Contexto

Ricky, se te fue la lancha

Si privatizamos las funciones que el Estado debe atender efectivamente, ¿para qué queremos Estado y elecciones y gobierno y políticos y jefes de agencias y asesores bien remunerados?

 

Como una estrategia de manual. Precisa. Estructurada. Repetitiva. Paso uno. Paso dos. Paso tres. Y así hasta armar el aparato, el juguetito, el entuerto, el papelón.

Veamos.

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Se permite que cierto servicio público se arruine totalmente y, una vez inoperante por el abandono y clamen voces desesperadas ante la situación, sacan de la manga la alternativa propicia para remediar el problema. Creada la crisis, con las debidas secuelas de ansiedades ciudadanas y culpas repartidas, entonces se enarbola y vende la opción privatizadora como única solución a todo. Puestos en ese punto climático los que desatendieron el problema de repente lucen, o al menos intentan, como funcionarios diligentes que bregan bien y trabajan.

El actual gobierno de Puerto Rico, encabezado por Ricardo Rosselló, ha sido un fiasco manejando el asunto del servicio de lanchas a Vieques y Culebra. Abandono, incapacidad, improvisación, indolencia y una atroz insensibilidad al permitir que se dispusiera una lancha para una actividad privada a expensas de las necesidades de los residentes. Luego, en un aguaje de buen gobierno, en La Fortaleza sacaron pecho y fulminaron al administrador de la Autoridad para el Trasporte Marítimo. Acto seguido nombran a una nueva jefa como quien dice ya, ahora sí que sí matamos el asunto. El detallito es que la chica nombrada admite, como tarjeta de presentación, que de asuntos marítimos no sabe nada por lo que se ve obligada a subcontratar a otro que sí sabe. Vamos, se vale ser sincero.

Pero bien mirado, el papel de tonto lo hace uno pensando que todavía es necesario saber hacer el trabajo para el que se nos contrata. Pero no, ya no es así. O tal vez es que en este gobierno millenial, como lo calificó la mismísima primera dama, realmente impera aquello de que lo importante no es saber si no tener el número de teléfono de quien sí sabe.

Sabiduría popular.

Ahora las lanchas de Vieques y Culebra están paradas, no sirven o pisan y no arrancan. Por tanto, no llegan suministros para sus residentes. Hablo de comida, medicamentos, gasolina y un montón de cosas más. Por contraste, el gobierno despliega un estrepitoso y ridículo afán por llevar un avión y luego un barco a Venezuela, en supuesta misión humanitaria. Esto mientras las neveras de los supermercados en dichas islas están vacías.

Tranquilos. Todos sabemos que hay algunas crisis que son mejores que otras en tanto alcanzan la categoría de trending topic.

Y en medio de la controversia salta el presidente de la Cámara de Representantes a exigir que se agilice el proceso de aprobación de una APP para el servicio de transporte. ¿Ya lo dije? La solución propicia, la que faltaba. Privatizar, que no es otra cosa que otorgar un contrato con la idea de resolver un problema que se desatendió hasta lo insostenible.

Yo me pregunto ingenuamente: si privatizamos las funciones del Estado, aquellas que las diversas administraciones gubernamentales deben atender efectivamente, para qué queremos Estado y elecciones y gobierno y políticos y jefes de agencias y asesores bien remunerados. Y no olvidemos, aspecto importante y chulito, a todos esos hijos talentosos guisando con jugosos contratos.

(Nota del editor: El autor es escritor. Puedes conseguir sus libros en Librería Laberinto, en el Viejo San Juan, entre otras librerías alrededor del país)

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