Siempre nos han dicho que Puerto Rico es una isla bendecida por Dios. Este era el argumento que se usaba cuando los huracanes se acercaban, cambiaban su destino y se iban a destrozar a República Dominicana, Haití y Cuba. Parece que a Dios no le caían muy bien los negritos de esos lares. Antes del 2000, en una época donde la economía estaba mejor, vivíamos jurando que éramos los nenes lindos de algún ser superior solo porque teníamos un gobernador de ojos claros que dominaba a gusto y gana “La Macarena”, habían planes de una machina mágica y hasta en un gigante coliseo íbamos a ser testigos de los espectáculos más impresionantes del universo.
Años después, tenemos un ferrocarril que nos lleva al ducado de la Bayamonia y el apoteósico y titánico teatro lo usamos para disfrutar de voces tan privilegiadas como la de un serafín llamado Arcángel, el tenor Farruko y las circenses coreografías de Daddy “La Pared” Yankee. Al menos todavía tenemos un gobernador guapo… si es que eso sirve para algo. Pero esto y mucho más nos iba a costar. Nadie pensó en los majaderos números, solo queríamos tenerlo todo.
La mala administración la comenzamos a celebrar retando la Ley Seca y haciendo “bernaos” en los fourtracks cada cuatro años. La cosa apretaba, pero decidimos ignorar todo; y con el síndrome de mujer maltratada, le perdonamos los abusos de nuestros líderes porque pensamos que “iban a cambiar”.
La deuda llegó con la imprudencia de un mesero sediento de propina. Los políticos decidieron que lo más lógico era estirar el chicle que ya no sabía a na’, y que si cerraban los ojos, los acreedores no los verían. Pudimos votar por economistas y gente que supiera administrar, pero tenemos un fetichismo con los abogados y su arte para la demagogia. Cuando vimos que el perro era macho porque sus testículos ya rozaban la acera, decidimos que lo mejor era levantar nuestras manos con Samuel Hernández. Aumentó el negocio de la fe, porque la iglesia necesita crisis pa’ vender placebo.
Nos abrazamos al discurso de un ser que nos salvaría, porque es más fácil soñar. Así disfrazamos la inacción en oración. La esperanza es el motor que empujó a otras naciones, pero Puerto Rico la usa para esperar que el Cano Estremera le tire guiñás al sol. “Lo que tú no puedas hacer, deja que Dios lo haga por ti”… así fue rezamos con cerveza en mano y esperamos milagros.
El pueblo seguía pagando el precio de no tomar responsabilidad. Y mientras los templos se llenaban, nos espetaban más impuestos, se empobrecia el pueblo y ya ni pa’ una trilla por Boquerón te daba el bolsillo. Mucho se habla de los lujos, vida ostentosa y gabanes de los políticos, pero, ¿alguien sabe de alguna iglesia que haya cerrado en ese tiempo? Al contrario, crecieron y hasta remodelaron sus antiguos centros de reunión. La iglesia tomó más fuerza que antes, y hasta empezaron a hablar de política así como si na’, a decir que Dios dijo esto y lo otro de fulano, y que ciertos candidatos eran los que Él pensaba eran los mejores. Alguien que le diga a Dios que se equivocó en su endoso, al igual que nosotros. Fue eso o sus relacionistas públicos en la isla son unos ineptos. La fe y la ignorancia se hicieron socios y le vendieron poesía quincallera a to’ el que se les puso de frente.
Este era el único plan que tenían los boricuas ante la crisis
El pueblo se ablandó, y hasta cuando un virus AH1N1 comenzó a afectar a la gente y no sabían qué hacer (que se evitaba con hand sanitizer y lavándote las manos), tomamos como buena respuesta cuando el exgobernador nos dijo “que Dios nos ayude”. Ahora hay una sequía que afecta ventipico de municipios y hay pastores que se atreven a decir que eso ocurre porque el pueblo se olvidó de Dios… ¿qué más se supone que haga la gente? ¿Que empiecen a ofrecerle sangre al Dios para que nos ayude? ¿O es que para Jehová somos la nueva versión 100 por 35 de Job? O sea, aquí han hecho 40 días de ayuno en diferentes municipios pa’ que la economía mejore. Incluso, el alcalde de Arecibo estaba pidiendo oración para que Costco se pudiera establecer en su pueblo. ¡Oración por un Costco!
Puerto Rico es un lugar altamente religioso y fundamentalista, ¿de dónde los pastores se sacan que la gente ignoró a Dios? ¿Qué ganan sacando de contexto pasajes bíblicos pa’ empatarlos con nuestra realidad dosmilera? ¿Cuándo van a aportar de verdad y dejar de tirar miedo? ¿Cuán disparatero puede ser alguien pa’ decir que estamos como en Sodoma y Gomorra? Incluso, lo más cercano al “mítico bacanal” de esos lugares se daba en el Guaya Guaya Fest, y eso lo eliminaron hace años.
No, no fue que se olvidaron de Dios, fue que no actuaron ni pensaron que jamás volverían a tener una sequía como la del ྚ fue que le pichamos a los problemas y cuando nos explotan en la cara buscamos a quién o a qué echarle la culpa de la forma más absurda. Puerto Rico NO es Macondo porque aquí las cosas que pasan sí tienen lógica, y la mayoría es por nuestra irresponsabilidad. Pasamos de poder remendar a estar sin remedio.
¿Papito Dios se olvidó de nosotros o nos quitó la bendición? Es hora de pensar que todas las deidades nos abandonaron, que boten todos sus miedos primitivos y que ahora tenemos que meter caña solitos o este país terminará siendo la versión caribeña del “muro de los lamentos”.