Después de meses de pleitos a distancia, los candidatos presidenciales Hillary Clinton y Donald Trump se enfrentarán finalmente cara a cara por primera vez en un debate presidencial el lunes por la noche, donde presentarán a los votantes sus muy distintas visiones para el futuro de Estados Unidos.
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El duelo de apuestas altas —el primero de tres debates presidenciales— fue organizado mientras ambos candidatos son vistos negativamente por un gran número de estadounidenses. La demócrata Clinton ha planteado dudas sobre su confiabilidad y el republicano Trump lucha por convencer a muchos votantes que tiene el temperamento y el conocimiento de política para ser presidente.
El interés en la carrera presidencial ha sido intenso y ambos equipos de campaña esperan que una audiencia récord verá el debate televisado de 90 minutos en la Universidad Hofstra, en los suburbios de la ciudad de Nueva York.
Clinton, exsenadora y exsecretaria de Estado, está contando con que los votantes la verán como una mano firme capaz de seguir construyendo sobre el legado del presidente Barack Obama, cuya popularidad está aumentando a medida que se acerca el fin de su segundo y último mandato de cuatro años.
La candidata demócrata ha prometido seguir avanzando el trabajo iniciado por Obama con sus órdenes ejecutivas, si el Congreso no aprueba una iniciativa de ley para reformar el sistema de inmigración de la nación, así como la ampliación de las medidas para el control de armas.
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En cuanto a su política exterior, Clinton ha promovido una zona de exclusión aérea en Siria, pero se ha comprometido a mantener las fuerzas militares estadounidenses fuera de una guerra terrestre a gran escala contra el grupo Estado Islámico.
Para Clinton, una victoria en noviembre depende en gran medida de congregar a la misma coalición joven y diversa que eligió a Obama, pero que aún no la ha adoptado plenamente a ella. Su director de campaña, Robby Mook, dijo el lunes a “CBS This Morning” que Clinton entiende completamente que todavía necesita ganarse la confianza de muchos votantes.
Trump, por su parte, ha sacado provecho a las ansiedades profundas de algunos estadounidenses, sobre todo los votantes blancos y de clase obrera que se sienten abandonados por una economía cambiante y una nación cada vez más diversa. Aunque el magnate de bienes raíces carece de la experiencia que los estadounidenses han buscado tradicionalmente en un presidente, ha aprovechado la frustración popular hacia los políticos de carrera.
La jefa de campaña de Trump, Kellyanne Conway, dijo el lunes que ve a su candidato “listo para esta noche”.
La directora opinó: “esa conexión natural que tiene con la gente y su capacidad para comunicarse directamente con ella… estarán en exhibición esta noche”.