¿¡Politiqué!?

“Ni rojos ni azules”... No todo está dicho sobre este tema

Hoy escribe en ¡¿Politiqué?! el candidato a representante en el Precinto 4 de San Juan por el PPD, Manuel Calderón Cerame.

La política es un ejercicio de razón y percepción.

Muchas veces, la percepción es pasional, y altamente manipulable por frases cortas que erróneamente simplifican cosas complicadas. En el acto de decidir a quién prestar el voto, el elector se ve entre la razón y la pasión. En esa encrucijada hay que sopesar lo que ofrece y representa un candidato.

Por muchos años he escuchado a analistas en la radio AM hablando de la “inevitable muerte” de los partidos tradicionales o históricos. Hace unos días me provocó interés escuchar un “podcast” donde un analista intenta justificar “cómo y porqué” el Partido Popular Democrático logró llevar más de 200,000 personas a votar en su primaria, derrotando así su propia hipótesis de que el PPD había muerto hace años.

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La razón de ello es que los partidos son instituciones que las sostienen la gente, no un solo candidato o un grupo. En la medida en que esas instituciones sean sostenidas por la gente, siempre fluctuarán en matricula, experimentarán crisis, vivirán victorias y también desencantos.

El PPD ,al igual que el PNP, celebraron una primaria, y fueron miles de cuerpos calientes los que decidieron quienes serían las candidatas y candidatos de estos respectivos partidos. En ese sentido, el uso de lenguaje que busca cancelar gente por pertenecer a los partidos tradicionales me resulta peligroso, y abona a vivir en un país que no puede hablar con seriedad sus diferencias. Al final, se trata del juego peligroso de puertorriqueños cancelando puertorriqueños.

En la primaria popular, el electorado envío un mensaje claro y directo. Es hora de nuevos bríos en la institución que represento. Una gran cantidad de mujeres y jóvenes logramos obtener el privilegio de figurar en la papeleta del Partido Popular Democrático. Esa renovación, que incluye también la figura de Charlie Delgado Altieri, viene con una responsabilidad de presentar un contenido de propuestas frescas y que viabilicen un cambio de rumbo en Puerto Rico.

La forma en cómo se hace política en nuestro país está cambiando. Los candidatos adoptan causas, se especializan en temas centrales y urgentes del país, adoptan luchas que van más allá de líneas partidistas y entablan comunicación directa con otros actores políticos en distintas causas desde diferentes plataformas de comunicación social.

Los más jóvenes somos apelados por nuevos estilos de gobernanza. Respetamos el liderato central del partido, pero el desarrollo de nuestro liderazgo no es un cheque en blanco. En ese proceso, intentamos canalizar las agendas de impacto social en el mandato otorgado mediante el voto, moviendo a la institución que adopte posturas para atender determinada situación, creando presión sobre los distintos equipos de trabajo que aspiran a ser electos, para alcanzar una base de apoyo mayoritario en miras a atender reclamos puntuales, importantes y urgentes. En ese sentido, me resulta una generalidad vacía el cancelar a un candidato meramente por pertenecer a un partido político, más aún cuando somos muchos los candidatos nuevos que compartimos igualmente la frustración colectiva con los políticos tradicionales y la corrupción.

En esta tribuna, me resultaría infantil tildar a todos los miembros del MVC de ser de una forma u otra, por el hecho de que su candidata a la gobernación mostró una falta de carácter grave con el manejo de la demanda por discrimen en el empleo contra una empleada suya de nacionalidad dominicana, y por el reciente caso de plagio a propiedad intelectual de un productor creativo argentino. Esto máxime cuando en dicho partido hay gente a la que respeto mucho.

De igual forma, nunca podría decir que todos los miembros del PNP son unos corruptos, pues conozco personas avergonzadas con los sucesos recientes y que a su vez tienen un compromiso con el país desde su visión ideológica de estatus. A fin de cuentas, cada partido tiene un remanente que dese tener candidatos comprometidos a ofrecer – dentro de diferencias ideológicas y de política pública- un buen gobierno. Hay colectividades que para eso celebran primarias, mientras que otras utilizan mecanismos participativos para ofrecer al elector los mejores candidatos.

La evaluación que cada elector debe hacer sobre un candidato o una candidata debe estar enmarcada en lo que representa esa persona, en el contenido de sus propuestas, su trayectoria y proyección. Esas tres cosas son la bandera principal de todo político que se expone al escrutinio de los electores. En ese rumbo nos encontramos los que tenemos el deseo de ser una opción para el país. La manipulación exagerada de que los rojos y azules son malos, meramente por ser de esos respectivos colores, no abona a la conversación sensata y honrada que debemos todos de tener para que el pueblo escoja al liderato que administrará a Puerto Rico por los próximos 4 años.

La evaluación que usted como elector haga para lograr un cambio que pueda derrotar la corrupción y la arrogancia que nos gobierna en estos momentos debe tener en cuenta, en todo momento, lo que representa cada candidato. Analice siempre cómo ese candidato trabajará con el liderato comunitario de donde usted reside; deténgase a escuchar cómo piensa cuando habla sobre corrupción, cómo combatirla y si es autocrítico en el proceso, demande una conversación sobre cómo ve su entorno social y juzgue su accesibilidad.

Luego de esa evaluación, usted como elector debe saber que puede votar en las tres papeletas o por la insignia del partido o por los candidatos que usted entienda que merecen su voto.


El autor es candidato a representante por el precinto 4 de San Juan por el Partido Popular Democrático (PPD). Es parte del grupo original de columnistas de ¡¿Politiqué?!, la sección de de debate político en El Calce.  

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