Contexto

Esperando la luz: 5 etapas que todos hemos vividos

Los días siguen pasando y naqui na’…

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Ya va un mes desde que el huracán María nos llevó al año uno. Nuestro sistema de electricidad colapsó (aunque algunos pensamos que eso había pasado hace tiempo) con los vientos de ciento y pico de millas que trajo el ciclón, y desde septiembre 19 estamos sin luz… pffttt, en verdad desde el huracán Irma estamos sin luz a principios del mes pasado. El gobierno anuncia a cuenta gotas que van por el 19% de abonados sin servicio eléctrico, ver un camión de la AEE u otra compañia es motivo de que el pecho se te quiera salir del corazón como a Yomo, y los días siguen pasando y naqui na’.

Estas son las etapas que todos hemos vivido esperando la adorada electricidad:

Negación: Ada Monzón anunciaba que Irma venía por África, no había soplado una trapo de brisa a principios de septiembre y ya te quedaste sin luz. Parece que el vuelo de los changos o la tos de Piculín Ortiz afectó todas los malditos postes porque tan pronto avisan que se acerca el temporal, ya empieza a temblar el sistema. No puedes creer que esto te esté pasando, a ti que nunca estás en tu casa y el bill de la AEE siempre te llega trepa’o. Te preguntas en qué diantre la Autoridad gasta el dinero del pueblo, y ante las explicaciones del gobernador, del director de la AEE, de Jaramillo, y hasta de Storm -la de los X Men- nada te convence. Tú sencillamente no puedes creer que esto te esté pasando.

Ira: Empiezas a maldecir a medio mundo, porque tienes calor, se te chavó la compra que hiciste hace tres días antes del huracán, siguen pasando los días y la nevera te está apestando como a cadáver aunque botaste ya todas las carnes. Siempre hay un desgracia’o que te dice “en el mundo hay gente peor” y eso te enca****a más. “Olvídate de la gente de Haití, ellos no le pagan el bill a la AEE, pero yo sí”, repites en tu mente sin decirle a nadie porque no quieres que piensen que eres una mala persona. Quieres soltar todo tu odio en Facebook, y cuando estás dándole al teclado como si no hubiese un mañana, el celular se te queda sin carga… y se ve el reflejo en la pantalla de tu celular de una lágrima bajando.

Reflexión: Comienzas a analizar el porqué se cayó el tendido eléctrico, escuchas radio AM todos los días para oír sobre el proceso que se debe tomar para que vuelva la luz, y decides darle una segunda oportunidad a esos valientes trabajadores que están dejando a sus familias por días para volver a prender a Puerto Rico. Como no tienes na’ que hacer, creaste un mapa del país y la ruta que están siguiendo para distribuir la electricidad. Estás hecho un perito electricista después de María. Cada vez que observas una brigada en la calle, le tocas bocina y levantas el puño. Casi lloras al ver que llegaron brigadas de Estados Unidos a dar la mano, y un atisbo de esperanza se cuela en tu oscuro corazón. Tienes mucha fe de que esto se va a resolver pronto y sonríes de cara al sol.


Dolor:
La fe de la fase anterior te dura un par de horas solamente. Ya hasta se te olvidó lo que era dormir sin estar suda’o. Lloras cada mañana a las 7:00 porque hacer el desayuno en la hornilla de gas se toma medio día en lo que haces el huevo, despúes calientas el pan; luego preparas el café, calientas la leche y cuando terminas de comer son la 1:00 pm. Has envejecido 4 años en un mes, la pantalla del televisor la usas para hablar contigo mismo, y extrañas el calentador que le daba la temperatura perfecta para el agua que corría por tu cutis. Los abanicos de techo son igual de inservibles que los molinos de Salinas, y tu nevera ahora es un estorbo en la cocina ya que tu nueva forma de conservar la comida es una neverita de playa, y cada día tienes que salir a capear hielo. Cuando la gente te pregunta cómo estás, les dices que “todo está bien”, mientras evitar derrumbarte a llorar sobre esa persona… aunque terminas hecho lágrimas en tu carro, mientras escuchas los fucking mensajes positivos de Amós Morales.

Aceptación: Ya te acostumbraste a dormir con un abanico de baterías que amenaza con apagarse cada dos días, dormir en una hamaca te hace encontrate con tus raíces indígenas y has aprendido a beber cerveza caliente. Ya te miraste al espejo, diste el más profundo suspiro y comprendiste que la luz, si acaso, viene en marzo del 2018. ¡Feliz navidad!

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