Comentario

Carta de Dios a Tata Charbonier

En nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo

Hola, Tatita, te escribe Dios, tu señor, el salvador, el rey de reyes, el macaracachimba. Varios siervos me han estado dando quejas en sus oraciones, porque todo parece indicar que en Puerto Rico hay dos o tres ovejas descarriadas que andan lloviendo sobre mojado, reviviendo estrategias de opresión a través de su poder gubernamental. También hay unos cuantos hijos míos que se la pasan rogándome para que desate mi furia contra los gays, porque “esos patos no pueden corromper el mundo patrocinando el libertinaje” y “porque la biblia dice esto y lo otro”, a pesar de que hace un tiempito barrí el piso con Wandita Rolón. Yo, desde acá, rodeado de mis ángeles —que me tocan trompeta en pampers mientras en la Tierra ustedes se comen vivos como los animales— me he dedicado a observar y a hacerme el loco en el marco de mi omnipresencia.

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Pero Tatita, te recuerdo que cuando me cucan, no como cuento. A ti te consta que, por obra y gracia del Espíritu Santo, yo mandé pa’ allá a Jesús, pa’ que me lo crucificaran después del trabajo que pasamos en el cielo trazando una estrategia perfecta  para que me lo pariera una virgen.

Recientemente, llegó a mis oídos la noticia de que te dio con confundir al noble pueblo puertorriqueño con una medida legislativa muy particular, cuyo fin —quieras aceptarlo o no— es promover una sociedad medieval, donde el discrimen tiene cabida y donde el odio se justifica mediante leyes que lo que dan es vergüenza.

Libertad Religiosa, Tatita, Libertad Religiosa… ¿Cómo es que un empleado público, cuyo servicio es respaldado económicamente por las contribuciones de los trabajadores, puede decir que no atenderá a alguien por sus creencias religiosas? ¿En qué cabeza cabe eso en el Siglo XXI, Tatita? Tú eres penepé, uno desde acá, desde el cielo, espera que gente inteligente como tú tenga presente que esta cantaleta que le alimenta el espíritu a las ovejas descarriadas es parte del salvajismo que desembocó, por darte un ejemplo, en el asesinato de Harvey Milk en las postrimerías de la década de los 70 en San Francisco.

O sea, Tatita, Harvey Milk, un tipo que ayudó a transformar la política norteamericana que tanto admiras y que vivió el movimiento contracultural en los 60. Él, figura política que ayudó a trasformar el paradigma socio-político en los Estados Unidos hace ya más de cuatro décadas, luchó por erradicar la barbarie que tú impulsas ahora para cumplir una agenda politiquera. Pareces supremacista blanca de mediados de siglo pasado refugiando tus ambiciones pseudo-religiosas con pasajes bíblicos, como lo hace Wandita Rolón, pero sin multiplicar diezmos. Con esto último te imaginé amparando tu orgullo en la bandera confederada y por eso te escribo, para salvar tu alma y no condenarte al infierno con mi envidioso número uno, Satán, que ya me llamó para hacer un cambio antes del trade deadline. 

Tienes que ponerte para tu número y sentar cabeza, querida. Mi ojo clínico no se equivoca y tengo presente que en Puerto Rico hay un montón de cosas más importantes que hacer. Todavía, que yo sepa, quedan MILES de familias viviendo bajo toldos azules a casi dos años del huracán María y tu prioridad, como servidora pública, es impulsar una agenda que busca limitar las buenas relaciones humanas en la tierra. Eso, Tatita, no merece mi perdón. Yo sé que los federicos tienen mucha culpa con eso de los toldos, pero tú gastas energías en adelantar tu miserable agenda cuando bien puedes convertirte en una voz para reclamar justicia para los tuyos.

De hecho, San Pedro me dijo que se metió a Twitter a darle seguimiento a una gran puertorriqueña que se llama Jolla PR y que en su navegación vio que te fuiste viral con una publicación en la que te dieron una cátedra de humanidad.

Cuando todo parecía que estas aguas llegaban a su nivel, pusiste en Twitter una inspiración, como para sacar pecho porque saliste a la calle con el rabo entre las patas después de tu pachotá y el noble pueblo puertorriqueño no te hizo nada. Sin embargo, por lo que vi, se te viró la tortilla. Pusiste que fuiste a comer a un restaurante mexicano y resultó que las dueñas son “patas”, “buchas”, “homosexuales”, “gays”, SERES HUMANOS QUE SE AMAN. Y lo bonito fue que te atendieron como toda persona debe tratar a otra: con respeto y buen servicio, independientemente las creencias de cada cual. Libertad Religiosa, Tatita, Libertad Religiosa…

Te confieso que a mí me da mucha gracia la forma en la que ustedes, los cristianos conservadores, defienden mi legado a conveniencia. A veces me cuestiono si realmente yo soy Dios o si son ustedes los seres responsables de crear el mundo en siete fucking días. Ni Constantino jodió tanto en el Siglo IV cuando le dio la loquera de organizar el Concilio de Nicea y hacer de Roma una tierra santa y cristiana. Y ojo, Tatita, eso de Constantino también fue una movida política, no fue obra y gracia del Espíritu Santo. Se derramó sangre, lo que pasa —vuelvo y te repito— cuando los loquitos que se viven demasiado mi business se dejan llevar demasiado por el interesante instinto animal que habita a los mamíferos.

Para ir terminando, porque se me ha ido la mano con las palabras, te invito a reflexionar tu vida, Tatita. Y bueno, aprovecho para sacar a pasear mi poder divino y ordenarte que no hinques rodillas en mi nombre. Ya no quiero que me alabes elevando tus manos al cielo tratando de reclamar bendiciones. Entiende de una vez y por todas que AMOR ES AMOR y que las pajas mentales que te mueven tienen que ser revaluadas. Cuando adelantes eso, vuelve a orar. Por ahora, no inventes con el “Padre nuestro”. Llama a Johnny Méndez, pídele la receta del ayuno e intenta ser mejor ser humano. Puerto Rico, la isla del cordero, lo merece.

Ah, antes que se me olvide, el cielo y el mar están para TODOS. ¡Déjate de zanganerías!

***OJO: Lo que verán a continuación lo dije después de un jangueo. 

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