Contexto

La crisis en Venezuela afecta también a los delincuentes

Las balas son caras, un dólar cada una.

El temido pandillero “El Negrito” duerme con una pistola bajo la almohada y dice haber perdido la cuenta de la gente a la que ha matado. Pero pese a su aspecto fiero, no tarda en quejarse sobre cómo la crisis económica en Venezuela ha afectado a sus ingresos.

Disparar un arma de fuego se ha convertido en un lujo. Las balas son caras, un dólar cada una. Y ahora que circula menos efectivo en la calle, los robos ya no son tan rentables como antes.

Para el pandillero de 24 años, eso ha supuesto algo sencillo: incluso para los delincuentes, se ha vuelto más difícil llegar a fin de mes.

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“Si disparas un peine (cargador), estás disparando 15 dólares”, comentó “El Negrito”, que habló con The Associated Press bajo condición de ser identificado solo por su apodo y fotografiado con una capucha y el rostro cubierto para evitar atención no deseada. “Si botas una pistola, o los policías te la quitan, estás botando 800 dólares”.

Hace tiempo que el gobierno socialista del presidente, Nicolás Maduro, dejó de publicar estadísticas de delincuencia.

Pero en una especie de ventaja inesperada de la asfixiante crisis económica, los expertos señalan que los asesinatos y asaltos a mano armada han caído en picada en uno de los países más violentos del mundo. En el Observatorio Venezolano de Violencia, un grupo sin fines de lucro con sede en Caracas, los expertos estiman que los homicidios han caído hasta un 20% en los últimos tres años, basándose en datos como los reportes en medios y fuentes en morgues locales.

El declive está directamente relacionado con el desplome económico que ha ayudado a avivar la disputa política por el control de la antes rica nación petrolera.

La inflación alcanzó un millón por ciento el año pasado, volviendo al bolívar _la moneda local_ casi inútil a pesar de que los cajeros automáticos tampoco podían dar más del equivalente a un dólar. La grave escasez de comida y medicinas ha llevado a unos 3,7 millones de personas a buscar mejores perspectivas en lugares como Colombia, Panamá y Perú, en su mayoría hombres jóvenes, el tipo de persona al que intentan reclutar las pandillas. Y los días de trabajo suelen verse interrumpidos por huelgas nacionales.

Pero conforme el país avanza hacia la anarquía, muchos venezolanos que recurren al crimen se ven sujetos al mismo caos que ha derivado en un colapso social y político.

 

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