Contexto

Roberto Alomar, un pelotero especial

Por Zacha Acosta / La Estocada

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Muchos hablan de las estadísticas que demuestran la mejor de las segundas bases de los últimos tiempos de las Grandes Ligas, Roberto Alomar Velázquez. Otros pasarán su tertulia a la controversia con el árbitro John Hirschbek cuando estaba con los Orioles de Baltimore. Sin duda una experiencia que enriqueció su alma y espíritu humano en el crecimiento profesional que tuvo el salinense.

También destacarán la familia que son los Alomar Velázquez con el trio de peloteros comandado por Santos padre, Sandy hijo mayor y el benjamín Roberto. Con mención honorífica para la jefa de la casa María y la única entre hermanos, Sandy.

A los que estamos buscando un libro que aporte más allá de sabrosas estadísticas para enaltecer la figura del Salón de la Fama del 2011 en notas periodísticas, apreció Roberto Alomar, un pelotero especial. Un documento, que en los últimos tiempos lo hace incalculable su valor en la psicología deportiva y otras áreas de la enseñanza deportiva. Se preguntará ¿por qué?

Es notable que en el béisbol puertorriqueño se ha hablado de lo que fue el legado de nuestro primer exaltado a Cooperstown en homenaje póstumo Roberto Clemente Walker. No es para menos. Una vida llena de enseñanzas para todas las generaciones subsiguientes. ¡La contabilidad de libros, ya la perdí!

Sin embargo, en la literatura puertorriqueña escasean las aportaciones que se distingan por ser únicas y de leyendas que estén entre nuestra humanidad. Un añadido es que sean escritos por fervientes locales y con una pizca especial si es del mismo municipio de la otrora figura. La exposición de los detalles es diferente. La entrega en la redacción es como si estuvieses escuchando al vecino jugando dominó en el balcón de tu casa contando la película que no vimos por ser pequeños o jóvenes con otras prioridades deportivas. Así me pasó con Roberto Alomar, un pelotero especial.

Saber del proyecto era un orgullo. Siempre es un orgullo celebrar los logros de colegas, en este caso Jossie Alvarado, quien siempre está disponible para educar en el béisbol. Es una de los historiadores de mayor influencia en los medios nacionales por su bagaje informático.

La experiencia que adquirió Jossie con sus ediciones de Puerto Rico en las Grandes Ligas, sin espacio a dudas, lo llevó a una madurez de exposición trascendental para una de las carreras deportivas de uno de sus ídolos.

Esa pasión y siendo padre y abuelo de una numerosa familia, a mi percepción, hizo que resaltará la vida del mejor en el diamante de los Alomar Velázquez con la profundidad del entorno familiar.

El libro abre el espacio para conocer y estudiar las condiciones idóneas en que se desarrolló y vivió su estrella de los Blue Jays de Toronto. Etapas que muchas veces las familias comenten ciertos errores con sus hijos y otras a tener éxito como fue para Santos y María.

En cada caminar por las ciudades que jugó el salinense desde su firma a los 17 años está presente el contexto familiar con La Estocada del contexto de la época que hizo su peregrinar por las Mayores.

En cada capítulo, que son 10, Jossie proyecta un ejemplo de lo que muchas familias pueden lograr con su niño o niña en cualquier carrera deportiva. Un padre que se fue a realizar su trabajo, con bate y guante, dejando una familia al cuidado de una madre. Un hermano mayor que incursionó primero para ser el héroe del pequeñín. Una hermana que tras bastidores cuidaba de la madre, sin olvidar sus metas. Una madre que llevó el timón de un hogar, apoyando la fiebre beisbolera de su razón de ser: la familia.

Las entrevistas del apéndice apelan al sentimiento que puede tener o tienen los integrantes de la familia y allegados para que se hagan realidad cada sueño en común e individual. Es una enseñanza que fue vivida y es transmitida por unas páginas coloridas y representadas con mucho cuidado y engranaje humilde.

“El crédito se lo doy a mi esposa Ñani. Ella fue la que siempre estuvo con ellos… fue muy importante que nunca los dejó solos y fue responsable de su formación”, cita de Santos Alomar Conde reconociendo el valor de su esposa.
Cada línea describe con respeto esa relación de padre, madre, hijos, hermanos, matrimonio y la fanaticada.

Una de las líneas que más me impactó fue la de su hermana mayor, Sandy, al contestar ¿Cómo te siente cuando [pasó] el incidente con el árbitro John Hirschbeck? ¿Cuál fue tu reacción?

“Veo esto como el incidente que evitó a Robert ir al Salón de la Fama en el momento en que debió entrar en el 2010. Pero es verdad se salvó. ¿Por qué? Porque entonces hubiesen quedado grabados unos recuerdos que no debían de estar plasmados en su historia como pelotero. Gracias le doy al señor Hirschbeck por ese castigo que le dieron los periodistas en el 2010”.

Unas palabras que solo emanan de una hermana mayor que siempre desea ser la protectora, la que cuida la espalda de cada uno de los miembros y la que toma el timón del hogar cuando papá y mamá están manejando diversas cosas de la familia. Son esas palabras que hacen descubrir la esencia de la fraternidad familiar.

Entre hermanos, la finalidad es amarse y quererse, aunque existan esas “peleas” que provocan el crecimiento del carácter hacia la vida. También hacen que los años prevalezca la unidad familiar sin límites territoriales.

“Durante la temporada cuando visitamos Toronto compartimos bastante, pero te diré que en las Navidades es la época donde más tiempo pasamos juntos. Estar en familia es lo mejor, crecimos en un hogar unido, así hemos seguido, nada como estar en familia, las horas que pasamos hablando de lo que estamos haciendo, lo que hicimos, no tiene precio, esta carrera es muy sacrificada, somos afortunados con lo que Dios nos regaló, agradecidos”, cita de Sandy Alomar Velázquez, hermano de Roberto.

Es tan mágica la lectura que te lleva a el reencuentro con esas palabras de fortaleza social, que se recalcan desde otros deportes. Unas líneas que empoderan el mensaje del que tiene en sus manos la niñez:

“Si un joven pelotero te pide un consejo, ¿Qué le dirías?

Que para lograr sus sueños hay que trabajar, creer en uno mismo. Siempre habrá obstáculos, al igual que en la vida. Seguir las instrucciones de tus coaches, de tus padres, ser disciplinado respetar el juego”, Roberto Alomar, el pelotero especial.
Adquiere el libro más allá de una herramienta de estadística. Dale la oportunidad a que te llene ese espacio vocacional de instrucción a nuestras generaciones de peloteros y peloteras en un núcleo familiar saludable.

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