¡Sobrinitooooooos! Esta vez no vengo con una introducción extensa ni mucha fanfarronería, así que me quito la gorra, agarro el lápiz y rápidamente le bajó el zipper al corazón para escribir sobre una fecha bien especial. Hoy las mamis, las titis y las güelas se reúnen pa’ jartarse de sandwichitos de mezcla en el party en casa de papá -que está dándole con las dos manos a la ensalada de coditos senta’o en la silla plástica-, mientras que las mimosas ponen a estas señoras a sacar los pasos prohibidos bailando “Nuestra canción” de Elvis Crespo; el vibe en la casa se siente alegre y diferente, ya que no hay nada más potente que la energía femenina cuando está pasándola c*br*n, como la que se siente cuando hay borrachas cantando en un karaoke.
Algunas madres son más aventureras y se tiran pa’ restaurantes con la genuina ilusión de encontrar un lugar con excelente servicio, que la comida no se tarde en llegar, ágiles meseros al alcance de una mirada, y que no haya mucha gente en el local… y este tipo de amiga tiene esta idea TODOS los años porque las mamás nunca dejan de sorprendernos, aunque sigan chocando con la misma piedra. Hoy es día de fiesta, hoy se celebra a nuestras veteranas, aquellas que rajaron su cuerpo pa’ darnos vida.
Yo guardo un gran respeto por las madres, porque si algo admiro de estos mágicos seres es que dan demasia’o de ellas sin esperar nada a cambio, y más en estos tiempos egoístas en que las personas solo tienen amor para sí mismos… y si hay algo en donde mamá nunca será avara es regalándole a su cría todo lo mejor que hay en ella; ese amor es tan lindo que no lo volverás a encontrar otra vez en tu existencia, y estoy casi seguro que es lo más cercano a estar en el cielo porque mamá es la pura definición de un ángel.
Mis respetos para esas madres solteras que cuando salen del trabajo tienen que ayudar a los nenes con las asignaciones. A esas mujeres que cuando diagnosticaron a su bebé con una condición, cruzaron el charco buscando el cuidado de salud necesario para su cría, aunque desde allá cargan la pesada nostalgia por vivir en tierra lejana. Admiro tanto a esa madre que muchas veces estuvo rota por dentro, pero sus hijos nunca la vieron rendida; a esa abuela que tuvo que criar a un nieto sin tener todas sus fuerzas, a esa mujer que sale explotá de la oficina y llega a cocinarle a la familia, no porque sea una labor impuesta -como en los tiempos de sus antecesoras-, sino porque le causa felicidad ver a to’ el mundo con la barriga llena como típica matriarca.
Puñito arriba por esas madres que sacrificaron su tiempo personal -y hasta sus sueños- para llevar a sus hijos a las prácticas de basket, pelota o volleyball; por esas que vieron que el arte corría en las venas de sus retoños, y no le cortaron las alas, sino que los motivaron a usar su talento, pues nada da más seguridad que mami te dé “la verde”. Me pongo de rodillas por esa mamá fajona que todos los días se monta en su carrito a mover esta fokin isla; por esa madre que tiene una charla con su hijo antes de llevarlo a la escuela, donde le dice “te amo” y le echa todas las bendiciones del mundo. Por la mamá que intenta sacarle una sonrisa a sus hijos cuando ve que están tristes, por la mamish que compra ropa en SHEIN pa’ poder rendir los chelitos, pero a sus nenes no les falta nada.
Mi fuerte abrazo -y más profundo respeto- por esa madre que tuvo que ver a su cría en un ataúd; por esas de espíritu indeleble que tienen una enfermedad terminal y luchan para darle a los suyos una lección de fortaleza. También por esas que están presas y tienen que enfrentar por el resto de sus días el no ver crecer a sus nenes ni besarlos antes de acostarlos a dormir. No me atrevo a juzgar a nadie, ya que las circunstancias nunca son iguales pa’ to’ el mundo, y cada quien hace lo que le toca, según el piso donde están sus zapatos.
Mis influencers favoritas son esas mamás que trabajan de día y estudian de noche persiguiendo sus metas, las maestras en la escuela -pues esas son madres de muchos-, las que le meten al overtime porque están guardando chavitos pa’ salir del ‘case’. A las que hacen milagros con la mi*rd* de pensión que le pasa el pai de los nenes -y que él jura que ella se lo gasta en la uñas-, y a la que un viernes en la noche se da un trago celebrando que la ascendieron de puesto en el trabajo porque se lo ganó con mucho esfuerzo. Me encanta ver mamás exitosas, mujeres sacando las gónadas que a nosotros los hombres muchas veces nos falta, y féminas que no abrazaron el papel de víctimas… y de esas conozco a un paL.
Yo conozco a tantas excelentes madres, una de las que me viene a la mente nació en un residencial en Ponce, y aunque la vida nunca se la puso fácil, esa muchachita usó su inteligencia pa’ crear sus propias oportunidades en Pe Erre y en los ‘Yiunaites’. Aunque una condición le negaba el chance de lo más que anhelaba -poder crear VIDA-, cuando lo logró le ofreció a una nueva niña el break de hacer cosas inmensas… esa fajona es el american dream frente a mis ojos, y nadie me puede decir lo contrario porque yo fui testigo de su sacrificio y disciplina… aún extraño los viernes en la noche cuando comía pizza conmigo en Los Caobos, y yo le decía los chistes que no le podía contar a nadie. Ella nunca sabrá cuánto la admiro, y que me siento orgullosisísimo de cargar su misma sangre espartana.
También sé de otra que es bien trabajadora, y aunque tiene unos padres responsables que la apoyaban, no esperó que nadie le regalara na’ y desde chamaquita le metió al part time pa’ buscarse sus chavitos. Esa siempre estuvo clara con sus ambiciones, y nunca le tuvo miedo a meter mano para concretar sus aspiraciones. La pana no se cansa nunca, es más inquieta que una hormiga obrera o una abeja laboriosa, tiene un corazón bien puro, y esa peñolana es la guardiana de mi mayor tesoro; mi confianza siempre estará en el tipo de gente que no se queda esperando el momento ideal, sino que saca los c*j*nes y sale a cazar su oportunidad… y ella es una de esas personas… y esa mujer es a quien mi hija le dirá “mami” por el resto de sus días. Fue ella la que empujó a un soñador a buscar sus metas, y siempre estaré en deuda con esa mujer.
Soy bien cercano a una mamá -la mejor de todas- una que salió del campo de Morovis pa’ buscar sus sueños en la gran ciudad, y cuando supo que cargaba un embrión en su cuerpo -con la energía de una centaura esbocá y sin mucho baqueo- se puso pa’ lo suyo para echar pa’ lante a su cría… y yo he visto muchas felinas a lo largo de mis años, pero ninguna como esa leona con ovarios de acero que ruge cuando su cachorro entra por el portón de su colegio en Guaynabo. Esa mujer quería darle al bebecito la educación que ella no tuvo, y soy testigo que hizo lo imposible para cumplir su promesa… lo logró… y al chamaquito nunca le faltó na’. Ah, y lo besa con un hermoso amor todas las mañanas, mientras le pregunta qué quiere desayunar, porque sabemos que el ingrediente secreto para que esa comida sepa c*br*na es el amor de mamá con dos cucharaditas de ternura.
Esa mujer anda media histérica porque su gallito va pa’ universidad, comprendo que el mayor sacrificio de una madre es ver volar a su cría cuando le toca, pero yo solo quiero abrazarla y decirle “que todo va a estar bien”. Solo Dios sabe cuánto yo deseaba que ella fuera la madre de una cachorrita mía… y también Dios sabe que Él y yo aún tenemos una conversación pendiente porque todavía no supero a la hija que no abracé. Adoro con todas mis fuerzas a esta hembra, y daría cada gota de la sangre en mi cuerpo -y le robaría la sangre a otros también- por mantener a esta Machorra respirando para siempre.
Y por último -pero siempre primera en mi corazón-, pongo a esta mujer que quedó huérfana de ambos padres con dieciocho años y tres hermanas menores en el residencial Portugués. Esa ponceña “se la bebió” pa’ empujar a su gente -y lo hizo-, aunque parecía una gallina rabiosa cuidando a sus pollitos, de alguna manera logró encaminar a los suyos, y puedo dar testimonio de que esa señora -quien nos recordó siempre a mi hermana y a mí la importancia de leer- es el más candente fuego sagitariano, y por esa razón es que a mí me encanta estar en el calentón… yo soy un ariano que me formé en el horno de una galla, papeh, y por eso tengo dos velocidades: el amor y la guerra.
Mi mamá es la mujer más complicá que conozco, y siempre tiene una carta guardá bajo la manga, pero estoy seguro que si el Ejército de los Estados Unidos la hubiese conocido, ahora mismo serían más poderosos que China, y que el mismísimo Thanos con to’ y guante. Miriam es una mujer que pagaba los ‘billes’ cuidando nenes en casa, siempre me fomentó el trabajo -junto a la fe en Dios y a la esperanza de un mejor mañana-, y me dijo que las labores no tienen género porque lo que nos toca hay que meterle mano sí o sí.
Mami es una mujer -como muchas de ustedes- que su mera presencia te daba la seguridad de que alguien va a protegerte, me enseñó que las personas fuertes tenemos que pararnos frente a la adversidad porque hay otros que dependen de nosotros, y que nuestra misión es ser la piedra de la que se sostenga nuestra gente. Te amo, mami; no te di muchos trofeos ni certificados de reconocimientos para que los colgaras en la pared, pero voy a hacer lo que pocos hijos podrán: te voy a hacer eterna con mis letras, junto a mi hija y mi esposa.
Yo estoy agradecido con Dios por haberme rodeado de mujeres tan maravillosas, fuertes y perfectos ejemplos de gallardía; elevo mi cerveza y digo “¡SALUD!” por todas esas madres, y quiero que sepan que son ustedes las deidades que se pasean entre nosotros los mortales; hoy quiero que ellas -las musas más hermosas- vuelen alto porque este es su día. Esto no es una columna, es una oda al amor más puro del mundo, porque hoy es la mejor fecha del calendario: el segundo domingo de mayo… el día en que se celebra La Vida.
Corillo, recuerden que mi nuevo libro está disponible en Amazon. #ElPlaylist es un homenaje a la música, al amor, pero sobre todo, a La Vida. Espero que les guste. Capeen este libro, que ya el otro viene en camino. 🦍✏️
PD: 🫡🫶🌹