Comentario

El arte de ligarle el paquete a los hombres sin hostigar

Una columna por nuestra colaboradora, Capela Love.

A cada rato se dice que las mujeres somos peores que los hombres. Y yo me rompo la cabeza pensando el porqué de este pensar, sobre todo cuando el hombre que lo dice es una joyita que solo se topó con una mujer que no se comió su cuento ni lloró por él.

Pero bueno, he llegado a la conclusión de que nosotras no somos peores, simplemente hemos aprendido a hacer las cosas mucho mejor que ellos. Y aquí voy a hablar de una en específico: nosotras ligamos los penes de los hombres sin que ellos se sientan hostigados.

Y eso es un arte.

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A nosotras también se nos revuelcan las hormonas como caja de muerto en fiesta patronal. Y por eso en ocasiones nos quedamos hipnotizadas con la marca del pene que vive debajo de un mahón apretao. Se nos desvía la mirada constantemente hacia esa caseta de campaña sin montar, nos imaginamos su tamaño y grosor, y nos excita pensar en cómo se vería erecto.

En algunos casos, cuando la bendición es obvia, hacemos cerebrito y en fracciones de segundo nos imaginamos cómo sería el peliculón de orgasmo que tendríamos con él.

Todo eso, chorro’e cabrones, sin hostigarlos, sin que se nos vire el cuello, sin invadir su espacio personal, sin hablar, sin hacer muecas, sin hacerlos sentir incómodos, sin comentarle a nuestras amigas. ¿Podrían ustedes, por favor, hacer lo mismo?

¡Y que no cunda el pánico! Tampoco queremos que salgas corriendo a Deportes Salvador Colom a comprarte una copa para tu próximo perreo en la Placita. No, no hagas ese papelón.

Porque aunque el tamaño a veces importa un poquito, hay muchas maneras de satisfacer y encharcar los panties de una mujer. Y tener un pene grande solo te salva si eres bruto, charro o tienes la lengua tiesa.

Y cuidao, porque somos muchas las que hemos pichado a un tubo PVC por respeto a nuestro cuello uterino. Porque eso de que “con paciencia un elefante se lo mete a una hormiga” es tremendo embuste y definitivamente se lo inventó un hombre que jamás ha sido penetrado.

Mucho menos ha sentido la punzada hiriente del cable de mi dispositivo intrauterino.

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