Contexto

Relato punk de un pensionado durante la pandemia

Juanko es un veterano del punk rock nacional. Sin embargo, es también un paciente con dolor crónico que durante esta pandemia sufrió debido a la apatía del negocio de la salud. Y así hay muchos.

No todo el mundo puede relajarse durante la pandemia.

Las salud mental y física de muchos puertorriqueños recibe desde hace años el embate de una sociedad despedazada por los efectos de viciosos desastres naturales, esto sin contar como la economía ha sido apabullada durante décadas por la mezquindad de nuestra propia burda clase político-partidista, la apatía de los federales y ahora por la pandemia del Covid-19.

Así se desenvuelve el humano en Puerto Rico, viendo cómo su salud emocional choca de un lado a otro.

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Juan Francisco Suárez Jiménez, por ejemplo, está pensionado por depresión mayor y se las vio negras por los protocolos instituidos a nivel federal por la administración de Donald Trump previo a la crisis del Coronavirus con respecto a los medicamentos opioides.

 

“Estoy bregando, estoy tratando de bregar, pero no me ayudan…”

 

Suárez Jiménez, músico, también padece de escoliosis lumbar severa hace unos años. Desde 2004, trabaja con los dolores en su cuerpo y hace varios años que trata sus dolores con un médico que lo orienta, le receta medicamentos y lo vigila, y con una quiropráctica que visita todas las semanas.

“Pero desde que empezó la pandemia, no he conseguido mis medicamentos. Yo soy paciente de oxicodona, ese es el opioide que me han recetado para lidiar con todos los dolores. Tengo las cervicales chavá’s ya, mi quiropráctico me dice que incluso también el cuello. Estoy bregando, estoy tratando de bregar, pero no me ayudan”, lamentó.

Suárez Jiménez, una leyenda viviente del género del punk rock  nacional, narró cómo no ha logrado acceder a sus medicamentos, aún con receta de su médico.

“Mi farmacia en Bayamón aún no recibe este medicamento”, dijo, consciente de la Ley Hipa. “Ellos me lo explicaron, yo entiendo. Entonces, seguí buscando y buscando, porque en ninguna farmacia me decían que habían, y cuando encontré, en una farmacia en Santurce, pero me dicen que tienen pero que no me pueden vender porque ni que no están cogiendo pacientes nuevos. Eso es lo que me han dicho… Pero, ¿cómo? ¿Cómo van a dejar a uno sin medicamentos, si uno está en las de la ley?”, expresó.

No tener estos medicamentos, señaló Suárez Jiménez, “me han causado una gran desestabilización. Es lo único que me ayuda a vivir mejor. Por varios años, estuve en un tratamiento sin pastillas, pero lo único que hice fue morirme en vida porque no podía completar mis tareas. Mi vida se paró”, recordó, casi sollozando.

“Esto es algo clínico, pa’ los dolores y mis síntomas de escoliosis, mi hermano, que es algo constante, y me vuelve loco. Me dan unas crisis brutales, siento que me están agarrando con corriente. Cuando uno siente tanto dolor por tanto tiempo, eso a veces me provoca sicosis, y no lo digo yo, es algo clínico, mano. Estoy que no sé que hacer, necesito que alguien me ayude”, respiró.

Suárez Jiménez, quien en octubre alcanza los 47 años de edad, indicó además que le preocupa la situación que atraviesa en un marco ya global, pues “en la calle mucha gente compra estos medicamentos por estas mismas razones, porque discriminan contra ellos, sin saber que están en ley, y ahí es distinto, porque las mismas pepas las cortan con otros químicos, como Fentanyl, eso lo saben las mismas autoridades”.

El frontman de la icónica banda Lopo Drido, de más de dos décadas y media de trayectoria, narró que “yo me bebo las medicinas por el libro, yo no estoy fastidiando con eso, ni abusando de eso. Al contrario… es un abuso de quienes no me las quieren dar”.

Suárez Jiménez no sabe si la culpa debe recaer en los planes médicos ante esto, pero entiende que debe haber mayor entendimiento de parte de las farmacias que tienen el medicamento. Dijo que su mismo plan médico le ofreció radicar una querella interna por la situación que ha enfrentado, pero “yo solo quiero tener calidad de vida, poder tener mis medicamentos como cualquier otro paciente”.

Finalmente, Suárez Jiménez pudo conseguir sus medicamentos al encontrar una farmacia que quisiese trabajar su caso. Según indicó, encontró ese oasis en una farmacia en Vega Baja, siguiendo, por supuesto, el mismo proceso que le indicó su médico de cabecera.

“Yo creo que hay que trabajar con los niveles de sensibilidad con los que se está atendiendo este asunto, que los planes médicos, las farmacias e incluso en las esferas más altas de poder se entienda que no todo el mundo que busca esta medicina la quieren para venderlas o consumir ilegalmente. De hecho, somos muchos más los que la necesitamos y cumplimos con todos los requerimientos para ello”, acotó.

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