Soy puertorriqueña y llevo casi veinte años viviendo en Nueva York. Sigo el deporte fervientemente desde pequeña; criada en Puerto Rico, principalmente crecí amando el béisbol y el baloncesto. Pero llevo ya muchos años en que sigo apasionadamente el fútbol, tanto el de equipos profesionales como el de selecciones. El que Puerto Rico no tenga una selección competitiva me da la libertad de adoptar selecciones y ver el fútbol con algo más de tranquilidad y hasta un poco de objetividad.
Desde que me mudé a Estados Unidos he estado siguiendo la prensa deportiva en español cuya cobertura se enfoca mayormente en el fútbol mexicano. Así eventualmente me sentí cómoda hablando del Pachuca, Toluca, comentando sobre el Chivas y el América y desarrollé un gran cariño a los Pumas, por representar una universidad pública donde soñaba estudiar. Cada vez que había un torneo mayor de selecciones, caía en la vorágine de la discusión del seleccionador, que si La Volpe, que si el Chepo, que si Hugo, que si “el Piojo”, que si Osorio; veía cómo éstos entrenadores eran rostizados noche tras noche en los programas televisivos, llevando al escrutinio sus alineaciones, su planteamiento del partido, hasta su trato con la prensa; si eran abiertos a ésta, criticados por sobre exponerse, y si preferían alejarse a la prensa, también eran criticados.
En cuanto al Mundial específicamente, llevo escuchando del famoso “quinto partido” que no llega desde que empecé a ver Mundiales en Estados Unidos, o sea, desde el 2002, cuando fue la propia selección estadounidense quien privó a los vecinos del Sur del tan ansiado partido que representa estar entre los mejores ocho del mundo. Con este Mundial, son siete consecutivos en los cuales México no pasa de los octavos de final.
Con México tengo una relación particular. Amo el país, su cultura, su gente, los que están allá y los que viven aquí. Tengo una gran admiración por su cultura y su historia, y a la vez siento una gran solidaridad por lo que luchan los mexicanos, sobre todo los que viven aquí en condiciones jodidas. En mi casa México es nuestra segunda patria. Mi hija, boricua nacida en Nueva York, siempre dice que es mitad mexicana. Ama a México, su himno es el único himno que se sabe, se cruza el pecho con su brazo al cantarlo vestida de tricolor cuando juega la selección, y siempre México es la favorita de los países a visitar.
Este Mundial no fue la excepción. Todos estábamos con el Tri, y el partido contra Alemania todavía es el momento más emocionante, estresante y feliz para mi del Mundial. Celebramos el gol del Chuqui con pasión, gritándolo a todo pulmón, y los diez minutos finales solo se compararon a los minutos finales del juego en Atenas 2004 cuando Puerto Rico le propinó la primera derrota al equipo de baloncesto de Estados Unidos con jugadores de NBA; es esa sensación de que el reloj se va poniendo más lento hasta parecer que se detiene. Lo triste y frustrante es ver cómo cada momento que enciendo la televisión, ya sea ESPN Deportes, Univisión o Telemundo, siento que estoy en un “roast” a la selección, desde sus jugadores y obviamente al seleccionador. Es como si les fuera imposible alegrarse de lo bueno y esperaran con ansias las desilusiones del equipo para soltarles un soberbio “se los dije” con los colmillos afilados para buscar un culpable de la tragedia. Incluso después del juego de Alemania. Y no es justo.
Creo que la referencia al baloncesto puertorriqueño es apropiada porque yo entiendo de dónde viene esto de las expectativas y las frustraciones y la prensa que se alimenta de todo esto. En Puerto Rico nada hay más grande que la selección de baloncesto y se mira con una lupa tan de cerca que todo se agranda hasta salirse de proporción. Y se exige, y mucho y a veces más de lo que se debe. Al punto que es difícil darse cuenta de dónde está uno parado a nivel mundial. Y de esta manera lo veo con México. Ayer me dolió. Hubiera querido que le ganaran a Brasil, pero objetivamente Brasil es tan superior que no entendí el ajusticiamiento posterior. ¿Realmente México es una de las ocho mejores selecciones del mundo? No. Tampoco lo es Rusia ni Suecia, y están ahí, quizás con una combinación de suerte y de maña. Pero aunque entiendo que la prensa, sobre todo estos programas que tienen que cubrir horas en el Mundial, vive a veces de perpetuar estos chismes y “dimeydiretes”, no creo que le hagan nada bien al fútbol mexicano. Hacen que se pase por alto el apreciar lo que es un buen torneo, en términos de estilo de juego, de propuesta futbolística, de pararse a jugarle de tú a tú a los grandes. ¿Por qué es legítimo hablar de que Perú e Irán hicieron un buen papel eliminándose en la primera ronda al mostrar un buen fútbol y no así de México en octavos? ¿Es que se espera tanto que solo el quinto partido es válido? Cada cuatro años me pregunto si incluso llegando a cuartos de final se acabaría la caza de brujas. Y creo que lo triste es que los afectados son los futbolistas y entrenadores que no sienten reconocido su esfuerzo y el pueblo mexicano que ve alimentadas unas falsas expectativas para luego prender la televisión y solo ver críticas constantes a su selección. Y, repito, todo esto a quien afecta en última instancia es al fútbol mexicano. Y a la larga, su bien y su desarrollo es lo que queremos, los mexicanos y mexicanas, y todos los que desde afuera amamos esta nación. ¡Que Viva el Futbol y que Viva México!