Contexto

Poesía boricua 101... Puerto Rico, tierra de poetas

22 de marzo de 2018


¿Quiénes son las duras y los duros de la historia de Puerto Rico en esta cosa llamada poesía?

En el marco del Día Internacional de la Poesía – ayer, 21 de marzo – nos dimos a la tarea de intentar construir una guía básica de la poesía puertorriqueña.

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Ya lo dijo ese gran palabrero poeta, Héctor el Father: ‘No es saber, es tener el número del que sabe’. Acá tenemos los números de to’ el mundo y por eso rompimo’ a consultar por ahí pa’ abajo. Les pedimos que nos dieran al menos cinco nombres que deben servir de referencia a la hora de hablar de poesía puertorriqueña. Se pusieron golosos, zumbaron más de cinco.

¡Apunta, Cucho, pa’ que los guglees si no los conoces!

¿Nuestro roster de analistas? Los profesores Mayra Santos Febres y Rafael Acevedo, ambos también poetas; el poeta, rapero, historiador y maestro Luis Díaz; la periodista, cronista y profesora Ana Teresa Toro; y el poeta José Raúl González, ‘Gallego’ (¡Ah- aaaaaaaah!). Casi na’. Zumba alante, Mayra.

“El primero para mí es Alejandro Tapia y Rivera, sobre todo el poema largo de él, el de la Sataniada”, despepitó de entrada la profesora.

La Sataniada de Alejandro Tapia y Rivera es una verdadera epopeya, o sea, un poema que no es corto. Trata sobre el príncipe de las Tineblas, Satán.

Es un mazacote indeleble de la literatura puertorriqueña y TIENES QUE LEERLO.

PULSA AQUÍ Y TENDRAS ‘LA SATANIADA’ EN PDF. ¡LEE!

Mayra atendió a El Calce durante su coffee break, pues se encuentra en plena organización del Festival de la Palabra, que se celebra del 6 al 8 de abril. VAYAN…

“Entonces, está Luis Llorens Torres, con su ‘Valle de Collores’. El tercero es José de Diego, que tiene su gran poema ‘En la brecha’…”, prosiguió Santos.

En la brecha – José de Diego

A un perseguido
¡Ah desgraciado si el dolor te abate, si el cansancio tus miembros entumece; Haz como el árbol seco: reverdece; y como el germen enterrado: late.
Resurge, alienta, grita, anda, combate, vibra, ondula, retruena, resplandece… Haz como el río con la lluvia: ¡crece! Y como el mar contra la roca: ¡bate!
De la tormenta al iracundo empuje, no has de balar, como el cordero triste, sino rugir, como la fiera ruge.
¡Levántate!, ¡revuélvete!, ¡resiste! Haz como el toro acorralado: ¡muge! O como el toro que no muge: ¡¡embiste!!

 

“Entonces, hay que incluir a Luis Palés Matos …y tooooodo el libro de Tun Tun de Pasa y Grifería, en especial el poema Fili Melé”, apuntó Santos Febres. Claro está, la escritora también incluyó a la gran Julia de Burgos, con su Río Grande de Loíza y a Julia de Burgos.

Rafael Acevedo – profesor y editor – coincidió con las selecciones de Mayra y le agregó a Clemente Soto Vélez, a Jose María Lima y a Anjelamaría Dávila.

Sobre Soto Vélez, explicó que “renovó la poesía con su acercamiento a las construcciones del surrealismo y la imaginaria atrevida sin escapar a la cuestión nacional”.

Mientras, recordó también que “Palés, más allá de su esfuerzo por crear una poesía antillana, escribió poemas perfectos, desde Filí Melé, hasta su suerte de filosofía erótica muy buena”.

Julia de Burgos, la caballota

“Julia escribió poderosa poesía política, aún por estudiarse”, resaltó el también editor del suplemento cultural En Rojo que publica el semanario Claridad.

Ante Julia de Burgos, todos los entrevistados hicieron reverencia.

Luis Díaz, referente del hip hop nacional, recordó que “Julia fue, más allá de la imagen oficial de mujer angustiada, un testimonio de rebeldía ante las concepciones dominantes de un mundo machista, además de un manifiesto compromiso social en sus textos y sus actos”.

“Julia de Burgos: La poeta nacional [es] un filtro femenino – más no de mujer – para leer a Puerto Rico, a la condición isleña, la experiencia de nacer mujer en el mundo, la conexión con la Naturaleza, la política de la isla en diálogo con el mundo y la universalidad de sentimientos como el amor, la soledad, el abandono y el deseo”, expresó mientras tanto la periodista y profesora Toro.

“Y digo poco” – continuó Anaté – “Julia es inmensa”.

Toro subrayó entre sus selecciones a Francisco Matos Paoli, “qué cruce tan salvaje de arte y vida”, también mencionado por mistel Díaz, quien recordó que este poeta, “otrora secretario del Partido Nacionalista, fue preso tras dar un discurso y tiene una de las obras más grandes”.

Décadas de los ‘50, ’60, ’70 y ‘80

En estas décadas, los entrevistados coincidieron en varias figuras que desarrollaron su poesía para reflejar la situación social y política de esas eras.

Juan Antonio Corretjer – Yerbabruja

Yerba bruja

Caminando por el monte
ví acercándose una estrella.
Yerba bruja me ató al pie.
Sentí pesada la lengua.

Debajo de los anones
un arco lanzó su flecha
que era rastro luminoso
de cucubano o luciérnaga.

Seguí andando, seguí andando
sin saber rumbo ni senda.

A un clamor de seboruco
llegué al fin.
Froté la muesca
y aspiré el humo sagrado
que hace la boca profeta.

¡Bateyes del Otuao
para la danza guerrera!

Tú gritaste, ¡Manicato!
Y yo, encima de la puerta,
cuando la noche acababa
colgué mi collar de piedra

 

José María Lima – ¿Por dónde anda mi nombre?

¿Por dónde anda mi nombre?

Con sangre de palomas

apretada en el pecho

y desgarrando penas arrugadas,

en mitad del camino

le ha sorprendido el viento.

Un ruido de gendarmes

le atravesó la cara

que traía sostenida en la diestra.

En medio de la noche

le ha sorprendido el tiempo

y un coro de medios-niños

le señaló la ruta

que lleva hasta el dolor

de las fieras hambrientas.

¿Por dónde anda mi nombre?

Por las esquinas duras

de los jueces sin carne

y sin dolor en el cerebro.

Por entre pequeños abogados

de túnica sangrienta,

por entre soldados

con la mitad del cuerpo

hecha de roca estéril

y entreabierta.

¿Por dónde anda mi nombre?

Por entre las piernas rígidas

de un esqueleto musical

y la barriga sonora

de un contador público.

Mi nombre anda por entre

las estepas cerebrales

de un magistrado

hecho de manteca celeste.

Mi nombre baila en la cabellera

de un ángel

hecho plomo y pólvora.

(Mi nombre se sostiene peligrosamente en

la nariz de un obispo honrado que estu-

dia el movimiento de la bolsa cuando le

queda tiempo después de comer niños.)

Mi nombre tiene una arruga

en la frente

y tirita de frío

bajo la planta de un coloso indigestado.

Mi nombre tiene un ojo antiguo

que parpadea de vergüenza

frente a las nalgas

del odio empaquetado,

envuelto en papel de regalo, transparente.

Pero mi nombre es nombre

y nada más.

Se gasta.

Se va consumiendo poco a poco

en la moneda.

Mi nombre no resiste

la avalancha de sombra

que inventó el abuelo

o quién sabe si antes

cuando alguien golpeaba la piedra

y hacía los templos

que después le cayeron encima.

Mi nombre tiene la mejilla

cubierta de musgo

y una flor amarilla muy pequeña

deshechada en su pelo.

Tiene hábito de dormir

debajo del dolor congelado

que heredó de los siglos.

¿Por dónde anda mi nombre?

Muy oscuro, dormido,

enmohecido, disuelto en cigarrillos

de larga longitud,

en estandarte rígido,

en copa de árbol ciego,

en inodoros de plata centelleante.

Mi nombre dividido

se me cayó del rostro

y después de un largo

proceso de evolución

apareció redondo e inútil

en el escaparate de una tienda

adonde venden penas por docena.

———–

¿qué culpa tengo yo, peregrinando

con esta boca amarga?

¿y quién le dijo al grano,

a la piedra,

a todos los heridos del mundo,

al que me socorre

y al que me deja su uña en el pellejo:

“mira, ése es tu hermano,

en tu sal se levanta,

en tu espejo se mira,

oye por tu oído

y es casi tuyo.

muérdelo –sabes morder-

y penetra su sangre

y deja tu retrato en sus arterias”?

¿hasta dónde me sigue

ese dedo teñido?

escupan, caballeros,

orinen con orden

y dejen en su esquina

el diente que les sobra.

yo no quiero escribir

encima de otros huesos.

yo no quiero hacer

con células ajenas

caminos,

ni montañas,

ni habitaciones.

sólo sé que en mi casa

al llegar me saludo

y me despido al salir,

pregunto por mí y contesto:

“acaba de llegar y está dormido”

y si acaso despierto

con un gusto a pasado en la garganta

me lo trago y digo:

“estoy enfermo,

no puedo más,

me muero”.

después, con mis manos cargadas,

con trucos en mi piel,

juego al presente

sin preguntar,

sin hablar nada,

dejo caer el músculo al tablero

y pierdo.

siempre perdí, desde antes,

porque quiero perder,

porque es justo perder,

porque es de hombres perder,

porque perdiendo gano.

¡sujétenme!, después díganme “ahora”.

 

Una figura recurrente en la discusión fue la de Anjelamaría Dávila, una de las mujeres más importantes en la poesía puertorriqueña del siglo XX.

“Anjela María Dávila es el amor, el cariño, la ternura, la forma de sentir el Caribe”, destacó Gallego. El legado de Anjelamaría aún se despliega en su nieta Mariana Sofía Lima.

Gallego también apuntó a la figura de Pedro Pietri, poeta nuyorican, a quien calificó como “la voz puertorriqueña fuera del país, en el cemento, en la gran Babilonia”.

Sobre Pietri, Luis Díaz resaltó que “es el más importante de los nuyoricans, y como poeta diaspórico es uno de los mas importantes de Estados Unidos”.

“Desde el inglés, Pietri escribió una obra poética dedicada a ser puertorriqueño e influenció, junto a un grupo de poetas de su estilo y generación, lo que es el rap. Es un prerapero y eso lo hace bien importante. Está su influencia sobre el Spoken Word, pero trascendió, porque escribió teatro y se lanzaba hacia lo que es performance”, expresó Díaz, a la vez que también hacía alusión al trabajo de Iván Silén.

Díaz aludió además a la figura del poeta y editor Joserramón ‘Che’ Meléndes como uno de los más importantes de las décadas ’70 y ‘80.

“Además de poeta, ‘Che’ ha sido crítico, editor y antologista, no solamente de la obra de su generación del ‘70 sino de la generación del ’80. También fue mentor de esta generación y trabajó con la obra de sus antecesores, en libros poéticos de Matos Paoli, de Corretjer, del mismo Lima y de Anjela”, apuntó.

“Muchos de los libros mas emblemáticos de estos poetas los hizo ‘Che’. Él tiene una forma de escribir bien peculiar, no solo por su ortografía, que pretende ser fonética, sino porque es una obra bien profunda, que en ocasiones borra los limites entre poesía, ensayo y cuento estan bien borrada”, expresó, apuntando a las publicaciones Para Delfín y Secretum, como ejemplos de esto.

Otro poeta de estas décadas es Manuel Ramos Otero, a quién Gallego le adjudicó “una ruptura de la poesía tradicional, una poesía homosexual abierta y completamente cautivadora y real”. De Ramos Otero, Mayra Santos Febles recomendó el poemario ‘Invitación al polvo’.

Manuel Ramos Otero – 3 (de ‘Invitación al polvo’)

Vuelvo a cantar dejando atrás la muerte sumándome a la horrible ternura del amor que ahora llega cuando la vida es tarde para ser inocente de las guerras futuras. Vuelvo a la noche eterna de la espera al prejuicio sagrado de un solo hombre después de haber hecho la paz en los atardeceres remotos de la soledad. Vuelvo al mundo separándome más habiendo parido otro fantasma habitante de playas neblinosas enemigo fugaz de las metáforas. Y estás aquí. Prometiendo un amor que rebasa este siglo. Repartiendo la lluvia sedienta del verano. Pintor fidelísimo de paredes humanas. Animal de otro espacio ilimitado. Tanto reloj sin horas nos seduce tanta gana inconclusa nos aprieta tanta ilusión apenas nos inicia en el lento funeral de nuestra dicha. Tenemos poco tiempo y pocas cosas: una alfombra manchada, dos vasos sin memoria, un teléfono negro, un escondite, una llave de luz que cierra la tristeza y un pasado inmediato que ahora nos rechaza. Caminando perdidos de la mano de nuevo nos sorprende que tanto amor exista.

Otro de esta época mencionado por Santos Febres fue el poeta cialeño Edwin Reyes, cuya extensa oba quizás no ha sido puesto bajo lupa como se supone.

Los barcos — Edwin Reyes

Los barcos me dan la vida
por esa negrura abierta
al viento, a la sombra yerta
de una muralla dormida.
Más que tu piel perseguida
me animan tus ojos quietos,
los gatos grandes y prietos
del Bulevar, la poesía
bruja del mar, todavía
los barcos me dan secretos
los barcos siempre los barcos,
la bruma siempre la bruma,
el horizonte no suma
la medida de sus arcos.
Yo hablé de unos ojos parcos
y de una piel requerida,
quise explicar la salida
del mar por que a ciencia cierta
por esa negrura abierta
los barcos me dan la vida.

Ya en los noventa y en el nuevo siglo, una nueva cepa de poetas se abrieron paso en los círculos literarios del país. La escritora Toro resaltó dos de sus favoritos: el recordado ‘Padre Darío’, Ángel Darío Carrero; y Mayda Colón.

“Ángel Darío Carrero y su obra me permitieron entender de qué hablan algunos tectos cuando hablan de Dios. Fue nuestro místico”, expresó.

Con Mayda Colón, dijo, “además de su poesía – contundente, introspectiva, valiente, a mí,me fascina Mayda Colón como lectora”.

“Mayda tiene una cadencia en la voz alta que hace que cada uno de sus versos adquiera un nuevo soplo de vida y de paso nos resucite también”, recalcó.

Entre otros poetas contemporáneos, Toro mencionó a Mara Pastor, Xavier Valcárcel, Mirna Estrella Pérez, Alejandro Álvarez Nieves y Ángel Antonio Ruiz Laboy.

De este último subrayó su “forma, lirismo, honestidad. Es un poeta que te da golpes con palabras y terminas sintiendo que aquello fue una caricia, porque lo fue”.

“Su poemario ‘Canto a la Ceniza, que conversa a su modo con el Canto a la Locura de Mato Paoli, es todo lo que puede ser la poesía: vida y muerte, agua y fuego”, articuló.

Cabe destacar que de los poetas entrevistados, hay algunos que se mantienen activos en los círculos poéticos, manifestando su trabajo.

Además de desarrollar el Festival de la Palabra, la profesora Mayra Santos Febres ha trabajado en varios campos de la literatura, y cuenta con Anamu y manigua y El orden escapado, dos esenciales colecciones de poemas.

Gallego, por ejemplo, cuenta con varios libros a su haber – entre ellos Barrunto y Residente de Lupus – y te lo puedes encontrar en distintos escenarios, desde lecturas de poesía en librerías hasta en la tarima del Choliseo, junto a Ñengo Flow.

Luis Díaz, mientras tanto, labora en su primer disco como solista y hace unos años soltó su primer libro, Volátil y explosivo, que recoge parte de su obra en el rap con el proyecto Intifada. Su trabajo en el hip hop subterráneo con proyectos como Intifada, Conciencia Poética y Vanguardia Subterránea sirven de referente para el rap puertorriqueño.

Mientras, Rafael Acevedo, además de dar clases en la Iupi, publica su trabajo en la editorial que fundó, La Secta de los Perros, y actualmente colabora con Marisol Plard y María Collazo en un cortometaje. Cuenta con una extensa obra literaria y poética, siendo su más reciente poemario Elegía Franca.

“Para mí, los poetas han sido, a lo largo de la historia, los que han creado una especie de ‘Constitución’ muy libre que reconoce ‘lo puertorriqueño’ como una narración de identidad muy rica y compleja, llena de matices. Desde Corretjer, Matos Paoli, Palés, Clemente Soto Vélez, Julia, todos tienen modos diferentes de asumir un discurso nacional”, acotó Acevedo.

“Ya en el momento actual lo hacemos de modo mucho más libre porque ya hay un basamento sobre el que uno se aleja, se acerca, confronta, impugna o simplemente deja pasar”, subrayó.

El Calce también te sugiere que mires a poetas y proyectos que reflejan la actualidad puertorriqueña, tanto dentro como fuera del archipiélago borincano, como: Elizam Escobar, Nestor Barreto, Mayrim Cruz Bernal, Armindo Núñez, Raquel Salas Rivera, Eddie Ortiz, Urayoán Noel, Alexandra Pagán Vélez, Guillermo Rebollo-Gil, Yara Liceaga, Marcos Pérez Ramírez, Nicole Cecilia Delgado, Kenneth Cumba, Isamar Kristina Anzalotta, Gegman Lee Ríos, Jennifer Nilenie, Gamelyn Oduardo Sierra, Michelle R.O., Yairamarén Román, Alejandro Medina, Gaddiel Ruiz Rivera, Amanda Hernández, Jorge ’Confucio’ Rojas y José Enrique ‘La Dama Roja’ García Oquendo, entre muchísimos otros.

Te recomendamos también que busques en las redes sociales proyectos independientes como ‘La Impresora’, que administran las poetas Nicole Cecilia Delgado y Amanda Hernández, y mires a espacios como La Casa de los Contrafuertes’, lugar en San Juan que abrió el año de la mano de su fundador Nestor Barreto.

 

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