Contexto

Se cuaja una generación de fantasías electorales

Existe un mundo fantástico que vive a través de las redes sociales donde convergen personas a debatir, proponer y hasta unirse a causas que creen ameritan defender.
Por ahí vemos a los paladines de la justicia, los indignados y a los que se unen a causas que prometen cambiar el mundo.

En esas calles cibernéticas se han creado héroes, estrellas y villanos que antes solo vivían en esos estatus de fantasías pero con los cambios mediáticos han trascendido, llegando a convertirse en sujetos de carne y hueso.

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Esas nubes infladas comienzan a traer unos rasgos sociales que podrían ser peligrosos, sobre todo para una sociedad como la nuestra, que anda desesperadamente en busca de un redentor.

Allí nacen la nueva cepa de nombres populares donde se inviertan las espirales del esfuerzo.

Antes, era común ver jóvenes, entrar en lo más bajo de la estructuras de las empresas y organizaciones y de ahí, con esfuerzo y sacrificio, continuaban escalando hasta colocarse en posiciones de liderato. Ahora es la pala, el hablar del prójimo y el inflar un resumé que no existe solo para maquillar la realidad y decir que eres alguien y por eso me merezco esto.

En esa madeja de bits cibernéticos es que el País desde hace algunos meses viene escuchando los cánticos de sirena aspirante tras aspirante anunciando que tienen derecho a dirigir los destinos de esta Isla que navega a la deriva.

Nombres nuevos y viejos, todos han comenzado a arreglarse bien, bailar al son de la música del momento, de caravana en caravana, cacharrito en mano para que los súbditos compren la oferta de campaña y le aporten para colocar pasquines y otros lujos electorales.

Sin embargo, cuando uno ve de cerca y evalúa la nueva generación que ha echado un pie al bote ve muchas similitudes entre todos.

Una se canta como la diferencia, pero en el fondo es muy parecida a los otros; es hija de una familia que ha guisado intensamente del quebrado y espantoso Departamento de Educación pero aduce que conoce el monstruo en sus entrañas prometiendo cambios y reforma bajo manto de que no tiene Partido.

El otro, el heredero, que entre &#39propuestas’, ha comenzado a vender &#39esperanza’ con grandes proyectos e ideas que, como todo pastor para que su rebaño tenga de comer, aunque sepa que no sean posibles. Lo que abre la puerta abierta para que su futuro político se desangre por los cuestionamientos serios a su preparación académica y profesional.

La realidad es que el mundo fantástico de las redes sociales se pueden crear fácilmente espejismos donde levanten a seres mitólogicos salvadores de la Patria. Héroes que realmente no tienen la capacidad para ni siquiera decir que pueden tener el cuero duro que se necesita para comandar un País sumido en la profunda crisis que lo mantiene anclado en el fondo del mar.

Ambos candidatos son sintomáticos de una generación que no sabe como esperar y trabajar por las oportunidades. Que las gratificaciones y los premios al esfuerzo se sustituyeron por cintas y medallas a la participación y mensajes vacíos de que tu te lo mereces todo tras fracasar por no esforzarse.

La realidad es que no vale el esfuerzo, lo que cuenta es el que dirán sin importar lo que pase. Habrá que preguntarse ¿Ese es el Puerto Rico que queremos?

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