Contexto

Quemaron su guagua, pero tiene más ganas de luchar por su país

Habló el joven dueño del vehículo quemado por la policía

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Robby Santiago tiene 23 años y el lunes 22 de julio fue uno de los cientos de miles de puertorriqueños que salieron a marchar en el Expreso Las Américas, como parte de un ejercicio democrático sin precedentes que ha definido como norte exigir, de forma pacífica, la renuncia del gobernador Ricardo Rosselló. Empero, una vez culminó la marcha, Robby se dirigió al Viejo San Juan para celebrar con amistades que, en medio de una crisis histórica, completó un bachillerato en Biología de la Universidad de Puerto Rico.

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Este joven, con aspiraciones a iniciar una maestría en Biotecnología, estacionó su Tucson Hyundai del 2017 en la Calle Fortaleza antes de que la zona se transformara en un campo de guerra. Cuando se dispuso a abandonar la zona, una vez se desataron los intercambios violentos entre la policía y manifestantes, Robby encontró su guagua quemada, porque una lata de gas lacrimógeno lanzada por la uniformada impactó el cristal trasero del vehículo que le regaló su mamá, residente en California.

“Anoche no me estaba manifestando, simplemente me estacioné en el Viejo San Juan para compartir con unas amistades por la Calle San Sebastián. Cuando yo me estacioné no había casi nadie frente a Fortaleza y se veía tranquila la cosa. Pero mientras estuve arriba se fue llenando y en eso me llamó mi mamá. Me dijo: ’Robby, tú estás en el Viejo San Juan y como que explotó la cosa’. Y le respondí que ’ok, nos vamos, entonces’. No pasó mucho tiempo y me dice mi mamá: ’ay Robby, acaban de incendiar un carro’. Cuando llegué, pues me di cuenta que era el mío”, recordó el estudiante.

Robby le dijo a este medio que, al que llegar a la escena, la policía continuaba disparando gases lacrimógenos y que la gente, en medio del intercambio con los oficiales, lo identificó de inmediato.

“La gente venía a donde mí, conocidos y no conocidos, y me decían que fueron los guardias. Pero en ese momento, yo no sabía lo que estaba pasando, porque yo no estaba allí. Los bomberos se quedaron conmigo, tomándome la información, pero los guardias siguieron tirando gases lacrimógenos. Los bomberos, en verdad, fueron un pan de Dios. Nunca había tenido una experiencia con bomberos en Puerto Rico, se preocuparon mucho”, aseguró.

De acuerdo con el relato de Robby, a raíz de la complicada situación que se vivía en la Calle Fortaleza, los bomberos lo tuvieron que escoltar al Palacio de Santa Catalina. Allí, según indicó, comenzó la gestión para trabajar una querella.

“La policía se portó muy bien conmigo en Fortaleza, super amables y cordiales. Me sacaron de San Juan y el agente que me ayudó llevándome al cuartel no era ni del área, era de Arecibo y nos perdimos buscando el cuartel. Todo eso fue de madrugada. Yo llegué a mi casa a las cuatro de la mañana porque la policía me trajo”, indicó.

“Cuando llegamos al cuartel la policía tenía los videos y sabían que el asunto iba más allá de un accidente, que tenía que sumarse servicios técnicos de la policía. Pero por la seguridad de todo el mundo, la policía dijo que se trabajaría la querella un poco más tarde y me llevaron a mi casa. No podía dormir. Me bañé, me vestí, esperé el cambio de turno de la policía y arranqué para el cuartel para trabajar eso”, añadió.

Robby señaló el hecho de que preguntó a la policía sobre los pasos a seguir, pero no recibió orientación. Asimismo, subrayó que los oficiales le preguntaron qué quería hacer con la querella. Pero, en estos momentos, la prioridad de Robby es trabajar con el seguro de su carro.

“Me han llamado abogados y me han orientado. Entiendo que el policía que tiró eso, seguramente, ni estaba apuntando a mi carro. O sea, esto fue mala suerte. Pero sí, te digo que ya me han adelantado que se tiene el número de placa del oficial y me han dicho que es de Caguas. Pero, de nuevo, ese no es mi problema. El problema es que no tengo carro. Ese carro me lo compró mi mamá, porque estudio, y lo pagamos entre los dos, mayormente ella, pero cualquier cosa que yo me ganara, un chivito, pues lo usaba para pagar”.

De acuerdo con este boricua, lo que está pasando en Puerto Rico no es otra cosa que el fortalecimiento de los deseos ciudadanos de valorar lo que se tiene como sociedad. De hecho, sentenció que a pesar de este trago amargo, después de manifestarse el domingo, el lunes y el miércoles de la semana pasada, no le pasa por la mente la posibilidad ir a ninguna otra parte del mundo.

“No veo razones para irnos, de verdad. A mí se me aguan los ojos, porque uno ve esto alrededor del mundo, y aunque estoy triste porque perdí mi guagua, creo que esto es hermoso. Gente de todas las ideologías, que años anteriores lo que han hecho es pelear, están unidos ahora por una misma causa. Aunque la razón que nos une es horrorosa y de lo peor, le estamos sacando la unidad al momento. Espero que esto se convierta en la máxima de que los puertorriqueños, a partir del 2019, no se dejaron coger de bobos. Yo no sé nada de política, pero sé que llevan años con la cultura del truco. Y la cultura, de ahora en adelante, debe ser la de tirarse a la calle y exigir respeto. Y me emociona un montón que sea mi generación la que lleve la voz cantante, no por nosotros, sino por nuestros padres, abuelos e hijos. Seguimos”, puntualizó.

VIDEO: Policía de Puerto Rico quemó un carro con gases lacrimógenos

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