Imagínate que estás en una luz roja (si no lo estás ya.) ¿Qué haces? Probablemente estás moviendo los pies ansiosamente, esperando que cambie a verde. También estás verificando tu teléfono para enterarte de supuestas novedades, (como este artículo tan interesante que acabas de descubrir). En esta ansiedad distraída, de repente “¡beep beep!” Y no es el sonido de una bocina carro sino de las dos vulgaridades que te acaba de gritar una madre de cuatro.
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Ahora, transporta este sentimiento de ansiedad y distracción, a lo que estás viviendo hoy. ¿No te sientes como que estás esperando en una luz roja, y para colmo vas tarde al trabajo y para colmo no tienes gasolina casi? Así yo me siento. Y la luz no cambia.
Siempre roja, roja, roja.
¿No te levantas todos los días esperando que la luz cambie? Y lo qué hacemos “en lo que”, ¿no es exactamente lo mismo que lo que hacemos en la luz roja? Distraernos, ponernos ansiosos. Buscando cualquier salida para que el tiempo pase rápidamente. Un sentimiento que luego tanto tiempo, vuelve a cualquiera loco. Y nos están volviendo locos.
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Pero ahora imagínese este otro escenario. Vas por la avenida de tu preferencia, (en mi caso la Ponce de León porque soy lo que mi madre llama un hipsters) y de pronto llegas a una luz intermitente. Esta luz intermitente puede ser roja, amarilla o verde. ¿Qué hacemos cuando vas llegando a esa intersección?
Varias cosas;
1) Te pones alerta
2) Frenas pero no paras
3) Miras hacia ambos lados atentamente
4) Decides si tirarte o no
En la luz intermitente eres responsable de tus acciones. Nadie te dijo qué hacer. Solo sabes lo que pasa si haces las cosas mal y no sigues esos cuatro pasos; chocas. Nadie quiere chocar. Así tú y por igual todos los otros transitantes que lleguen a esta luz intermitente proverbial saben que hay un peligro si no están pendientes, pero quedan informados correctamente de cómo manejar este peligro.
Nuestro sistema gubernamental tiene que cambiar de ser un semáforo y se tiene que convertir en una luz intermitente. No importa el color. Ahora mismo, el gobierno de este país es un semáforo más rojo que la sangre y el semáforo nos ha creado un tapón más feo que el de la Guaracha del Macho Camacho.
Puertorriqueño, transitante, compañero de carretera, creo que estamos bastante grandecitos ya para estar dependiendo de un semáforo en cada esquina. Todo es una espera, una pelea, una fila y un tapón.
Gobernantes de Puerto Rico y administradores de Puerto Rico, dale la responsabilidad al ciudadano que decida si se debe tirar en la intersección o no.
Seguimos,
Colorín Colorado.
P.D. Esta carta se ha acabado.