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Los deportistas aficionados están abandonando los smartwatches

La era moderna de los smartwatches comenzó hace poco más de 10 años; sin embargo, algunos de los usuarios de esta tecnología ya están empezando a abandonarla.

Problema. Aunque mejoran la productividad a corto plazo, las herramientas de autocuantificación también tienden a cambiar la naturaleza percibida de la actividad física. / Agencia
Problema. Aunque mejoran la productividad a corto plazo, las herramientas de autocuantificación también tienden a cambiar la naturaleza percibida de la actividad física. / Agencia

Según los investigadores finlandeses Pekka Mertala y Lauri Palsa, se estima que el negocio de la tecnología deportiva digital, incluidos los smartwatches, mueve 12,000 millones de dólares al año, con más de 10,000 dispositivos wearables digitales solo para correr. Alrededor del 90 % de los corredores recreativos utilizan ya un smartwatch o una aplicación móvil.

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A pesar de ser un mercado multimillonario, investigadores de la Université Claude Bernard Lyon 1 y la Université du Québec à Chicoutimi descubrieron que los primeros entusiastas de los smartwatches, especialmente para actividades deportivas, están empezando a abandonar esta tecnología a pesar de ser relativamente nueva.

Según los investigadores Matthieu Quidu y Brice Favier-Ambrosini, algunos grupos de población que han adquirido esta tecnología dejan de utilizarlos, normalmente tras un periodo limitado de uso. Los mecanismos que llevan a ello son muy variados, e incluyen la sobrecarga logística, la dimensión temporal de la transferencia e interpretación de datos, la falta de precisión y fiabilidad en la recogida de datos, y la dificultad para interpretar y utilizar los datos, entre otros.

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Los expertos consideran que el rechazo de estos dispositivos puede deberse a un deterioro de la calidad de la experiencia deportiva cuando se utilizan. Para algunos participantes, poner números a una actividad les lleva a vivirla más como un trabajo forzado que como un ocio libre y autodeterminado.

“Quitarse el reloj puede significar volver a lo esencial, es decir, al bienestar, al placer de la práctica y a la autoconciencia sensorial”, explica a Metro Matthieu Quidu, profesor titular de Sociología del Deporte de la Universidad Claude Bernard Lyon 1.

El estudio subraya que la motivación intrínseca (el placer de correr por sí mismo) tiende a ser suplantada por la motivación extrínseca (recompensas, comparaciones, control mutuo). El contexto de una llamada constante a la excelencia puede provocar un miedo anticipado al fracaso, así como un sentimiento de vergüenza y culpabilidad en caso de bajo rendimiento.

“Correr con un reloj también puede inducir una sobrecarga cognitiva, colocando a los atletas en situaciones de doble tarea (correr y consultar el reloj), lo que puede resultar agotador desde el punto de vista cognitivo. Resistirse a las distracciones atencionales potencialmente generadas por el reloj también puede llevar a los practicantes a alejarse de la inmersión total y profunda en el entorno, o de la atención a sus propias sensaciones”, concluye Quidu.

Metro charló con Matthieu Quidu para saber más.

3 preguntas para Quidu:

¿Cuáles son las ventajas de utilizar dispositivos conectados en actividades deportivas?

—El hecho de comprar un reloj conectado puede tener varios objetivos: volver a hacer deporte, prepararse para un objetivo deportivo, perder peso... En este caso, se trata de dar al reloj un triple poder: en primer lugar, una palanca de motivación a través del sistema integrado de objetivación del rendimiento, de incentivos a la regularidad y a la superación, y de recompensas. El psicólogo Etkin ha demostrado que el simple hecho de ser cuantificado (en términos de andar, colorear o leer) aumenta la productividad a corto plazo. En segundo lugar, se considera que el dispositivo digital facilita el acceso a las propias variables internas: constituiría una evaluación más fiable y transparente del propio esfuerzo y rendimiento que los sentimientos, menos sensibles a la subjetividad de las experiencias. Por último, los usuarios le atribuyen funciones de racionalización del entrenamiento y la planificación. Estas diferentes funciones convergen en una lógica de autooptimización. Mejor que las sensaciones y la simple fuerza de voluntad, la herramienta permite a los usuarios producir la mejor versión de sí mismos, comprometerse racionalmente en un proyecto de excelencia.

¿Por qué considera que el abandono del smartwatch puede ser un acto de resistencia con un fuerte significado político, filosófico o incluso espiritual?

–Las configuraciones que conducen al abandono del propio reloj conectado pueden ser variadas: la consecución de un objetivo previamente fijado, el deseo de redescubrir una experiencia de calidad, menos constreñida, menos nerviosamente agotadora, el deseo de reencontrar la sencillez en la propia actividad física. En este último caso, la búsqueda de sobriedad puede ir acompañada de una crítica a la industria de artículos deportivos (que fomenta el consumo y la acumulación de bienes) y a su obsesión por la cuantificación. Esta última es especialmente contestada en la medida en que sustenta una ideología de perfectibilidad infinita y una red generalizada de vigilancia mutua. Quitarse el reloj puede significar volver a lo esencial: el bienestar, el placer de la práctica y la autoconciencia sensorial.

¿Qué pueden hacer los fabricantes de estos aparatos para atraer de nuevo a los usuarios?

–Las palancas para atraer a los consumidores son numerosas: en primer lugar, tocan la fibra de la superación personal, conocerse mejor gracias a la cuantificación digital (y sus supuestas cualidades de objetividad, fiabilidad y transparencia) para perfeccionarse mejor. Además, los diseñadores de aparatos diversifican cada vez más el número de variables medidas, reducen su tamaño y abaratan su precio de coste. También se esfuerzan por tener más en cuenta la experiencia real de los usuarios de estos dispositivos, con el fin de perfeccionar su ergonomía en el marco de un marketing basado en la experiencia del usuario. A pesar de estos esfuerzos, siempre habrá autonomía, creatividad y resistencia por parte de los usuarios en las múltiples (y a veces imprevisibles) formas en que se apropian (y desvían) la tecnología digital.

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