Al principio todo era risas y diversión, pero con el pasar de los días comenzaste a sentir la presión de la sabrosa cuarentena impuesta por el contagio para evitar la propagación del coronavirus. Estar encerra’o todo el día está cab**n. Ya no sabes qué día es porque todos los fucking días son iguales. Cada mañana te llega ese push notification que dice el número de personas infectadas, y al terminar de leerlo, la garganta te empieza a molestar porque piensas que vas a ser la próxima víctima. Las semanas han sido lentas y extrañas, y sabes que este será un momento que cambiará la humanidad para siempre… y no necesariamente eso es bueno. Yo sé lo que están sintiendo, así que hablemos un ratito de este “corona madness” en tu casa.
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-Vives en la perse: sales a botar la basura y al regresar a tu casa le quieres pegar fuego a tus chancletas porque pueden tener coronavirus; el virus dura milenios en la goma de la chancleta, lo sabes porque lo leíste en un artículo de TuNoticiaPR. Ya tú no mapeas, ahora tiras bombas de Clorox por toda la casa para que esté bien desinfecta’ita. No te sientes seguro en ningún lado de la casa si no tienes tu spray desinfectante. ¡Hasta a la comida le estás echando spray!
-Tu familia te está empezando a caer mal: los amas con todo tu corazón, pero no puedes dejar de pelear con ellos por los ruidos que hacen al comer. Los nenes se han comido toda la alacena, y te tienen el bolsillo herido. Cada vez que abren la nevera, se te salen las lágrimas. Ya no saben qué más jugar; incluso han inventado un juego llamado “Vamos a ofendernos” donde se raspan verdades el uno del otro.
-Ya no ocultas tu alcoholismo: beber un lunes o un viernes es lo mismo en estos días. Las horas tampoco importan. Total, estás en tu casa. Así que desayunar china con vodka ya no es una idea descabellada. De hecho, ya entiendes por qué Luisito Vigoreaux siempre ha vivido como le da la gana porque se pasa mejor borracho. Ya no te importa cuál es la cerveza después que tenga alcohol. Todas saben igual. Nunca imaginaste beber Ron Llave con Caprisun, pero de eso se trata la vida: intentarlo y que sea lo que Dios quiera.
-Juzgas a los vecinos que salen de sus casas: cada vez que alguien sale de su hogar, lo miras con desprecio y piensas que ese es el infeliz que traerá el coronavirus a tu barrio. Lo maldices en silencio y le deseas que lo pare la Policía. También tienes malos pensamientos con el vecino cuyos gustos musicales son pésimos, y que insisten en tener el sonido como si estuviese en una caravana con el boceteo. Ese es el vecino más peligroso, ya que si llega a toser no podremos escucharlo… y nos va a infectar.
-Ya ni Machito Swing te saca una sonrisa: te levantas, abres Facebook y rápido aparece el notification de que Machito está live. No importa a qué hora te levantes, Machito SIEMPRE está live. Cuando la cuarentena comenzó, el sabor del señor Swing te ponía a bailar en la sala de tu casa, pero poco a poco Machito fue invadiendo nuestras vidas hasta que el tipo se te aparecía por las bocinas bluetooth de la casa aunque las tuvieses apagadas. Machito es la prueba fehaciente de que el poder es algo que puede enfermar a la gente. By the way, puse Machito varias veces porque me parece genial ese apodo para alguien con esas dimensiones de 6 pies con 453 libras.
-Pasas el tiempo de Facebook a Instagram, de Instagram a Twitter, y de Twitter a Facebook: a veces entras a YouTube solo para despejarte, pero la presión por ver cuál nuevo papelón está pasando te lleva de nuevo al Feis. Te burlas de la gente que está haciendo lives todo el tiempo. También hablas pestes de los adultos que hacen cuentas en Tik Tok para subir videos bailando. No confías en ninguna persona mayor de 17 años que se meta a una red social para niños… y lo juzgas, lo juzgas mucho.
-Estás cansado de no hacer nada: quisiera describir esto, pero no tengo fuerzas.
Vamos a resistir, amigos; luego hablaremos de estos tiempos y nos vamos a reír. Esperen… Machito Swing lleva una hora sin prender el live…