Contexto

Tras huracán María, hay muchos boricuas en el limbo en EEUU

Huyeron de Puerto Rico con sólo tres maletas y la esperanza de que lograrían recomponer sus vidas pronto, pero no fue así.

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A más de cuatro meses de que el huracán María inundara su casa en la ciudad caribeña de Bayamón, Enghie Meléndez y su familia viven apiñados en dos habitaciones de un hotel de Brooklyn. La puertorriqueña, su marido y sus tres hijas usan platos de papel para comer y la ropa se acumula en las esquinas. Se sienten en el limbo, intentando adaptarse al frío y conseguir ayuda para poder mudarse a un apartamento.

“Delante de las niñas nos hacemos los fuertes. Cuando ocurrió (el huracán) les decíamos que cada día iba a ser una aventura, pero no imaginábamos esto”, dice Melendez, de 43 años. “Está siendo muy duro”.

Muchos puertorriqueños sienten lo mismo a lo largo de Estados Unidos: viven en hoteles pagados por el gobierno debido al huracán que azotó la isla el 20 de septiembre, y aunque el viaje les ha ahorrado las dificultades que pasan los que se quedaron en Puerto Rico, les ha supuesto empezar de cero en territorio continental con una difícil búsqueda de casa, escuelas, empleo y subsidios para iniciar una nueva vida.

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Desde que salieron de Puerto Rico, Meléndez y su familia han vivido en el apartamento de un pariente, un refugio para indigentes y el hotel. Los traslados les forzaron a cambiar a las niñas de escuelas en Manhattan a escuelas en Brooklyn en pleno año escolar.

“La inestabilidad es terrible”, dijo Meléndez la semana pasada mientras su marido aplastaba plátanos con la base de una botella para hacer mangú en una pequeña cocina que conecta ambas habitaciones.

Pero además de la inestabilidad, lo que preocupa a estos puertorriqueños es que la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias pronto dejará de pagar sus habitaciones. Muchos dicen que no pueden permitirse apartamentos si no logran algún tipo de asistencia pública.

“Es preocupante”, dice Yalitza Rodríguez, de 35 años, y quien vive desde hace casi dos meses en una habitación de un hotel de Queens con su madre y su marido. FEMA, dice Rodríguez, no les extendió la ayuda y han tenido que apelar esa decisión para poder quedarse allí.

“Si no nos aprueban la extensión nos tendremos que ir y aún no tenemos opciones para vivienda”, asegura.

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