Comentario

Boricua, tú no quieres a tu isla na’

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Desde chamaquitos nos dicen que hay que mantener nuestra isla limpia y bonita, así que nos adiestran a cómo hacerlo. El ejercicio de botar la basura es tan sencillito que hasta Maripily puede hacerlo: 1. Tomas el desperdicio. 2. Lo depositas en un zafacón. 3. Los demás te dan un &#39silence clap’. Suena simple, ¿verdad? Pues al parecer no lo es.

La pasada semana salió a relucir a través de diferentes plataformas cibernéticas que La Poza del Ángel en El Yunque la habían dejado igual de cagá que el pamper de un niño después de haber degustado un sabroso baby food de sweet peas. Platos sanitarios, bolsas de Doritos, latas de cerveza, tampones y pouches de Gasolina fueron solo algunas de las cosas que se encontraron adornando una de las charcas más importantes del país. Al parecer, nadie pensó: “¿y qué vamos a hacer con la basura que trajimos?” Y es que así somos, pensamos que podemos dejar basura tirá donde sea y alguien más va a venir a limpiar.

El boricua tiene el síndrome del “nene malcriao”, que deja las chancletas tirás y la mai está detrás de él recogiéndolas. Entonces, el manganzón crece y piensa que tiene sirvienta. “Que lo recoja otro”, dicen con la misma humildad de Floyd Mayweather, como si tuviesen certeza de que “ese otro” va a llegar. Y así seguimos, entre la ceguera y la cagaera.

Hace años durante una Noche de San Juan en Ocean Park ocurrió lo mismo. Se dieron puños en el pecho y se cabrearon cuando vieron las fotos en Facebook, pero aquí la ira es efímera (la solidaridad también) y al próximo wikén cuando las cervezas se le metieron en la chola, ya estaban otra vez tirando latas y condones a la arena. Todos los años pasa un evento que consterna a los boricuas, se dicen “vagonetas”, unos niegan que “son cochinos, que el cochino es otro”… pero vuelven y lo hacen. Pueden memorizarse todas las profundas canciones de Tito El Bambino, pero no pueden recordar “la ardua tarea” de botar la jodia basura.

La chulería es que viene Eduardo Bhatia, le raspa que no se saben la tabla de multiplicar del nueve (haga el ejercicio de cambiar el “buenos días” por el “¿cuánto es nueve por ocho?” al saludar, pa’ que vea por dónde el grillo bota la manteca), y olvídate, hay enchisme nacional porque generalizaron diciéndoles “brutos”. ¡Pa’ eso sí hay energía! ¡Pero no se disgustan cuando nos comportamos como salvajes! ¡Qué bueno eh! Gracias a Dios que no “nacieron en la Luna” como dice la canción, porque ya le hubiesen metío allí neveritas con equipón de música, una planta eléctrica y tuviesen eso allí como unas fiestas patronales.

Yo solía visitar la Poza de las Mujeres en Manatí y era un paraíso. No hizo más que un rotativo publicar una lista de las “playas escondidas”, y se metió allí una muchachería, quienes llegaron como zombies que huelen carne fresca. Aquello se convirtió en un desfile de chancletas Jordan, colillas de cigarrillo y una alfombra de plástico de six pack. Con música de Farruko a to’ jender colonizaron el área, porque el boricua no puede escuchar música bajito, sino que tiene que espetársela a to’ el mundo pa’ que se tengan que mamar sus malos gustos musicales. Rápidamente ese edén se convirtió en Plaza Acuática con “patriotas” dejando desperdicios y padrinos de sangría Capriccio como boyas.

En Playa Sucia en Cabo Rojo pasó lo mismo hace unos años.Tan pronto la descubrieron, hasta motoras de monte metieron allí. Ahora está el Departamento de Recursos Naturales controlando quién entra y sale, y si trancan temprano, pa’ llegar te tienes que tirar una rica caminata que te darán deseos de no volver nunca. Yo no soy fanático de las prohibiciones y reglamentos, pero a falta de conciencia colectiva y el desconocimiento que los cuerpos de agua son un bien común, hay veces que hay que tratar a la gente como si fueran bebés en una playard y establecerle perímetros, por su propio bien… o el de la naturaleza, que no habla, pero cuya presencia vale más que la de nosotros.

Ya esto no se limita a playas o ríos, esto sobrepasa las áreas de recreación. Es normal ir por alguna carretera, ver a un fulano sacando la mano con una bolsita de un fast food y zumbarla pa’ fuera con el mismo swing de Kobe Bryant, pero dando el mismo asco que Peter John Ramos. También es común verlos pasear a sus perros, el canino hace sus necesidades en plena calle, y olvídate de eso, seguimos andando. Luego se me ofenden si les dicen “puercos” por no recoger la caca del animal, ¿qué más se puede pedir? Boricua, tú puedes decir lo que sea, pero tú no amas a tu isla na’. ¡No sea aguajero! Calle 13 dice que “el que no quiere a su Patria, no quiere a su madre”… ajá, y mientras Calle 13 la ama de lejitos, como se quiere a una mai abandoná en un asilo, ustedes la tostonean y la maltratan.

En mi definición de “amar” está la protección, y eso es algo que no hacemos. Muchas veces nos quejamos del gobierno, pero este problema va más allá del inepto Estado. Esto se trata de que les guste o no, somos puercos. ¿Ustedes creen que el gobierno va a resolver siempre? O sea, esos muchachones tienen la mente ahora mismo en hacer “el Día Nacional de la Oración”… ¿me siguen? Esa gente no sabe ni dónde está parada.

 

No podemos depender única y exclusivamente de la buena voluntad de algunas personas que sacan de su tiempo libre pa’ meterle mano al problema. Tenemos que empezar por lo básico: recoger nuestras porquerías y olvidarnos de que alguien más viene a hacerlo. Esto no se trata de que es opcional, es tu responsabilidad o no te quejes cuando te dicen que eres un puerco. ¡Compórtense como adultos, coño!

Boricua, el amor no se habla, se demuestra; y ahora mismo nosotros no estamos ni cerca de mostrarle un chispito de cariño a esta isla que nos parió y que tanto nos llenamos la boca diciendo que la queremos.

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