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VEGA BAJA – La vida da muchas vueltas, más si tienes un compromiso con ayudar al prójimo. Prieto Henao vino a Puerto Rico de vacaciones, en un crucero. Nunca imaginó que casi dos años después estuviese recorriendo los barrios de esta islita, ayudando a la recuperación de este pueblo luego del embate de una de las mayores catástrofes de la historia.
“Yo estuve dos días después de un crucero en 2016. Pero esta es la primera vez que estoy tanto tiempo”, dijo el enfermero, quien llegó la semana pasada a Borinquen a hacer trabajo voluntario gracias a un esfuerzo en conjunto entre la New York State Nurses Association, la National Health Care Worker’s Union 1199 y la Federación de Maestros de Puerto Rico.
Y es que, la semana pasada, del 22 al 26 de enero, las organizaciones ya mencionadas coordinaron clínicas de salud gratuitas en comunidades marginadas y en escuelas públicas del país. Todos los componentes de esta brigada de salud que llegó a Puerto Rico viene de los estados de Nueva York y Nueva Jersey.
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“La experiencia me ha gustado mucho. Le hemos provisto cuidado y asistencia a la gente que la necesita. Pero, aparte de eso, la gente puertorriqueña es muy amena, cariñosa y agradecida”, manifestó el obrero de la salud.
Nos encontramos en el barrio Los Naranjos de Vega Baja, un sitio que históricamente ha sufrido los embates de las condiciones atmosféricos, por encontrarse cerca de la costa y en medio de varios humedales, mangles y cuerpos de agua. Henao, que es parte de la National Health Care Worker’s Union 1199, llegó con un grupo que incluyó a la maestra vegabajeña Teresa Vélez Rolón, al doctor Michael Taguer y la enfermera Eileen Hadlee.
“Nos hemos dividido en dos equipos, un equipo que lidera un medico y el otro por una enfermera graduada con privilegios para prescribir y tratar condiciones. Los equipos se dividen y así aprovechamos para impactar más lugares”, explicó, señalando que mientras ellos estaban en Vega Baja, otro grupo hacía lo propio en la escuela Jesús T. Piñero, de Manatí.
“El primer día, nosotros fuimos a Morovis, ellos fueron a Ciales. El segundo día fuimos a un centro para mujeres abusadas, y a varios residenciales públicos. El tercer día estuvimos en Loíza y en una escuela, asistiendo a estudiantes y profesores con sus problemas de salud”, abundó, resaltando que lo más importante es hacer lo más posible dentro de los recursos disponibles.
Según explicó este comprometido salubrista, “nosotros trajimos más de 75 mil dólares en medicinas donadas por las uniones, por ciertos médicos, enfermeros practicantes y farmacias” del área de Nueva York y Nueva Jersey.
Henao, de ascendencia colombina, destacó que “ha sido la población de edad mayor la que han estado visitando el centro aquí en Los Naranjos”, un factor común donde quiera que van a trabajar.
“En realidad, lo más que hemos visto son condiciones típicas de ciertas edades, pero en áreas rurales, dónde han perdido acceso a médicos y farmacias, nos topamos con gente que por no tener electricidad no pueden mantener sus medicamentos refrigerados, como se supone que pase con la insulina”, subrayó Henao.
“También hemos visto de cerca el problema de que hay mucha gente aún en áreas rurales que han perdido acceso a sus médicos, a sus farmacias y a sus proveedores y aún no encontraban ayuda”, acotó Henao, cuyo grupo vio al menos media docena de pacientes encamados cuando visitó el sector de Los Naranjos.