabilidades de la vida. De seguro hay más cosas que trae esta frase que tanto le gusta a muchos y muchas repetir, como si fuera una antorcha levantada por la dama de la justicia. Conozco muchas madres que no usan a sus hijos o hijas  para ganar una pelea contra otra mujer y que constantemente están en movimiento dentro de todas su facetas como persona.

Tener descendientes es una decisión. Esta puede ser manipulada u orientada por El Estado, la educación, la política, creencias religiosas, vulnerabilidades e independencia emocional entre otros aspectos, pero sigue siendo una decisión. Me refiero a que una mujer fértil, biológicamente tiene la alternativa. Hablo de tenerlos, no de procrearlos, porque la procreación no necesariamente es consentida en algunos casos.

El no tenerlos también puede ser una decisión, pero muchas mujeres no pueden ejercer su libre albedrío al respecto porque ya el cuerpo lo hizo por ellas. Simplemente, no cumplen con los requisitos de fertilidad para ser una “mujer completa” y aquí se asocia automáticamente la particularidad biológica con la responsabilidad social asignada a un género. No importa las razones por las cuales una mujer no tiene hijos o hijas, es equivocado y doloroso el juicio que se hace sobre el asunto y, a su vez, impone un peso degradante sobre la importancia del tiempo, el trabajo, las responsabilidades, la forma de vivir y sobre la propia existencia de este “tipo” de mujer.

¿Cuánto vale una mujer que no tiene hijos o hijas? Una pregunta sobre valor que degrada a una persona al nivel de mercancía y que la obliga a pasar por un proceso de control de calidad para determinar su utilidad en la sociedad. Esta no debe ser la medida para decidir su importancia. Ese tipo de evaluación nace de un lugar bien oscuro del capitalismo y el patriarcado, que caminan juntos de la mano para aniquilar a la mujer y reducirla a un objeto… nada nuevo en la historia de nuestra humanidad.

La vida de esta mujer que tanto aplastamos, tiene la misma relevancia que tiene la vida de cualquier persona. No son ni más feas, ni más lindas. Tampoco más buenas o más malas ni menos merecedoras de un trato justo y amoroso que el resto de la población. La existencia de una descendencia, tampoco determina el nivel de empatía y comprensión sobre el manejo de las responsabilidades en un mundo donde todo es sobrevivir espontáneamente.

A veces se planifican muchas cosas sobre cómo tenemos que usar el tiempo y los recursos disponibles, pero siempre expuestas a que en cualquier momento, puede ocurrir algo que cambie todo: se te explota la goma del carro, se te daña la nevera, te asaltan o pasa un huracán categoría 4-5 (todavía nadie se decide la categoría del huracán María cuando pasó por Puerto Rico). La respuesta a estas situaciones se transforma en un malabarismo que le cuesta trabajo dominar a cualquiera.

Todos y todas tenemos un deber intrínseco con la sociedad de cuidar y proteger su existencia, la de las personas que nos rodean y la propia. Este sistema de evaluar a las personas, en este caso particular a las mujeres, escondido en esa aseveración de “tú no entiendes porque no tienes hijos”, es fatal para la propia supervivencia de la especie. Se deshumaniza y maltrata una persona que probablemente tiene mucho que aportar al mejoramiento de nuestro entorno. Si crees que una mujer no entiende algo porque no tiene hijos, detente por un momento y reflexiona sobre lo que estás pensando.

Revisa en la mente, si es que la persona no te entiende porque hay falta de empatía (no de hijos) o simplemente estás tratando de excusar la efectividad de tus gestiones para resolverte; según unos estándares y expectativas creadas que podrían ser hasta imposibles de cumplir porque no corresponden a tu realidad y deseo. Tú, mujer que has recibido el golpe de esta frase, sigue fuerte, respira hondo y dale rienda suelta a la compasión. No estás sola. Conversemos, amémonos más para comprendernos mejor y ya verán que sí nos iremos entendiendo.

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