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Brasil: Expresidente Lula sale de prisión

Dicen que Bolsonaro está enchurretao'...

 El expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva salió el viernes de prisión, menos de un día después de que el Tribunal Supremo falló que una persona sólo puede ser encarcelada después de que se hayan resuelto todas sus apelaciones.

Cientos de partidarios de Lula con camisetas rojas, congregados frente a la sede de la Policía Federal en la ciudad sureña de Curitiba, vitorearon al popular político de 74 años, cuya liberación podría dar ánimos a una oposición desmoralizada.

Lula, que aún está apelando su condena por corrupción y lavado de dinero con relación a la compra de un apartamento frente al mar en el estado Sao Paulo, abrazó a su hija, alzó un puño y luego se abrió paso hasta un escenario donde lo rodearon su novia y otras personas.

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“No tienen idea de la dimensión del significado de que esté aquí con ustedes”, les dijo Lula a sus jubilosos partidarios, agradeciéndole a los líderes sindicales y a su partido, el Partido de los Trabajadores (PT). “Ellos no arrestaron a un hombre. Intentaron detener una idea. Una idea no desaparece”.

Lula ha estado encarcelado desde abril de 2018. No queda claro qué papel político buscará tomar ahora que se encuentra libre. Tiene prohibido postularse a la presidencia mientras sus apelaciones se resuelven, pero sigue siendo una figura popular en la izquierda. Sin embargo, podría tener que volver a la cárcel si las apelaciones se desahogan en su contra.

Los analistas políticos creen que Lula podría encabezar a la oposición, que ha sido desmoralizada por los escándalos de corrupción, el proceso de destitución de Dilma Rousseff _sucesora de Lula_, el encarcelamiento del propio Lula y más recientemente por una derrota aplastante en las elecciones presidenciales de 2018.

Aparte de su promesa de erradicar la corrupción y frenar la violencia, el presidente derechista Jair Bolsonaro realizó una fuerte campaña contra el PT. Bolsonaro ganó las elecciones con el 55% de los votos y rindió juramento el 1 de enero.

Lula, que fue presidente de Brasil de 2003 a 2010, era favorito en las encuestas para triunfar en los comicios de 2018, pero no pudo contender debido a su condena.

El exmandatario ha dicho que, cuando estuviera libre, recorrería el país para animar a la oposición. Los analistas políticos dicen que podría no enfrascarse de inmediato en una confrontación directa con Bolsonaro, y que en lugar de ello intentaría influir en las elecciones presidenciales de 2022.

“Lo que hace que Lula sea muy peligroso para Bolsonaro es que Lula comprende el juego a largo plazo”, dijo James Bosworth, fundador de Hxagon, una firma de análisis de riesgos políticos, enfatizando que Lula se postuló en cuatro ocasiones antes de ganar la elección por primera vez en 2003.

“Lula es un organizador sindical y político de la vieja escuela que va a tomarse su tiempo para colocar al PT y a otros aliados en posiciones para aprovechar las debilidades de Bolsonaro en los próximos años”, afirmó.

Al exlíder sindical se le considera ampliamente un “animal político”. Presidió un período de rápido crecimiento económico azuzado por un auge en los precios de las materias primas que expandió la clase media del país. Su enorme programa de beneficencia Bolsa Familia ayudó a sacar a millones de personas de la pobreza, y él dejó la presidencia con un índice de aprobación superior al 80%. Su apasionada oratoria puede provocar fácilmente risas o lágrimas entre sus simpatizantes.

Para Claudio Couto, profesor de ciencias políticas de la universidad Fundaçao Getulio Vargas en Sao Paulo, la liberación de Lula tendrá profundas consecuencias a ambos lados del espectro político de Brasil.

Por un lado, le será útil a la retórica anti-PT y anti-Lula de Bolsonaro, agregó Couto.

“Por el otro, pone fin a la retórica de ‘Liberen a Lula’ del PT, y obliga al partido a asumir otra agenda”, agregó.

Sus simpatizantes de izquierda elogiaron la liberación de su líder, pero desean más y ahora exigen que se limpie su nombre.

Lula rechaza haber cometido delito alguno, y acusa a los fiscales de la investigación Lava Jato y al entonces juez Sergio Moro, ahora ministro de Justicia, de perseguirlo políticamente.

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