Contexto

Riña del wikén: Aníbal vs Tommy... Ready??? Fight!!!

¿Y qué sería un fin de semana en Borinquen sin algún papelón en las redes sociales entre políticos?

No, pero en este fin de semana especial en el que el reinado penepé de Guaynabelot escogería al heredero del trono dejado por Héctor &#39No me llamen galán&#39 O&#39Neill, tenía que darse un combate de pesos pesados.

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Resulta que luego de la pela asquerosa que Ángel Pérez le dio a Carmelo Ríos por el campeonato de las rotondas, Aníbal Acevedo Vilá – cuya carrera ha resucitado al ser retratado como uña en la Sanse, vaso rojo en mano – pretendió irse a alta mar a cazar tiburones blancos. Ya ustedes saben como la gente se pone con cuatro Tito Vodka&#39s con china en el cholo.

Al ver que el alacrán quería apuntársela con él tras la derrota de su caballito chongo Carmelo &#39el feminista&#39 Ríos, el que apodan Riverita Tommy explotó como siki-traki.

No era para menos, el hombre del bigote hitleriano chaplinesco no tuvo la mejor suerte este pasado sábado, pues el PNP en Guaynabo le dijo que no a su pupilo, que también recibió el ilustre respaldo de otros pilares estadistas como Jorge &#39Bésame Mucho&#39 Navarro. Al final, fue el gallito de J-Go, Ángel Pérez el que se quedó con el canto.

Así que imagínense con los humores que andaba Tommy. Po&#39l techo. Y cuando Aníbal – que algunos lo confunden con Walbert el que salía en No Te Duermas – le tiró ese jab tuitero, pues ya ustedes saben… ¡Gueeeeeeeerrrrraaaaaa!

Rivera Schatz, que nunca suele atacar a nadie (inserte risa aquí), hizo una “excepción” y arremetió contra Aníbal, otrora musa de Elvis Crespo.

Ahí tienes, Aníbal, por güirero. Te dijeron corrupto y borrachón. Claro, que la reacción del flamante presidente del Senado solo denota lo mordío que estaba al perder su caballito. Nada, que en Puerto Rico la política no tan sólo es el deporte favorito del público, sino lo que también domina la escena del entretenimiento.

Gracias Twitter, gracias Facebook. Pero sobre todo, gracias alacrán, gracias tiburón. Nunca dejen de regalarnos estos dulces momentos de decencia política.

 

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