LUQUILLO – De Gino Meléndez se llegó a decir que sería el sucesor de Tite Curet Alonso. Y mire que por ahí se escuchan cosas.
“Soy humildad. Humilde desde mis comienzos, donde el amor y el respeto eran plato principal”, dice el canto en la voz gruesa de Gino. Es un numerito de su autoría. “Soy nobleza, a sabiendas que a mi mesa, no se llega en aires de grandeza ni en las buenas hay que estar. Yo soy pueblo”, prosigue el personaje con las líneas que grabó Héctor “Pichie” Pérez, uno de los finos cantantes que pasaron por la emblemática Sonora Ponceña.
Gino es un guarachero de esquina. Escribe boleros y otras inspiraciones musicales en cajas de cigarrillos Winston. Quien lo viera en algún rincón de la plaza pública Rosendo Matienzo Cintrón, en Luquillo, vestido con la desnuda sencillez de unas telas ya débiles, decoloradas, que cubren a un hombre sin el ego del materialismo y la superficialidad de la moda, no imaginaría que detrás de la imagen de un ser humano desgastado hay “líneas paralelas” que le merecieron un Grammy Latino a Andy Montañez y a Pablo Milanés.
“Como dice el Búho Loco, que fue el que me bautizó como el compositor de cartón, empecé a escribir canciones en cajas de cigarrillos Winston, porque era la marca que más se fumaba”, explica mientras saca un paquete de canciones inéditas de su bolsillo. “Ando con ellas y cuando llegan las musas, las ataco”.
Como la mayoría de los tineyels en el Puerto Rico de la década de los ochenta, Gino creció escuchando salsa, aprendiendo a jugar pelota o baloncesto, y bebiendo agua de la manguera. Hoy, sin embargo, con poco más de cinco décadas revestidas de la dolorosa e incierta complejidad pueblerina, en un municipio costero y en el marco de una pandemia de coronavirus, Gino se ve en el espejo de los tiempos.
“Yo empecé cantándole a mi familia. Y se reían de mí”, recuerda.
FOTO: José Encarnación Martínez
Los que saben, aseguran que Gino no es un compositor de cartón cualquiera y afirman, igualmente, que Bobby Valentín no se equivocó —en aquel momento— cuando dijo lo que dijo. Gino es un virtuoso, pero un virtuoso invisible. Se aferró a vivir convirtiendo en canción las inspiraciones que las calles de su pueblo le vierten en el pecho entre humo, nostalgia y la eterna clave afroantillana. En esa aventura, Gino agota los días batallando consigo mismo, de esquina a esquina.
“Con lo que estoy relacionado desde los 15 años”, dice Gino sobre el significado de ese espacio donde se multiplican sus realidades. “Decir que soy un guarachero de esquina es dejar saber, al conocido y al desconocido, quién soy”, insiste.
Las letras de Gino también han sido grabadas por la Sonora Ponceña, Ray de la Paz, Alex D’ Castro, Charlie Aponte, Rafu Warner, José Lugo, La Mulenze, Luisito Carrión y otros más que se pierden en la memoria de un hombre refugiado en la oscuridad del alcohol y la calle.
“La esquina es la raíz y el tronco donde nació ese interés mío, esa visión por la música. Porque desde ahí veía tanto… Y como la que enseña es la vida. La escuela educa; te enseña la vida. Desde ahí, desde la esquina, tuve mucha perspectiva. Era un radar. Hasta cosas que no eran para conmigo me llegaban. Y una vez estaban en mí, hacía canciones”, prosigue.
Se hace inevitable hablar del poder de las adicciones. Ese parece ser un tema prohibido, por más evidente que sea su condena con la bebida. Pero Gino reflexiona su circunstancia.
“Fue la carretera para accesar y envolverme en la esquina. Hijo de una mujer policía, ¿qué hacía yo? En la esquina, por no cuidar mi imagen, por estar tan expuesto e ingiriendo alcohol”, confiesa.
FOTO: José Encarnación Martínez
A Gino le saludan a cada rato. Pese al pánico que hay por la propagación del coronavirus, quienes le reconocen en la calle y se acercan, le estrechan la mano. Algunos regalan un abrazo, olvidando el asunto de la distancia. También están los que saludan de lejos. Esos, igualmente, hacen la escena interesante.
“Gino Meléndez, el artista de Puerto Rico. Va a grabar un disco nuevo del coronavirus con una Medalla (Light) al lado”, le gritan. El guarachero de esquina afina su garganta para responder, con la misma actitud de aquellos años, cuando fue vocalista de Truco y Zaperoko o cuando le hizo coro a Lalo Rodríguez y al Cano Estremera.
“No se preocupen por el coronavirus, que nosotros estamos conservados en alcohol”, advierte. “Los que no beben se van más rápido”, asegura. Y hay risas, por supuesto.
Gino, que no sabe por qué se paró de la silla, saca un cartón de cigarrillos en blanco y se pone a escribir. En unas horas habrá toque de queda. El guarachero estará en su equina.
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