Comentario

La psicología deportiva es fundamental en el deporte infantil y juvenil

Desde su perspectiva educativa

Es irónico ver cómo las personas implicadas en el deporte piensan que la psicología deportiva solo aplica a los atletas élites o deportistas destacados que sufren presiones, demandas y exigencias elevadas.  Existe aún la creencia de que solo es necesario utilizar los servicios de un especialista en psicología deportiva cuando surgen crisis (personales o grupales) o bajas en el rendimiento deportivo. 

Recientemente atletas profesionales destacados han manifestado problemas de salud mental e inestabilidad emocional intensificados con sus carreras deportivas.  Casos como estos continúan promoviendo la creencia popular de que la psicología es solo para resolver problemas. La realidad es que no se necesita ser atleta de alto rendimiento ni tampoco tener algún diagnóstico clínico para justificar la utilización de los especialistas en psicología deportiva.

Sin embargo, a diario podemos ver cómo a pesar de que la gran mayoría de las personas pasan por el deporte sin convertirse en atletas profesionales y que donde más se practica de forma organizada y en masa es durante la  niñez y la adolescencia, se pierde de perspectiva el inmenso valor que tiene aplicar la psicología deportiva para estos grupos

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Por otro lado, como individuos y como sociedad, son muchos los atributos positivos que esperamos provea el deporte al desarrollo de nuestros niños y jóvenes.  Los beneficios deseados van desde el mantenimiento o adquisición de salud física, desarrollo de conductas pro-sociales, buena auto-estima, fortaleza mental hasta el dominio de destrezas deportivas para el disfrute y rendimiento, entre otros.  Lo cierto es que no necesariamente se alcanzan estos objetivos y en gran medida muchos de los que se inician en algún deporte terminan abandonando el mismo ya entrada la pre-adolescencia. Algunos con experiencias no tan positivas que podrían inclusive degenerar en un desarrollo contrario al esperado.  Entonces está muy claro que el deporte puede brindar tanto experiencias positivas como negativas a los participantes.  Si queremos un deporte que impacte positivamente a nuestros niños y jóvenes, hay que fortalecer la forma en que se organiza y capacitar, incluyendo en el ámbito psicológico, a los adultos que les acompañan.

El deporte como actividad que se organiza socialmente está fundamentada en interacciones, actitudes, pensamientos y conductas que se dan primordialmente en espacios colectivos.  Los especialistas de la psicología deportiva aplicada al deporte infantil y juvenil buscamos reforzar y apoyar aquellos elementos que desde su planificación, práctica y reflexión fortalecen la probabilidad de que esta sea una experiencia positiva y gratificante.  En momentos donde la tecnología seduce a las masas y el deporte se enfoca cada vez más al espectáculo del vencedor sobre el vencido debemos preocuparnos por favorecer a través de todos los medios un deporte infantil/juvenil organizado que sea  formativo pero a su vez divertido como lo fue cuando menos adultos, ligas, clubes y asociaciones intervenían en lo que era una práctica espontánea y autoregulada.

La psicología deportiva desde  su perspectiva educativa trabaja en función del bienestar social, emocional y físico de todos los deportistas.  Para lograr estos objetivos el especialista en psicología deportiva trabaja este contexto como asesor-educador de atletas, entrenadores, gestores y padres.

Tanto entrenadores, gestores como padres ejercen un rol fundamental en los procesos de aprendizaje (social, cognitivo, emocional, físico) en el deporte infantil y juvenil. Por lo tanto el  conocimiento de estos adultos  y la capacidad para adoptarlo según el mejor impacto para los deportistas será determinante.  La  psicología deportiva desde la perspectiva educativa se aplica de modo pro activo para generar, mantener o mejorar habilidades psico-sociales (no es que se utiliza cuando hay un problema si no que es parte del entrenamiento o la práctica deportiva). 

El escenario deportivo donde existan conductas violentas y maltratantes no debe ser justificado de ninguna manera. En este particular, el desarrollo de destrezas para gestionar las emociones de forma constructiva no debe ser solo tarea del deportista sino de los modelos adultos que acompañan al mismo.  Vemos como en ocasiones pasa lo contrario, pues son los adultos en el contexto deportivo infantil y juvenil quienes por mala gestión de sus emociones y por falta del conocimiento adecuado incurren en conductas nada deseadas e inclusive violentas (no es solo la violencia física sino la verbal, psicológica y emocional).

Por otro lado, variables psicológicas como la autoconfianza, motivación, manejo de estrés, control de la activación,  atención/concentración adecuada y la cohesión del grupo deben ser parte del entrenamiento del joven deportista.   Aunque es el deportista quien va desarrollando destrezas y habilidades para fortalecer el manejo constructivo de estas variables, este proceso se torna más complicado cuando los adultos que rodean al deportista no conocen ni las variables y mucho menos como abordarlas de forma constructiva.   El rol del especialista en psicología deportiva es educar mediante intervenciones psicoeducativas a todos los implicados en la actividad deportiva para su propio beneficio pero sobre todo para  el los niños y jóvenes participantes.

Entre otros aspectos estamos hablando de destrezas de vida, o sea destrezas que se aprenden mediante la participación deportiva y que son transferibles a otros contextos y escenarios fuera del deporte.  Destrezas que los individuos aprenden a valorar a través de su experiencia deportiva y les hace sentido utilizarlas como estilo de vida.  Es importante resaltar que estas destrezas de vida no son diferentes a las que han resultado ser beneficiosas para el desempeño y el rendimiento de atletas y equipos sobresalientes. Todo lo contrario, aprender a ser un buen ser humano nos ayudará a  ser mejores deportistas.

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